No hay la menor duda, la liberación de 250 venezolanos que habían sido “depositados” por el régimen de Trump en el CECOT, la terrible mega cárcel de El Salvador, a cambio de que la dictadura venezolana libere 80 presos políticos (quedan todavía 980 presos en las mazmorras chavistas) y 10 ciudadanos norteamericanos, uno de los cuales está acusado de haber asesinado a tres personas en España, no es otra cosa que el intercambio de dos grupos humanos que han sido maltratados y violados sus derechos por dos regímenes que, si bien son diferentes se parecen bastantes.
Me recuerdan los intercambios que hacíamos, cuando éramos niños, de las barajitas de beisbol. O, las escenas de películas de espías, en la que los rusos y los americanos intercambian prisioneros que caminan lentamente, con abrigos calados hasta las orejas, por un puente arropado por una espesa niebla.
En realidad, ha sido un intercambio, entre secuestrados convertidos en rehenes por deportados convertidos en secuestrados, los primeros por la dictadura de Maduro, que ha actuado con lógica extorsionista (miren que le ha dado resultados) y los segundos por la administración Trump mediante, no una política de limpieza racial y étnica disfrazada de política migratoria.
Lo más significativo ha venido con las narrativas que se han construido con el intercambio realizado. Ambas narrativas se expresan cínicamente, solo que la desarrollada por el trumpismo, se pudiera calificar de “cinismo victorioso”, mientras, que la sostenida por el fiscal Tarek William Saab y Jorge Rodríguez adolece de la capacidad para producir el efecto que se desea, esto es, desarmar la idea de que el régimen es el responsable de la situación generada con los inmigrantes, porque ha sido la dictadura quien los expulsó del país.
Veamos, lo dicho por el fiscal Tarek William Saab: “Bukele (“sátrapa que viola la propia constitución de El Salvador y se hace llamar presidente”) y sus funcionarios serán investigados por los delitos de tortura, trato cruel, inhumano o degradante, desaparición forzada, privación ilegítima de libertad y asociación para delinquir”. ¿Estará hablando de Bukele o de el régimen al que él sirve?
También señaló que “algunos de los migrantes fueron víctimas de abuso sexual por parte de los custodios, así como de recibir comida descompuesta, golpes, impactos de perdigones y constantes amenazas”.
Finalmente hizo un llamado a la Corte Penal Internacional y al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a fin de que también inicien una investigación contra los autores materiales de las agresiones «sistemáticas» que sufrieron los migrantes.
Como todo el país sabe que la “justicia venezolana” comete a diario, una por una, todo lo que le atribuye Tarek a la justicia salvadoreña y, en cuanto a los abusos sexuales, también todos los habitantes del país sabemos que, especialmente, mujeres y hombres muy jóvenes venezolanos, detenidos en las manifestaciones contra la dictadura en 2014, 2017, 2019 y hasta hoy han sufrido en manos de los integrantes de los cuerpos de seguridad del Estado, especialmente por funcionarios de la GNB e incluso, dirigidos por altos jerarcas del régimen, justamente de los abusos sexuales con los que Tarek acusa a los esbirros salvadoreños.
Creo, que después de ver y escuchar al fiscal la conclusión es que Tarek W. Saab tiene “la lengua, y el cerebro también, podrida” y que es el peor de todos los jerarcas chavistas, pues el es el responsable directo que se ha valido del poder para corromper la ley.
Por su parte Jorge Rodríguez no se quedó atrás y “Comparó la situación de los venezolanos en El Salvador, con los campos de exterminio de la Alemania nazi, y lamentó las condiciones en las que fueron recluidos los venezolanos…y agrega que el lugar de reclusión de los venezolanos era un lugar ideado para que se volvieran locos”.
