El dilema de los gobernadores (de ambos partidos) seguir la corriente MAGA o arriesgarse a perder poder (y hasta su puesto). Foto: diseño ETL
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La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha puesto a los gobernadores en un verdadero terreno pantanoso. Sus políticas sobre inmigración, comercio y gasto público los obligan a tomar posturas que pueden definir no solo el futuro de sus estados, sino también su propia supervivencia política.
Interrogantes con pocas respuestas:
¿Deben alinearse con la agenda MAGA sin chistar? ¿Resistirse y arriesgarse a represalias? ¿O intentar un malabarismo para quedar bien con todos? No hay respuestas fáciles, pero lo que está claro es que un paso en falso puede salir carísimo.
El dilema: entre la espada y la pared
Con las elecciones de 2026 en el tablero, cada movimiento que hagan estos líderes locales puede fortalecerlos o ponerlos contra las cuerdas. Cada estado tiene su propia realidad y equilibrar intereses locales con la política nacional es una tarea titánica.
Inmigración: el pulso entre estados y la Casa Blanca. La política migratoria de Trump ha vuelto con todo: deportaciones masivas, mano dura en la frontera y cero intención de negociar una reforma integral. Esto ha generado dos bandos entre los gobernadores: los que colaboran con Washington y los que se oponen frontalmente.
Texas, por ejemplo, ha decidido ir de la mano con Trump. El gobernador Greg Abbott ha desplegado operativos y aprobado leyes que permiten a las fuerzas locales actuar como si fueran agentes federales.
Aplaudido por los sectores más conservadores, criticado por defensores de derechos humanos, Abbott avanza con su propia agenda fronteriza.
En el otro extremo, estados como California han puesto resistencia. Su gobernadora, Kathy Hochul, ha reforzado las protecciones para inmigrantes, ofreciendo asistencia legal y limitando la colaboración de la policía local con los federales. La tensión está servida.
Comercio: ¿protección o crisis económica?
Trump sigue con su mantra proteccionista, imponiendo aranceles y renegociando acuerdos comerciales, lo que está afectando directamente a varios estados.
Los gobernadores de Michigan y Kentucky, por ejemplo, están viendo cómo las tarifas a la industria automotriz y a la producción de licores les están complicando la vida.
La solución no es sencilla: o buscan acuerdos comerciales por su cuenta o intentan amortiguar el golpe con incentivos locales.
Aborto: la batalla sin fin
Desde la caída de Roe v. Wade, el tema del aborto se ha convertido en un verdadero campo de batalla entre estados. Mientras unos buscan restringirlo al máximo, otros trabajan en protegerlo con leyes locales.
Lo complejo es que algunas legislaciones castigan incluso a quienes ayuden a las mujeres a viajar a otros estados para abortar. Esto podría escalar a un enfrentamiento constitucional con Trump en el centro del debate.
Gasto público: ¿cómo llenar los huecos?
Los recortes federales en programas sociales e infraestructura han dejado a varios estados con un agujero en el presupuesto. Esto obliga a los gobernadores a tomar decisiones impopulares: subir impuestos, reducir servicios o encontrar nuevas fuentes de financiamiento.
Aquí, los estados con economías más frágiles son los que más sufren.
¿Y ahora qué?
Trump ha cambiado las reglas del juego y los gobernadores deben decidir cómo moverse en este nuevo tablero. Si se enfrentan demasiado a la Casa Blanca, pueden perder apoyo clave. Si se alinean sin cuestionar, pueden quedar atrapados en políticas que perjudiquen a sus propios estados.
El camino está lleno de riesgos y cada decisión puede hacerlos ganar o perder influencia. ¿Lograrán encontrar el equilibrio o quedarán atrapados en el pantano de la política trumpista? Lo sabremos en los próximos meses.
Por Redacción El Tiempo Latino
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