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Esperando a Trump Por el Soc. Ender Arenas Barrios

Llegaron, están aquí, pero, no se bajan de los barcos.

Todo parece un acto inútil.

Un vecino desesperado del barrio

Francisco de Miranda de Maracaibo.

Así viven los venezolanos hoy, como los personajes de Beckett en “Esperando a Godot”, atrapados en el espacio y el tiempo, viviendo dentro de una incertidumbre y duda demencial.

Mientras, en Nepal, Marruecos, Indonesia, Bangladesh, Kenia, Angola y hasta en el Perú, la llamada generación Z, se ha levantado, expresando su indignación en forma de protestas, contra el autoritarismo, la corrupción y la desidia de los autoritarios gobernantes, la mayoría de los venezolanos fuimos testigos de cómo nuestra generación Z, “las almas más jóvenes y humildes”, procedentes de los barrios y urbanizaciones de clase media cayera abatida en las avenidas de nuestras ciudades bajo las balas y la represión de los cuerpos de seguridad del régimen, mientras todos nos quejábamos de que “los miguelitos” dañaban los cauchos de nuestros carros.

También aquí, en Venezuela, ha sido el sector que más se ha rebelado, solo que pagó con su vida hacerlo.

Ahora, por favor, no nos engañemos, una mayoría significativa de venezolanos esperan la salvación de la patria conducida por una fuerza externa. Esa fuerza externa se llama Donald Trump, por quien una gran parte de los venezolanos apuesta para que nos libere de la vergüenza, como dice Elías Pino, que sea él, el libertador de la Venezuela de hoy.

Les confieso, que no sufro de esa enfermedad, que se nos inoculó desde la escuela primaria, la “Imperofobia”, es más, admito que admiro mucho más de lo que condeno a la colonización española (por lo que nos dejó como herencia: el idioma, la religión, leyes, universidades, ciudades, costumbres, las buenos y las malas y por no llevarse lo que siempre nos dijeron que se llevaron: oro y plata, pues ya está demostrado que la minería ilegal y el chavismo han sacado más oro, en 27 años que el que se llevaron los españoles en 300 años de dominio) pero me opongo a la fascinación (que me asusta) que genera Trump en algunos (muchos, demasiado, diría yo) venezolanos, pues, con seguridad Trump sino lo es ya, será, lo peor que le pasará a los EE. UU y, con seguridad, al mundo.

Portador de un “narcisismo grotesco”, manipulador y cínico, además de misógino y xenófobo, no es precisamente un amante de las diferencias, eso que nos hace ser democráticos, además, “no se caracteriza por la firmeza de su palabra, ni por la diafanidad de sus decisiones…. Señor del capricho y de la volatilidad, carece de elementos susceptibles de transmitir confianza en quienes lo aprecian como redentor. Mezclado por decisión propia en cientos de entuertos más enredados que un kilo de estopa, se echa en los brazos de una supuesta omnipotencia que tendrá que demostrar en un insólito caso, en nuestro caso, es decir, en un mundillo al que apenas se aproxima sin dominar siquiera su abecedario…” De esta manera lo caracteriza Elías Pino, en su nota publicada el jueves en El Nacional” y en “La Gran Aldea”.

Indudablemente, se respira una rara atmósfera en el país, la incertidumbre, la duda el miedo, la instalación de la mayor parte de la población en el más rotundo “precariato”, caracterizado por una inflación que se acerca al 300% que devora los miserables salarios y la política de bonificación que no llegan a cubrir una cuarta parte de la canasta alimentaria. Todo ello, ha conducido a una parte importante de la población (diría que a la mayoría) a retrotraerse a su vida privada. Casi están viviendo como el cuento aquel en donde “el paciente le dice al psicólogo: -tuve que dejar de ver las noticias. Estaba haciendo que mis propios problemas me parecieran insignificantes”

Pero, no son idiotas en el sentido griego del término, solo que el miedo es muy grande y es quien ha impedido, hasta ahora y por ahora, una movilización de la gente que se convierta en una “sublevación mayoritaria”, porque ignoran el poder que tienen. También ignoran que no tiene nada que perder, perdón, si tienen: la terrible vida que les ha tocado vivir.

Es bueno, admitir, que el liderazgo político y los opinadores políticos e incluso los analistas, por lo menos, de manera fundamental, han diagnosticado al régimen por “el conjunto de hechos brutales” cometido a lo largo de dos décadas y se ha descuidado las limitaciones que tiene, sus debilidades y que sus exhibiciones de fuerza no son más que manifestaciones de su debilidad.

 Vuelvo a citar a Elías Pino Iturrieta: “… no tienen ni un solo dirigente que levante tierrita cuando trata de hablarle al pueblo, ni un íngrimo mensaje capaz de animar a las masas, ni una sola promesa con sustento. Nada de lo que sale de su seno es creíble. Ni una sola de sus presencias produce entusiasmo.

En ninguno de sus festejos hay regocijo. Al contrario, desencantan y aburren, colman la paciencia y alimentan la esterilidad. Una soledad tan gigantesca, un velorio cada vez más deseado o implorado, un desprecio popular tan ostensible …”

Al régimen solo le ha quedado ahora dramatizar la situación. Drama que se materializa, en los ridículos ejercicios militares de una milicia formada, en gran parte por ancianos y mujeres, que en caso de una confrontación armada con las fuerzas desplegadas por los EE. UU serían la carne de cañón instrumentalizadas por el régimen para defender a Maduro y a su claque, el drama del régimen que encierran por las misivas enviadas al mismo Trump, adulándole y pidiéndole dialogo o, la dirigida, al papa León XIV para que la diplomacia vaticana medie en el problema “y abrace a Venezuela”. Bueno, pera decir la verdad no todo es un drama, hay acciones que son pura comedia, por ejemplo, la increíble oferta de Maduro a Trump de convertirse en traidor de una de las bandas criminales la cual el régimen, cientos de veces, ha negado su existencia, con más o menos estas palabras: “Yo les voy a entregar a los jefes del Tren de Aragua”.

¿Cuándo terminará la incertidumbre?, no lo sé. Nadie sabe con certeza cual es el escenario futuro que finalmente se hará presente. Mientras tanto deberemos lidiar con los influencers, Instagramer, presentadores de tv venezolanos que ahora cuentan con sus propios canales en YouTube, que al mismo tiempo que nos venden a Trump como “el autoritario benefactor” (su parecido con la narrativa de Hugo Chávez no es coincidencia) contribuyen al “desempoderamiento voluntario” de los venezolanos que deberán esperar por Trump “que llegara el lunes por la tarde o el martes o el ….”.

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