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La revolución del siglo XXI, resultó ser mafiosa Por Marlon Jiménez García

Muchos académicos, nacionales e internacionales por allá en los primeros años del siglo XXI, auguraban un éxito inmenso de la revolución del siglo XXI y del Chávez como su principal protagonista. Se discutían entre ellos, inclusive que, seria incorporada como una temática obligatoria, en los estudios de Ciencia Política en las mejores universidades del continente y del mundo. No pasó mucho tiempo para entender que todo no fue más que un salto al vacío. Todo ese discurso entró en barrena y generó, en corto tiempo, un rechazo contundente contra esa mentira continuada donde las consecuencias hablan por si solas: el latrocinio de los recursos económicos y minerales de la nación, la miseria atroz de más del 85% de su pueblo y el control absoluto del Estado. El tiempo es inexorable y decisivo de allí el efecto causado para comprender ese germen tan dañino y pernicioso que acabó con la vida en Venezuela, enlodando su buen nombre de otrora y convirtiendo sus indicadores sociales y económicos como los peores del mundo.

Para poder estudiar tan atípico fenómeno es necesario analizar primeramente el perfil del Chávez el autor intelectual y material de la catástrofe venezolana. Nadie mejor ni más objetivo para hacerlo, que un ilustre intelectual chileno (muchas veces nos hemos referido a él en estos escritos), Fernando Mires, quien reside en Alemania y es Profesor Universitario. En su obra Al Borde del Abismo.*colección Actualidad, Debate 2007 escribió: “Chávez es un gobernante que insulta a casi todo el mundo. Ni siquiera los Obispos y Cardenales de la Iglesia Católica escapan a su desmedida procacidad. Los de Chávez son insultos cuidadosamente programados destinados a crear una zona de hipertensión emocional e impedir así que la política se articule en torno a algo que no sea él mismo. De ese modo, neurotiza la vida política hasta tal punto que resulta en medio de tanta injuria que, los polos que se forman alrededor de su persona, puedan encontrar algún medio de civilización para la comunicación”. Ese discurso aberrante, solo seguido por los ignaros del PSUV, dió la partida en esa misma latitud geográfica a un porcentaje muy elevado de intelectuales de izquierda en el mundo y a su vez abortó para siempre ésas ideas primarias que se habían intentado cultivar en la academia.

Con la llegada del usurpador³ la corrida es total. No hay paragón posible para ningún análisis; éste malvado personaje es un detractor representante de un país invasor, inescrupuloso en su accionar, corrupto hasta los tuétanos y con un odio visceral ancestral al desarrollo potencial de los pueblos, al avance de la educación, a los adultos y con un amor desmedido por la riqueza personal,  familiar y de todos aquellos que son cómplices en el mantenimiento de la tiranía en el poder. El usurpador electo el 14 de abril de 2013 por una mínima diferencia sobre Capriles (Hugo, el pollo Carvajal, hoy su verdugo en la justicia de EE.UU afirma que esas elecciones las perdió igual que todas las posteriores), ha perdido en ese corto tiempo su poco capital político y hoy es un tipo fracasado, desprestigiado y rechazado por los mismos que alentaron en otrora al «encantador de serpientes», es decir, “al Chávez” que le precedió a la cabeza del régimen; entre otras razones por sus mentiras, por no cumplir sus promesas electorales, por no escuchar jamás los gritos y deseos del pueblo, por sus reiterados fracasos y por su política de indiferencia y pasividad ante el sufrimiento de los ciudadanos, la corrupción, las denuncias de narcotráfico sobre su persona, personeros del régimen comunista, fascista y mafioso, familiares suyos y el abuso de poder que está envenenando la economía y la política. El usurpador no escucha nada ni a nadie. No escucha los consejos del país: economistas especializados y con experiencia en el campo de la micro y macroeconomía, universidades, de la Academia de las Ciencias Económicas, Sociales y Políticas, de los trabajadores, de los empresarios, en fin de la sociedad civil en general, que le pide de manera urgente un cambio total y absoluto en los lineamientos, que de manera ideológica, ha venido primando en la economía en los últimos 15 años, para sacar del atolladero, casi criminal, a los venezolanos.

El régimen comunista, fascista y mafioso destruyó el aparato productivo (sector privado y los que se robaron), cuestión que se manifiesta directamente en una hambruna y en la ausencia de medicinas vitales para la vida, tanto en niños como en adultos, además de la inflación, la más alta del mundo, que desangra la nula capacidad salarial del pueblo. PDVSA quebrada por el manejo irresponsable que se hizo de sus recursos (ingresos de más de 1 billón de dólares), dilapidados de manera abrupta para vender una ideología decadente, asesina y todo lo que eso significa en el deterioro ético del régimen, coadyuvó de manera superlativa en el desmadre estructural del país.

 Hay tres tipos de sordos en política: los que no escuchan por arrogancia, los que no oyen por cobardía y los que no escuchan porque son cretinos o imbéciles; el usurpador cumple en su patología política con los tres. La economía persiste en ´´consultas oncológicas´´, debido, también, a la carga burocrática que es insostenible e incosteable. 5 vicepresidencias y más de 40 ministros y viceministros es una prueba de ello; sin meter los «vagos y maleantes»del PSUV, que detentan un salario solo para salir a hostigar en la calle a los que se oponen al desmadre causado. El daño realizado es irreversible, se necesitarían políticas económicas audaces e inteligentes para iniciar un proceso de cambio. Esa premisa ya es imposible de cumplir. La renuncia del usurpador, de inmediato, es lo mejor que le pudiera ocurrir al país y a su pueblo. Es imposible que a estas alturas con el deterioro inconmensurable de la calidad de vida ciudadana y con la incompetencia gubernamental de los comunistas, fascistas y mafiosos en el poder que se puedan abrir espacios para un cambio. No es fácil que la renuncia se de voluntariamente, en él no hay conciencia de la realidad (que le rodea); él está viviendo una utopía psíquica, patológica, con una ausencia objetiva de silogismo en sus propias decisiones que va a conducir, en el corto plazo por una salida no consensuada. Lo que quedará para el estudio en el futuro es: como un grupo de delincuentes e inescrupulosos, disfrazados de políticos, en nombre de la justicia social pudieron destruir el país más rico per cápita del continente en el menor tiempo posible.

Profesor Universitario

Marlons.jimenez55@gmail.com

Marlonj03650037 

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