¡Mi gente de Maracaibo, Zulia y toda Venezuela! Hoy quiero hablar de algo que a ustedes, mis alcaldes y alcaldesas recién electos, les va a cambiar la perspectiva.
Ya es el momento de transformar nuestras ciudades. Y para eso, tenemos que arrancar de raíz una idea que, aunque suena bonita, nos frena más de lo que ayuda: ese concepto errado de ver al «pueblo» como una masa sin forma a la que hay que arrear.
Cuando un gobierno se obsesiona con la idea del «pueblo», se le olvida que está tratando con gente. Con gente diversa, con sueños, problemas y talentos distintos. Se cae fácil en el paternalismo: «Yo sé lo que les conviene, yo les resuelvo». Y ahí, es donde perdemos la identidad ciudadana.
Porque esa visión anula la iniciativa, castra la participación y convierte al ciudadano en un simple espectador que espera que le caiga la solución del cielo. ¿Quieren un ejemplo? En Maracaibo, tenemos desde el que vive en la barriada luchando día a día, hasta el que está en un edificio de lujo.
Meterlos a todos en el mismo saco de «pueblo» es no entender la complejidad de nuestra ciudad. Eso termina alimentando el clientelismo, donde se intercambian favores en vez de construir una verdadera corresponsabilidad. ¡Y a eso hay que meterle el freno!
La cosa es clara: tenemos que pasar del «pueblo» al ciudadano.
¿Y quién es ese ciudadano? Es la señora de la esquina que no solo exige que le recojan la basura, sino que denuncia al que la bota donde no debe. Es el comerciante que paga sus impuestos a tiempo y también propone ideas para reactivar la zona. Es el joven que usa sus redes no solo para chismear, sino para organizar una jornada de limpieza en su comunidad.
Este ciudadano no es un convidado de piedra. Sabe sus derechos —a unos servicios públicos de calidad, a la transparencia, a la seguridad— y asume sus deberes —cuidar lo público, pagar sus impuestos, respetar las normas. Cuando la gente se adueña de su ciudad, la magia ocurre. Los proyectos se mantienen, la convivencia mejora y la capacidad de enfrentar los peos se multiplica. ¡Así es como se construye una ciudad de verdad!
Lograr un cambio es exigir transparencia en los números de las alcaldías, los contratos, avances de obras, son presupuestos participativos y contraloria social.
Pero no es solo desde la comuna que deben venir los aportes para construir la ciudad, son las asociaciones de vecinos y hasta los grupos de WhatsApp, lo importante es que la gente esté activa y organizada. ¡Todas las expresiones de la sociedad civil organizada suman!
¡Alcaldes y alcaldesas, es hora de dar el salto! Dejen de ver a Maracaibo, a Zulia, a cada ciudad, como un «pueblo» que necesita un salvador. Véanla como un ejército de ciudadanos activos, con derechos y deberes, listos para construir el futuro junto a ustedes.
No se queden en asfalto, pintura, señalética y mejorar medianamente los servicios públicos.
Que su legado no sea solo por los edificios que levanten, sino por la generación de ciudadanos conscientes y comprometidos que logren formar. Solo así lograremos cambios duraderos, más allá de los colores de una gestión de turno.
Sandy Ulacio
Periodista/ Analista político
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