CaigaQuienCaiga.net

#NoticiaNacionales

Hay que creerle a Trump, Por: Humberto González Briceño

Donald Trump ha dicho que no tiene “ola”, que no busca intervenir en Venezuela ni en ningún otro país. Lo dijo con la naturalidad de quien no necesita demostrar fuerza, porque ya la tiene. En boca de cualquier otro, sonaría a desinterés. En la suya, basta una frase para que en Miraflores tiemblen los vasos.

El chavismo lleva años viviendo con un trauma geopolítico: el fantasma de una intervención. Esa palabra —intervención— es su coartada perfecta. Con ella justifica la militarización del país, la censura, la persecución y la miseria organizada. Si no hay pan ni medicinas, es culpa del “imperio”. Si hay presos políticos, sabotajes o apagones, es culpa del “imperio”. Sin ese enemigo externo, el régimen se quedaría sin relato y sin excusas.

Por eso, cada vez que en Washington alguien pronuncia la palabra Venezuela, el aparato chavista se activa. No para defender la soberanía, sino para fabricar miedo. Una eventual “ola” de Trump les sirve más al poder que a la oposición: permite cerrar filas, vigilar cuarteles, reprimir protestas y prolongar la obediencia bajo el disfraz del patriotismo.

El chavismo conoce bien la utilidad del rumor. Sabe que no hace falta una flota ni un desembarco: basta la sombra de una amenaza para justificar la represión interna. Así ocurrió con la excusa del “magnicidio frustrado”, con las “conspiraciones” inventadas, con las purgas dentro de las Fuerzas Armadas. Siempre hay un enemigo a mano. Si no existe, se fabrica.

Mientras tanto, Trump juega su propio juego. Habla para su electorado, no para Caracas. Y cuando dice que no tiene ola, simplemente se distancia del intervencionismo clásico, el de los Bush y los Clinton, que gastaron más en guerras que en diplomacia. Pero el chavismo oye otra cosa: oye el preludio de una nueva ofensiva. Y reacciona como siempre, con más control, más propaganda, más miedo.

En realidad, el peligro no está en Trump, sino en cómo el régimen venezolano usa su nombre. Cada declaración extranjera se convierte en combustible para el discurso oficial, en materia prima para reforzar el aislamiento del país y presentar al dictador como víctima heroica de un asedio global. Una ficción útil, sostenida por los mismos que destruyeron la economía, la justicia y la dignidad nacional.

Lo paradójico es que, si algún día llegara de verdad una “ola” —de sanciones, presiones o cambios inesperados en el mapa del poder—, el chavismo no tendría a quién culpar más que a sí mismo. Porque fue él quien convirtió a Venezuela en una ruina geopolítica, dependiente del petróleo, de los militares y del miedo.

Trump, por ahora, puede decir lo que quiera. Pero el nerviosismo con que reaccionan los jerarcas del régimen demuestra que, aunque el ex presidente niegue la ola, en Caracas la sienten venir. Y no porque venga del norte, sino porque el país se hunde desde adentro.- @humbertotweets

Comment here