Igual que lo que ocurre con Tarek W. Saab, Rodríguez, es un maestro de la proyección, es decir, siempre, les imputa a otros lo que son sus propias aberraciones. El psiquiatra del régimen, cuando mira a Bukele solo se mira en su propio espejo, pues, el presidente salvadoreño “se parece tanto a…” Bueno, esto lo debe pensar Rodríguez y escucha su pensamiento con la voz de Juan Gabriel.
El cinismo de ambos personajes es realmente corrosivo y ahora aparecen como los defensores de los derechos humanos de los inmigrantes venezolanos maltratados en el mundo, cuando, todo el país sabe que la dictadura es la responsable, política y humana, de los efectos perversos sobre la población que determinó el deslave demográfico del país cuando 7.9 millones de venezolanos empezaron a rodar por el mundo para ser sometidos, en la gran mayoría de los casos, al desprecio xenófobo de los lugares elegidos como su destino.
No hay límites, para el cinismo de esta gente, vuelvo a la descripción que hace el fiscal Tarek William Saab, para ser reiterativo, ad nauseam, es la represión, la tortura y la indiferencia del Estado en prestarle atención humanitaria a sus presos políticos que ya forman parte de una larga lista de asesinados bajo “custodia” lo que iguala al régimen madurista a las dictaduras más crueles vividas y sufridas en el continente.
Bastaría reproducir aquí fragmentos del informe de la ONU, para observar que todo lo que el régimen le atribuye a la justica del salvador se repite calcándose en Venezuela: “Las condiciones de reclusión son inhumanas. Cuatro personas murieron bajo custodia del Estado en el primer semestre de 2025. Hay hacinamiento, falta de atención médica, aislamiento prolongado y tortura física y psicológica. El Fuerte Guaicaipuro es señalado como centro militar de tortura.
El debido proceso es una quimera: se niega la defensa de confianza y los presos permanecen incomunicados por largos períodos, constituyendo tortura psicológica. El habeas corpus ha sido anulado en la práctica, dejando a los ciudadanos indefensos. Las desapariciones forzadas de corta duración, como las de los trabajadores petroleros, son táctica de terror”.
O, también, podríamos reproducir parte de la nota publicada en “La Patilla” (17 de noviembre de 2018) de Lorent Saleh, preso político entregado al régimen por el premio Nobel de la paz, Juan Manuel Santos, recluido en “la Tumba”. Lorent Saleh es un testigo de excepción, pues sufrió los rigores de la más sofisticada tortura y en consecuencia destaca las características de ese terrible lugar de tortura. Luego hace una comparación con ese otro lugar de torturas, donde también estuvo “depositado”, llamado “EL Helicoide”.
De la Tumba, dice Saleh, que es un lugar sofisticado dirigido por cubanos y rusos, parecido a un manicomio, sus luces intensas y blancas, siempre encendidas, temperaturas muy bajas. Está situado a varios sótanos bajo tierra, no hay sonidos ni colores distintos al gris, no hay comunicación con nadie. Nadie sabe qué día es, ni qué hora, el tiempo no existe. La “Tumba” esta hecha para aislar por completo a la persona e indefectiblemente enloquecerlas.
Saleh, “El Helicoide”, dice Saleh, que es exactamente lo contrario a la Tumba. “El Helicoide es un edificio viejo, remodelado y remendado por muchos lados”. Es más violento, físicamente hablando, “el sadismo es más criollo”.
Al final, Tal vez las palabras de Saab y de Rodríguez, no son tanto la descripción de lo que se hace en el CECOT ( no es que el trato allí sea mejor, pues, no hay ningún lugar mejor que otro, cuando son lugares donde se niega la humanidad de quienes son recluidos en ellos) sino que es la nítida descripción de los que ellos y sus esbirros practican con saña en sus propias cárceles.
El CECOT, debe ser igualmente o más perverso, que la estructura de la tortura venezolana y deberían desparecer. Pues ambas son el resultado final del mayor tormento sufrido por el hombre: “haber sido juzgados sin ley”
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