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Opinión

El Nuevo Pacto Venezolano: Libertad, Capitalismo y Justicia para una Nación del Siglo XXI

Nuevo Pacto

En 1958, el Pacto de Punto Fijo marcó un antes y un después en la historia política de Venezuela. Fue un acuerdo entre las principales fuerzas democráticas del país para garantizar la alternancia pacífica en el poder, consolidar la democracia representativa y evitar el retorno de regímenes autoritarios. Gracias a ese pacto, Venezuela vivió décadas de estabilidad institucional, crecimiento económico y avances sociales sin precedente en la región. Sin embargo, con el tiempo, los vicios del clientelismo, la corrupción y el populismo erosionaron sus cimientos, abriendo paso a una era de autoritarismo, censura y colapso económico: la sórdida Era Chávez-Maduro.

Hoy, tenemos un presidente y se llama Edmundo González Urrutia, un diplomático sabio y audaz que pronto se juramentará para asumir las riendas de un pais destrozado tanto física como moralmente.

Los tiranos han comenzado a negociar cada uno por su parte y saben que deben ceder, por lo que el país se prepara para un renacimiento democrático. Esta vez, el desafío es mayor: no se trata solo de recuperar la democracia, sino de reinventarla. El nuevo pacto venezolano debe ser más ambicioso, más moderno y totalmente blindado contra los errores del pasado. Debe integrar la tecnología, el capitalismo competitivo y una justicia implacable para construir una nación libre, próspera y preparada para liderar en el siglo XXI.

La libertad como fundamento

La libertad no es solo un derecho; es el motor que impulsa la creatividad, la innovación y el progreso. En la Venezuela que se avecina, la libertad de expresión, de prensa, de asociación y de empresa deben ser sagradas. La censura, la persecución política y el control estatal de los medios deben quedar relegados al basurero de la historia. Según Reporteros Sin Fronteras, Venezuela ocupa el puesto 159 de 180 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa (2023). Esta realidad debe cambiar radicalmente si aspiramos a una sociedad vibrante y productiva.

Una ciudadanía libre es una ciudadanía empoderada. El nuevo pacto debe fomentar la participación activa de los venezolanos en la toma de decisiones, desde los cabildos municipales hasta las plataformas digitales de gobierno abierto. La libertad también implica responsabilidad: ciudadanos informados, críticos y comprometidos con el bien común. Solo así se podrá construir una democracia sólida, donde el poder emane del pueblo y no de una élite corrupta o militarizada.

Capitalismo Competitivo: El Motor del Crecimiento Sostenible

El modelo rentista y estatista ha fracasado. Venezuela necesita un giro radical hacia una economía de mercado abierta, competitiva y orientada a la innovación. Países como Taiwán, Israel y Corea del Sur lograron pasar de la pobreza al liderazgo tecnológico y económico gracias a políticas promercado, inversión en educación y apertura al comercio global. En 2022, Taiwán exportó más de $479 mil millones en bienes, con un PIB per cápita superior a $33,000. Venezuela, en contraste, cerró ese mismo año con un PIB per cápita de apenas $3,500 y una economía informal que supera el 50%.

El nuevo pacto debe incluir incentivos fiscales para emprendedores, seguridad jurídica para inversionistas y una reforma profunda del sistema tributario. La diáspora venezolana —más de 7 millones de personas— representa un capital humano invaluable que puede ser repatriado con políticas inteligentes. Programas de «retorno del talento» y zonas económicas especiales pueden convertir a Venezuela en un imán para la inversión y la innovación. El capitalismo no es el enemigo: es la herramienta para generar riqueza, empleo y dignidad.

Justicia y Estado de Derecho: El Blindaje Contra la Corrupción

Sin justicia, no hay república. La impunidad ha sido el caldo de cultivo de la corrupción, el abuso de poder y la destrucción institucional. El nuevo pacto debe garantizar una justicia independiente, profesional y digitalizada. Según Transparencia Internacional, Venezuela es el país más corrupto de América Latina, ocupando el puesto 177 de 180 en su índice global. Esta vergüenza debe ser erradicada con reformas estructurales y voluntad política.

La implementación de tecnologías como blockchain puede revolucionar la transparencia en la administración pública. Contratos inteligentes, trazabilidad de fondos y auditorías automatizadas pueden reducir drásticamente el margen para el desfalco. Además, se deben crear tribunales especializados en delitos de corrupción y establecer mecanismos de protección para denunciantes. La justicia no puede ser selectiva ni simbólica: debe ser efectiva, rápida y ejemplarizante.

La Plataforma del Nuevo Pacto

La Venezuela del siglo XXI debe ser una nación digital, conectada y tecnológicamente avanzada. La inteligencia artificial, el blockchain, la ciberseguridad y el gobierno digital no son lujos: son herramientas esenciales para modernizar el Estado, empoderar al ciudadano y blindar la democracia. Estonia, con apenas 1.3 millones de habitantes, ha logrado digitalizar el 99% de sus servicios públicos, reduciendo la corrupción y aumentando la eficiencia.

El nuevo pacto debe incluir una estrategia nacional de transformación digital, con inversión en infraestructura tecnológica, formación masiva en habilidades digitales y alianzas con el sector privado. Las universidades deben convertirse en centros de innovación, y los jóvenes en protagonistas del cambio. Venezuela tiene el talento humano; solo necesita el marco institucional y la visión estratégica para convertirse en un hub tecnológico regional.

Reconstrucción Social: Un País que Integra, No que Divide

La reconstrucción de Venezuela no puede limitarse a lo económico o institucional. Es necesario sanar las heridas sociales, reconciliar a los ciudadanos y reconstruir el tejido comunitario. La polarización, el odio y la exclusión deben ser reemplazados por una cultura de respeto, diálogo y cooperación. Programas de justicia transicional, memoria histórica y reparación a las víctimas son fundamentales para cerrar ciclos de dolor sin caer en la impunidad.

Además, se deben implementar políticas de reinserción laboral, formación técnica y emprendimiento para los sectores más vulnerables. La integración de exiliados, migrantes retornados y comunidades marginadas será clave para una Venezuela cohesionada y resiliente. El nuevo pacto debe ser inclusivo, meritocrático y orientado al bien común. Solo así se podrá construir una nación donde todos tengan un lugar y una oportunidad.

El Pacto que Puede Cambiarlo Todo

El nuevo pacto venezolano no es una utopía: es una necesidad histórica. Libertad, capitalismo, justicia y tecnología no son conceptos abstractos, sino pilares concretos para una nación moderna y próspera. Bajo el liderazgo del presidente Edmundo González Urrutia, Venezuela tiene la oportunidad de convertirse en un ejemplo regional de transformación democrática y desarrollo sostenible. Pero este pacto no será impuesto desde arriba: debe ser construido desde abajo, con la participación activa de cada ciudadano.

La historia nos llama a actuar con transparencia, valentía, visión y responsabilidad. El Pacto de Punto Fijo nos dio democracia; el nuevo pacto nos dará grandeza. Es hora de dejar atrás el pasado de miseria y autoritarismo, y abrazar un futuro de libertad, innovación y justicia.

Dayana Cristina Duzoglou Ledo

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