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#OPINION Por Antonio José Monagas: Atrincherados en el poder

Para el pusilánime, para el agazapado, “todo hueco es trinchera”. Todo escondrijo es cual muralla, lo suficientemente conforme para que funja de defensa ante la cobardía que lo apresa, lo amordaza y lo sujeta de manos, brazos y hasta de ideas.

Así es como se ven instancias de gobierno, indistintamente del lugar donde se radiquen, toda vez que sus decisiones son razones de escondrijo o escape. Aunque no sólo de escape o huida hacia delante o hacia atrás. También, como se dice, sus ejecutorias u órdenes de cual “comando mercenario”, evidencian un escape por la tangente. Parafraseando la teoría política, sus determinaciones revelan actos de traición a su propia palabra.

El hecho de presumir actuar a instancia de preceptos constitucionales, pero sin respeto a lo establecido taxativamente por la letra legislativa, es manifestación absoluta de “desacato” llano y simple. Aunque igualmente, puede considerarse como expresión de ramplona burla. O sea, sarcasmo o mofa de la peor calaña. Traición al mejor estilo arribista y orillero. 

Sin embargo, el problema de tanta desfachatez, obedece a distintas razones. Entre otras, y atendiendo la importancia de causa, cabe mencionar la razón de tipo meramente política. Pero no política en el entendido del concepto más elevado de “política”. Sino según lo que el término “política”, descubre de cara a burdos intereses facinerosos y groseramente viscerales.  

Otras razones que explicativas del problema

Otra razón que explica la gruesa irreverencia de gobiernos autoritarios hacia el más auténtico significado vocablos como “patria”, “soberanía” o “estado de derecho”, entre otros, se encuentra en el fondo de lo que cada “cabeza empoderada” puede contener. De manera de ostentar la posibilidad de disfrutar la vida en su más excelsa plenitud, “vacilándosela.” Donde mejor pueda. Y que efectivamente, no sería en Venezuela, pues en este país no podría, ni tampoco debería por simple deducción al absurdo, un revolucionario quitarse el disfraz de “socialista” ya que sería un desparpajo de absoluta irreverencia. Lo haría donde su “narrativa” le rinda los mejores beneficios. 

Estas dos razones, entre muchas de igual repercusión, incluso moral, ética y hasta de corte histórico, dejan al descubierto lo que encubren las múltiples medidas políticas profundamente contradictorias. Pues solamente dejarían ver aparatos de gobierno vulgares, arrogantes, ineptos, soberbios, insolentes, confundidos, equivocados y obstinadamente, atrincherados en el poder.

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