Los ecos de aquel grito de combate que convocó a millones de venezolanos se desvanecen. No porque la consigna haya perdido su pertinencia histórica sino porque su abanderada la cambió por serpentina electoral. La frase acuñada por María Corina Machado “En tiranía no se vota” muy lejos de ser un slogan de marketing es -¿era?- toda una propuesta para la acción política que con sencillez y claridad resolvía lo que la falsa oposición venezolana no ha podido resolver en dos décadas para sacar al chavismo del poder.
El primer problema, y quizás el más importante de todos, es definir y caracterizar a quien nos enfrentamos.
¿Es lo que tenemos al frente simplemente un mal gobierno? ¿Es un gobierno autoritario electo democráticamente? ¿Es una dictadura? ¿O acaso un tipo especial de Estado fallido?
Desde un principio, en 1999, la falsa oposición venezolana, entonces Coordinadora Democrática, se decantó por la tesis de confrontar al chavismo como a cualquier otro mal gobierno que, dadas las condiciones y garantías constitucionales, podría ser sustituido por la vía electoral.
Quizás en 1999 y en los primeros años de la era chavista esta política pudo tener una justificación porque el chavismo aún no había tomado control pleno de las instituciones del Estado Venezolano tales como los poderes legislativos, judicial y militar.
Y subrayamos quizás porque ya en 1999 con la Constitución aprobada ese año resultaba obvio que el chavismo iba rumbo a sustituir al Estado nacional venezolano por el Estado chavista.
María Corina Machado tuvo un primer acierto en caracterizar correctamente a ese régimen político como una tiranía en la que una camarilla se impone por la violencia y gobierna con desprecio de ley (aunque sea la suya propia) y la justicia.
Esta tiranía chavista resume todos los vicios de un mal gobierno pero además los de un Estado o régimen político que usando la fuerza contra la población civil desarmada define el marco de su legalidad con base a los intereses de la oligarquía que gobierna, no los de la nación venezolana.
A este acierto de definir con precisión a lo que nos enfrentamos se suma el segundo componente de la ecuación que vendría a ser una tesis para la acción política: No votar, no hacerse partícipe de las farsas electorales de la tiranía para darle legitimidad a su sospechoso hedor democrático.
Pero ¿por qué no votar en tiranía si la mayoría de los ciudadanos la rechaza y la desprecia?
Porque a diferencia de los regímenes políticos basados en un estado de derecho en una tiranía no existen condiciones ni garantías para que la voluntad de los ciudadanos sea respetada jamás. Y si estas condiciones existen no pasan de ser un adorno democrático o papel mojado como ocurre en Venezuela.
Entonces, “En Tiranía no se vota” es una propuesta política que quiere decir primero hay que cambiar el régimen político chavista y destruir su pseudo legalidad para entonces sí construir un Estado de orden y leyes donde haya condiciones y garantías democráticas para la participación electoral de todos los ciudadanos.
En otras palabras la lucha debe ser por cambiar totalmente el régimen político de la Constitución de 1999, no buscar un mero cambio de gobierno en unas elecciones donde el régimen decide la fecha, quienes serán los candidatos, cuenta los votos y proclama al ganador.
Desgraciadamente para quienes creyeron -creímos- en María Corina Machado ella sin previo aviso y sin decir adiós abandonó una línea política de lucha que merecía ser profundizada.
De un día para otro la cautivadora y vibrante María Corina sería seducida por las ilusiones electorales de la falsa oposición como se le identifica a todo aquel que pretende un cambio por la vía electoral dentro de la legalidad del régimen chavista.
Montada en la ola de una popularidad, bien ganada diciendo una cosa, María Corina Machado ganó cómodamente la Primaria de la falsa oposición para comenzar a decir algo totalmente diferente.
Porque si es cierto que en tiranía no se vota y ahora María Corina llama a votar es porque seguramente esto milagrosamente ya dejó de ser una tiranía y entonces ahora sí deberíamos ir todos a votar.
Al final María Corina ha terminado abrazada a la tesis política de la falsa oposición según la cual esto es un mal gobierno del cual se puede salir por elecciones.
Sin embargo, la admiración y el respeto que aún le mantienen miles de venezolanos lleva a que muchos de ellos, aún perplejos ante la monumental incoherencia, le concedan el beneficio de la duda.
¿Y si ella sabe algo que nosotros no sabemos? ¿Y si ella tiene el apoyo de presidentes y países que se activarán en su debido momento? Su misma retórica, una vez conocida la caricaturesca inhabilitación por parte del TSJ, anima a creer que hay esperanza y esta es electoral:
“Maduro y su sistema criminal escogieron el peor camino para ellos: unas elecciones fraudulentas. Eso no va a pasar.”.
Las diferencias entre la falsa oposición y su candidata quedaron en el pasado y solo son recordadas como nimiedades.
Hoy todos gritan con más vehemencia que los chavistas “Nadie nos sacará de la vía electoral”. No importa que el régimen chavista inhabilite candidatos, haga trampa, meta más presos, torture, y hasta asesine. Nada de eso importa porque somos demócratas y nadie nos sacará de la vía electoral…
Y así es como le gusta hacer política al chavismo. Cuanto más humilla y ultraja a su falsa oposición esta se esmera en buscar nuevas formas para servirle.
Lo que en verdad sorprende no es que María Corina Machado haya sido inhabilitada por el Tribunal Supremo de Justicia chavista. ¿Y eso no es lo que precisamente hace una tiranía? Lo que sorprende es que ella se preste para esto y lo justifique como la única forma para salir del chavismo.
Lo que veremos en los próximos días es a una María Corina dando vueltas hasta el final en el laberinto de la legalidad chavista.
Exigiendo que se cumplan los acuerdos de Barbados, pidiéndole a la comunidad internacional que intervenga, solicitando a los Estados Unidos que haga algo…que alguien, por el amor a Dios, obligue a los chavistas a cumplir su palabra!
En ese laberinto de tecnicismos, pies de página y trampas legales no hay solución posible para Venezuela.
En los próximos meses los dueños de las franquicias partidistas de la falsa oposición tendrán que resolver si buscan a otro candidato y sacrifican a María Corina, con su carisma y popularidad, o si por el contrario se inmolan todos agarraditos de las manos coreando “Nadie nos sacará de la vía electoral” y “Dentro de la Constitución (de 1999) todo, fuera de ella nada”
Da igual lo que hagan porque esta no es la primera vez, ni será la última, que el chavismo vaya sólo a una farsa electoral. Y que los falsos opositores no vengan a decir que eso es mejor para que el chavismo quede al desnudo ante la comunidad internacional. Como si los chavistas alguna vez hubiesen tenido algún pudor…
Humberto González Briceño
Maestría en Negociación y Conflicto
California State University
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