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Es un pájaro, es un avión ¡no! es “superbigotes” Opinión Por Gian Carlo Di Martino @GCDimartino

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El presidente de Ecuador, Lenín Moreno –servil de los gringos- en una oficina con los buitres del Fondo Monetario Internacional firma un documento; un funcionario gubernamental atento, pone un sello, otro sello, son varias copias, los asistentes se frotan las manos con gestos de satisfacción, las estrechan eufóricos unos con otros y comienzan a reír con una risa incontenible que va creciendo hasta reventar en estruendosas carcajadas.

Moreno, uno de los hampones que integran el Cartel de Lima, echa la cabeza hacia atrás, la risa le sale forzada de la garganta, desata el nudo de su corbata, se saca el primer botón de la camisa blanca que, enfundada en un traje oscuro, le resalta igual que su cabello cano; mueve el cuello, lo estira levantando la cara, intenta liberar de emociones la faringe, quiere seguir carcajeándose, tose, mientras los flamantes funcionarios del organismo yanqui lo rodean, lo abrazan y lo sacuden a palmazos por la espalda desatándose una orgía de felicitaciones en Corondelet (Palacio de gobierno de Ecuador ubicado en Quito), donde se van sumando pletóricos de alegría los funcionarios gubernamentales que le secundan las barrabasadas en contra de su propio pueblo.

Los ecuatorianos, antes de incorporarse a sus labores diarias, acuden en sus vehículos a las estaciones de servicio, ponen los tanques full de gasolina, los operadores de las surtidoras de combustible, cobran. Los trabajadores se buscan en la cartera, en sus camisas, las faltriqueras, voltean los bolsillos de sus pantalones buscando más dólares y no les alcanza para pagar; Moreno le quitó el subsidio al combustible previo acuerdo rapaz con el FMI.

En la tarde, después de la jornada de trabajo van a cobrar el sueldo, cuentan, suman, restan, tampoco les alcanza para comprar comida, el anuncio del incremento del precio de la gasolina hizo inalcanzable los alimentos y otros artículos básicos, además, Moreno arrastrado al Fondo Monetario Internacional, sin la más mínima consideración, hizo una baja salarial de hasta 20 por ciento en contratos temporales del sector público; decretó un aporte de un día de salario mensual de los empleados de este mismo sector al fisco, y les redujo las vacaciones de 30 a 15 días, entre otros ajustes en contra. Total, qué les importa a los gringos y a Lenín Moreno, el hambre de la gente.

Lenín sale del Palacio de Corondelet, se detiene en la puerta que da a la calle, siente en el rostro una ventisca helada que le pega en la cara y le sacude el pelo; escucha un tronido, observa a los lados, mira hacia arriba y ve algo extraño en el cielo. “Es un ave”, dice el escolta que lo lleva en la silla de ruedas. “Es un avión”, dice otro que se coloca la mano en la cintura y aprieta la cacha de su pistola, listo para desenfundar y disparar. “¡NO! Es ‘Superbigotes’”, grita entonces un tercer escolta y se decreta la alarma.

Lenin Moreno ordena la salida de los cuerpos policiales y militares que comienzan una brutal represión al pueblo indefenso, con el silencio cómplice de la canalla mediática nacional e internacional.

“Superbigotes”, más poderoso que una locomotora, continúa sobrevolando Ecuador. Lenin Moreno huye de Quito a Guayaquil. El superhéroe levanta carros, camiones, casas, edificios, busca al arrastrado presidente, para que le dé la cara a su gente y no lo encuentra, mientras se suman los indígenas a las protestas.

El hombre de acero sigue buscando, ahora busca en los bosques, en las montañas, debajo de las rocas, tampoco lo encuentra; sin embargo, no desciende, por el contrario, afina su visión láser desde lo alto hasta que, por fin, lo detecta tendido en un baño entre el inodoro y el lavamanos de una oficina en Guayaquil con la camisa abierta y los pantalones a la rodilla; los militares que lo protegen y le apoyan las agresiones al pueblo, provistos de sus máscaras antigases, lo levantan y lo meten debajo del chorro de la ducha con todo y ropa.

“Superbigotes” no cree conveniente descender en ese momento y, más rápido que una bala, desapareció camuflado entre las nubes; actualmente se desconoce si sigue en Ecuador con Rafael Correa, o regresó a Venezuela; muchos dicen que lo han visto en Barquisimeto y Caracas tomando café con el expresidente ecuatoriano progresista.

Permítanme, camaradas lectoras, camaradas lectores, este breve relato sarcástico sobre la realidad de la crisis que desató Lenín Moreno en Ecuador de cuclillas al FMI; un lacayo no merece respeto, solo merece la burla, un lacayo del Cartel de Lima es un gringo chiquito, un servil en miniatura, una ínfima partícula de lodo, una molécula de estiércol, y ese reptil todavía al frente del Gobierno ecuatoriano, acusa al presidente Nicolás Maduro de las consecuencias de sus acciones, de las consecuencias de gobernar para los norteamericanos y no para su gente.

Un traidor que llegó al poder de la mano de Rafael Correa y, después que se posesionó, lo traicionó, intentó, incluso, encarcelarlo, y no pudo, sin embargo, logró llevar a prisión a su vicepresidente, Jorge Glas, por el solo hecho de ocupar varios cargos durante la gestión del presidente progresista, un presidente que centró su gestión en los más necesitados.

