Si pudiéramos recordar todos los años vividos por todas las generaciones de venezolanos y los que todavía no lo eran, pues, los recuerdos cubren los tiempos vividos antes de que fuéramos nación y Estado, incluso, que pasaran todos los años que tenemos por vivir, nunca, pero nunca, ha habido y, hemos vivido y sufrido un lenguaje tan brutal y de “una crueldad tan descarnada y descarada” como la que hablan y gritan, los hombres que en los últimos años, ocupan la cúpula del poder en Venezuela. Un ejemplo de tal brutalidad es la expresión :
“Habrá un baño de sangre” cuya autoría corresponde a Maduro quien la convirtió en hechos, con un saldo de 25 asesinados y más de 2 mil detenidos por manifestar contra el fraude electoral.
El régimen ha usado otras frases de una enorme crueldad, pero, estas las ha travestido de villancicos navideños, como, ha sido el caso de la “Operación Tun Tun” expresión tomada del villancicos “Tun Tun quien es… gente de paz”, solo que quienes han entrado lo han hecho tumbando puertas, ventanas y paredes, llevándose detenida, arrastrando, por el piso a comunicadores sociales, líderes políticos, dirigentes comunitarios y a simples ciudadanos que se hicieron algún “selfie” en manifestaciones de protestas posterior al 28 de julio.
Son los agentes de la represión de Cabello, Padrino, Hernández Dala y Tarek w. Saab.
Es una represión ejercida acompañada del lenguaje de odio que ha profundizando el dolor, el sufrimiento y el hartazgo que la gente siente por el régimen y sus jefes.
Las heridas abiertas serán difícil de cerrar y marcarán la transición por venir en la que la gente pide que su realización y consolidación no puede hacerse con la impunidad de los responsables de crímenes de lesa humanidad.
Es un desencuentro que no tiene vuelta atrás y no hay posibilidad alguna de reconstruir los viejos afectos que alguna vez pudo despertar.
¿ Qué le queda al régimen? Le queda la fuerza, acompañada por algo que siempre lo han tenido presente desde, el gobierno de Chávez: la capacidad de humillar a los “otros” como atributo del poder.
Esto último les funcionó con Chávez en el poder. El comandante se lo Gozo humillando y burlándose de los opositores a quienes llamó escuálidos, vende patrias, apátridas, lacayos del imperio, pitiyankis, “frijolito” a Salas Romero, “filósofo y ladrón de siete suelas” a Manuel Rosales y “majunche y mariposon” a Enrique Capriles. Chávez llegó hacerlo contra sus propios “camaradas”, así, Maduro fue objeto de sus burlas y de su particular crueldad, y al designado por él para sucederle en caso de un resultado fatal de su enfermedad , le enrostro con sarcasmo su proverbial incapacidad para resolver “algunas encomiendas”.
Pero su blanco favorito fue Diosdado Cabello a quien hasta le llegó a reclamar por presupuestos para obras que no se ejecutaban y el dinero no aparecía.
Pero, en honor a la verdad, también lo lisonjeaba a veces con expresiones sarcásticas qué llegaron hacer pensar a algunos que Cabello era un poco raro o el mismo Chávez, por ejemplo, aquella observación que el comandante hizo sobre los ojos verdes y pestañas de Cabello, las más lindas que el comandante había visto y Cabello se ponía rojo, rojito.
Pero hoy, ese lenguaje humillante, aunque sigue presente en cada alocución de cualquier alto funcionario del régimen, no les funciona, pues carece de la efectividad comunicacional qué el liderazgo y carisma de Chávez le imprimía (hasta el punto que sus decires se convertía rápidamente en parte del habla cotidiana de los venezolanos).
Un ejemplo de su ineficiencia actual es el tratamiento que diseñaron contra Edmundo Gonzales Urrutia y la misma MCM, a los que se les ha tratado de cancelar pero en lugar de eso potenciaron el liderazgo de ambos.
De tal manera que al régimen solo le queda el ejercicio de la represión, tarea que ejecutan con meticulosa crueldad qué va desde asesinatos, desapariciones forzadas, torturas, tratos o penas crueles inhumana y degradantes, violencia sexual contra adolescentes, detenciones arbitrarias y un largo etc.
Eso es lo único que les queda y eso habla no de fortaleza del régimen, sino al contrario, habla del miedo que se ha entronizado en su seno.
Como dice la poeta Maya Angelou, citada por Irene Vallejo en “La vieja crueldad presume de juventud”:
“El miedo provoca la mayoría de las crueldades. En realidad no es sino impotencia ataviada de prepotencia”.
Y es que la violencia, como dice Irene Vallejo, es solo un acto de debilidad.
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