“No me hables, si quieres, no me toques, no me conozcas más, yo ya no existo. Yo soy sólo la vida que te acosa y tú eres la muerte que resisto”. Jaime Sabines
Recientemente, han circulado rumores tanto en los pasillos de la Corte Penal Internacional (CPI) como en todo el globo terráqueo, particularmente donde arrecian los crímenes de lesa humanidad, que han desatado una serie de especulaciones sobre la vida personal y profesional de Karim Khan, el actual Fiscal de la CPI. Ese eso hecho, de por sí, más que lamentable, es alto preocupante.
Estas informaciones, caracterizadas por su naturaleza sensacionalista, incluyen acusaciones de conductas inapropiadas y secretos lujuriosos que han capturado la atención y el morbo de millones de ciudadanos del mundo. Khan, quien está al frente de investigaciones sobre crímenes de lesa humanidad en Venezuela y ha solicitado órdenes de arresto contra líderes israelíes y el soberano ruso por presuntos crímenes de guerra, marcando un contraste poco halagador de cara a la situación venezolana, se enfrenta a serias denuncias de conducta sexual inapropiada.
Según informes recientes, se le acusa de intentar coaccionar a una empleada para mantener relaciones sexuales y de haberle “metido mano” (en el argot popular) sin su consentimiento. A pesar de que Khan niega estas acusaciones, pues serían infundadas, la situación ha generado un clima de tensión en la CPI.
La gravedad de las acusaciones ha llevado a la CPI a iniciar una investigación interna para determinar si Khan incurrió en “mala praxis”, un bonito término para sortear aquello de “meter mano” o “manosear”, que habría sido lo hecho por el presunto picarón de Khan.
Sin embargo, el proceso ha sido cuestionado por la supuesta víctima, quien expresó desconfianza hacia el mecanismo interno del tribunal y ha solicitado una investigación externa. Imagínense ustedes, no es poca cosa, este contexto no solo plantea serias interrogantes sobre la conducta del fiscal muy dado a tomar café en Miraflores, sino también sobre la integridad y funcionamiento del propio organismo internacional. O sea, una supuesta metidita de mano, haría pensar que el órgano jurisdiccional internacional en el que millones de ciudadanos tienen cifradas sus esperanzas no sería confiable.
Así las cosas, Khan continúa su labor en la CPI, enfrentando tanto desafíos legales como una creciente presión pública. La combinación de su trabajo en casos de alto perfil (que incluye procrastinación en la Situación Venezuela I) y las acusaciones personales crea un escenario complejo que podría tener repercusiones significativas para su carrera y para la reputación de la CPI en su conjunto.
Los escarceos y las polémicas relacionados con el sexo y la política están íntimamente ligados y a la orden del día. La única diferencia es que algunos dimiten o le fuerzan a ello, mientras otros se aferran al cargo. Hay casos memorables: Manuel Valls, Rey Carlos III, Bill Clinton, Karina Bolaños, Silvio Berlusconi, el mismísimo Donald Trump, entre otros. Eso es en otras latitudes, porque por estos lares tales ligerezas o apasionamientos no pasan de ser un buen ingrediente para chismes, no es mal de morir, según la sabiduría popular vernácula.
Si la sexualidad es política es porque el deseo lo es. Es decir, porque el deseo (en sus alcances y sus límites) da forma a tipos de relacionamiento con el otro, y a sentidos y reificaciones sobre el tipo de relaciones (sociales, sexuales) permitidas, estimuladas o prohibidas.
Hoy está señalado Karim Khan con una conducta que involucraría solicitudes o requerimientos de carácter sexual no consentidos, y que generó un ambiente ofensivo en el trabajo con una abogada, igual de ofensivo se muestra al no solicitar con tan presteza como lo hizo con su colega las órdenes de captura o comparecencia que esperamos de él.
Parece ser que, sobre el Karim, cayó una maldición judía, de esas que surten efectos por más de mil años, con mayor razón porque habría intentado silenciar a la supuesta víctima de su “conducta sexual inapropiada” para que negara las alegaciones contra él y diera el caso por cerrado.
¿Cierto o falso? Creo que el tema no es la verdad o falsedad de tales señalamientos, el punto es, primero, un funcionario de ese nivel y alcance no debería verse bajo ninguna circunstancia en un contexto generador de dudas sobre su actuación, al verse inmiscuido en esos dimes y diretes crea un ambiente de desaliento con repercusiones insondables en las víctimas de crímenes de lesa humanidad, quienes a su vez, segundo, sienten que son revictimizadas por la falta de una actuación contundente de la CPI frente a estos dimes y diretes, dando lugar por igual al desaliento que produce ver a esta corte internacional inerme o apática, cuando al menos debería poner coto a esta situación despejando dudas con medidas internas como propiciar la inhibición o separación de Khan en la Situación Venezuela I.
Los venezolanos estamos no sólo estamos a la expectativa, sino que toda esta situación nos da como mala espina, pareciera ser una operación ideada por zagaletones de alto perfil para salir incólumes de los procesos que se les sigue ante esa instancia judicial internacional y Khan estaría sacando provecho.
Dicho así, no por ligereza, sino por simple lógica de cara a las actuaciones del Fiscal Karim Khan y su acercamiento obsceno a quienes son objeto de investigación sobre crímenes de lesa humanidad, mientras las víctimas le producirían cierto prurito, al punto de no incluirlas en su agenda en los viajes que ha hecho a Venezuela, entonces ¿sería lógico pensar que las favorecerá con sus decisiones?
Ojo, esto es una simple deducción lógica, ramplona, pero difícil de controvertir en un contexto en el que las dilaciones del Karim ya marcarían una tendencia cuasi irreversible favorable al régimen. Solo por eso y la supuesta metidita de mano a una subordinada suya, a estas horas la CPI lo tendría que haber guindado de las esféricas, pero no hacerlo estaría cohonestando las dilaciones y distracciones de este pícaro fiscal en la Situación Venezuela I.
Cierto, la presunción de inocencia es un derecho humano que establece que toda persona acusada de un delito se considera inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo cual no obsta para que le digan a Khan, épale compadre hágase a un lado, nos está poniendo en tela de juicio a todos.
¿Será que hay un complot para erosionar la majestad institucional de la CPI? A todo evento, espero que la verdad salga a la luz pública en este caso, en el que están señalando al Fiscal Jefe de la CPI, Karim Khan, como el acosador jurista.
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