Desde ese momento, Lenín Moreno comenzó a cavar su propia tumba, y ahora se quiere salir del paquete acusando a Maduro y a Correa de su desgracia, de las consecuencias de su gobierno entreguista, lamebotas, sumiso al imperio norteamericano.

Si no sabe gobernar en crisis, Maduro lo enseña, dese el principio nuestro camarada mandatario dijo: “Si el FMI y Lenín Moreno quieren ver como se hace mucho con poco, que vengan a ver la Revolución Bolivariana que garantiza una educación de calidad”, de manera que, no tengo dudas, de que el máximo jefe chavista está a sus gratas órdenes.

El presidente Nicolás Maduro fustigando que lo acusen de la crisis ecuatoriana, dijo también cuando la represión estaba en su punto más violento: “El fantasma que ven en la calle no es Maduro, es Bolívar que corre por América Latina en el corazón de los pueblos», y alertó: “Lo que estamos viendo en Ecuador sería un niño de pecho al lado de lo que haría el pueblo rebelde y bravío de Venezuela contra un gobierno de derecha neoliberal, rastrojista, guaidoísta y proimperialista”.

Lenín Moreno, como todos los presidentes delincuentes del Cartel de Lima, quieren hacerle daño al presidente Maduro diciendo que Correa está en Venezuela y yo digo como Diosdado Cabello, “ojalá”, porque tengo el corazón del lado de los presidentes progresistas, antiimperialistas, esos cuyos gobiernos hacen en función de sus pueblos, de la gente que los eligió, de los excluidos, de los invisibilizados. Presidentes que tuvieron en Chávez un modelo a seguir.

El asesino Lenin Moreno, porque ya está demostrado ante el mundo que es un asesino, quiere agredir a Maduro diciendo que está detrás de la crisis de Ecuador, pero yo en mi caso, como un simple ciudadano, como un venezolano más, como un latinoamericano más, como un caribeño, no puedo ocultar mi orgullo de tener un Presidente de esa categoría, que sea puntal, líder ejemplo de la revolución bolivariana en el continente y en el mundo, referencia de la lucha a favor de los más desamparados del planeta.

Las acusaciones de Moreno contra Maduro buscan justificar su gobierno entreguista a los gringos; desvirtuar las agresiones, los muertos y heridos que cometió su policía; intentar revivir en el psicópata Donald Trump la idea de invadir a Venezuela, pero el encopetado presidente ha cogido tantos embarques al respecto que ya no le cree nada a la derecha terrorista de Venezuela, ni siquiera a sus asesores más cercanos; traerá además unas consecuencias terriblemente peligrosas como desatar la xenofobia en grados superlativos contra los venezolanos en el exterior.

Ya el narcocanciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, aprovechó la circunstancia para anunciar que, a los venezolanos infiltrados en las manifestaciones pacíficas de Colombia, les caerá todo el peso de la ley. Deben tener listo el plan para acusarlos de las protestas que los estudiantes de Bogotá protagonizan por la corrupción del gobierno del subpresidente de ese país, Iván Duque, o por unas de tantas acciones que se producen en territorio neogranadino deplorando a ese gobierno paramilitar, asesino, en fin, santandereano.

Debemos analizar además que los presidentes del Cartel de Lima con el apoyo del canalla Julio Borges, ya habían logrado mucho odio contra los venezolanos en el exterior, tanto que ocasionó el vil asesinato de unos cuantos de nuestros connacionales.

De allí que estoy convencido de que con esas acusaciones del delincuente Moreno contra nuestro máximo jefe revolucionario, la situación se les agravará a los paisanos que cometieron el error de emigrar. Ya muchos cayeron en la trampa, son acusados de estar involucrados en el supuesto complot de Maduro y Correa para derrocar el fascista gobierno ecuatoriano. Así prácticamente lo dejó entrever el canciller del asesino Lenín Moreno en la OEA, donde está demás decir que contó con la venia de un roedor como Luis Almagro, secretario general de esta infame organización imperialista.

Es que ese sátrapa de Moreno si fue capaz de traicionar a Correa, querer meterlo preso, encarcelar al vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, asesinar a su propia gente por defender los intereses del FMI, qué no podría hacer en su territorio contra los venezolanos. Hay que, por lo menos, advertirlo públicamente, esos hermanos y hermanas que cayeron por ilusos en la fantasía de las migraciones, están en un grave peligro, incluso, de muerte con ese tirano en el poder herido en su orgullo rastrero gringo.

A última hora, derogó el decreto 883 que tiene que ver con el aumento del precio del combustible en un diálogo en el que hizo otras promesas al pueblo, pero me niego a cantar la victoria que cantan muchos, primero esas medidas causaron 2000 heridos, más de 100 desaparecidos y 10 muertos que ese asesino no va a pagar; segundo, hay que ver en realidad si en la práctica no se aplicarán las medidas del FMI, recuerden, que ese es otro reptil del imperio y como tal, no decide, son los gringos quienes deciden, de modo, que no descarto que todo eso en el fondo sea una vil treta de distracción y, al final, le terminen metiendo el paquetazo de contrabando al pueblo ya bastante maltratado por ese criminal en el poder.

ian Carlo Di Martino

Politólogo, profesor, abogado. Ex-Alcalde de Maracaibo. Cónsul de Venezuela en Milán – Italia.  giancarlodimartino2017@gmail.com

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