Amigos zulianos, compatriotas, ¡gente mía!
Sé que lo sienten. Lo respiro en el aire de nuestra amada Maracaibo, en las conversaciones de la cola del pan, en la mirada de los que madrugan para buscar el sustento. Hablo del miedo. Ese fantasma que se nos ha metido en los huesos y que, a veces, nos paraliza más que el sol de mediodía.

Pero hoy, aquí, con la convicción que me caracteriza, vengo a decirles que ya basta. Ya es hora de desenmascarar ese miedo, de mirarlo a los ojos y de decirle: ¡hasta aquí llegaste!
Muchos de ustedes me confiesan su zozobra. El miedo a perder el trabajo si se expresan libremente. La angustia de sentirse presionados, coaccionados, casi forzados a votar por una u otra tendencia política.
Y la preocupación más lacerante: la posibilidad de ser víctimas de la violencia, de un arrebato, de una agresión en los centros de votación.
Lo entiendo, créanme. Los cambios, por más necesarios que sean, siempre generan resistencia. Es parte de la naturaleza humana. Pero no podemos permitir que ese miedo se convierta en un agente paralizante. No podemos dejar que nos ate las manos, que nos amordace la voz y que nos robe la esperanza.
El próximo 27 de julio tenemos una cita con nuestro futuro. Es un momento crucial, un punto de inflexión.
No permitamos que la amenaza de perder un empleo sea más grande que nuestra dignidad. Un trabajo se busca, se recupera, se reinventa. Pero la libertad, esa se conquista y se defiende con valentía.
No aceptemos la coacción como una verdad ineludible. Nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho de decirnos por quién votar. Nuestro voto es sagrado, es secreto, es la expresión más pura de nuestra conciencia.
Y en cuanto a la violencia, a ese temor latente en los centros de votación…
¡No podemos ceder terreno! La participación masiva, pacífica y organizada es el antídoto más poderoso contra cualquier intento de amedrentamiento.
Cuando somos miles, cuando somos una fuerza unida, la cobardía se disipa y la maldad se acobarda. Salgamos a votar, sí, pero salgamos a cuidar nuestro voto, a cuidar nuestros centros, a cuidar nuestra paz.
Este 27 de julio no es solo un día de elecciones. Es hora de dejar atrás las excusas que el miedo nos susurra al oído.
Es hora de ser valientes, no de forma temeraria, sino con la conciencia clara de que nuestro futuro está en juego y que el miedo no puede ser nuestro dueño.
¡Este 27 de julio nos toca vencer el miedo!
Nos toca salir, votar y demostrarle a propios y extraños que Venezuela tiene voz, que Venezuela tiene voto y que Venezuela tiene futuro.
¡Con la fe en Dios y el corazón valiente!
Sandy Ulacio
Periodista/Analista político
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