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#OPINION Por Soc. Ender Arenas Barrios: Retrato del fiscal de la vileza

En verdad, todo el régimen puede calificarse de vil y este tiempo vivido califica para ser llamado “El tiempo de la vileza”.

Han sido veinte y tantos años en la que se ha naturalizado la ruina y se ha materializado la mentira como forma de hacer política y gobierno.

Les confieso, un poco con vergüenza, porque puede pensarse que exagero la arr… que le tengo, pero es que mis rencores con respecto a algunos personeros del régimen suelen ser lentos. Uno de esos personajes, depositario de mis más recalcitrantes rencores, es el fiscal general Tarek William Saab quien funge de instrumento del régimen para negar la vida de los demás.

Creo que no soy el único venezolano, que alberga, digamos, para no ser tan extremo, un inconmensurable rechazo a las palabras del fiscal, pero como no tenerlo, como no voy a detestarlo, si ahora mismo, lo mismo que 8 millones de venezolanos que han tenido que salir huyendo del país, estoy más o menos perdido sin encontrar mi lugar en este país donde ahora vivo y, quien me pone los pies en tierra, es mi hija que me recuerda que no tengo nada que hacer en mi país, que no tengo casa, que no tengo trabajo, que casi no tengo familia y que me sentencia, dejándome sin palabras, diciéndome que, allí, no hay manera de dejar de estar solo, porque en todo este tiempo, en el que ha gobernado ese disparate, cada uno de sus habitantes ha construido un país para sí mismo, solo que cada país construido, también está roto.

¡Ah! El fiscal, uno ve su imagen en la televisión durante el anuncio de las más estrambóticas denuncias, persecuciones, presentación de videos con senda confesiones arrancadas a fuerza de tortura de involucrados en corrupción, planes magnicidas, actos terroristas, etc.

Allí esta, de nuevo, en televisión, como siempre, acusando, persiguiendo, amenazando. Su reino es el micrófono.

 Vemos su cara que está casi cubierta casi en su totalidad, por dos grandes ojeras, sus cejas están perfiladas, los labios brotados, como inflamados por la desmesura del bótox inyectado, que me recuerdan las mandoquitas que vende la señora María frente al colegio El Pilar de Maracaibo, sus raros tatuajes que se asoman en el cuello y en las muñecas y su particular corte de pelo, configuran una “facha” desagradable.

Pero, lo peor del fiscal no es su apariencia física, sin dejar de serlo.

Lo peor del fiscal es la narrativa que se ha inventado para acusar, perseguir, meter presos, sin prueba alguna a dirigentes políticos, periodistas, opinadores, gente de a pie que grita el hartazgo que el régimen le produce.

Esta semana se le ocurrió acusar a “Armando.Info”, Sebastiana Barráez y otros periodistas de estar involucrados con Tarek el Aissami en el caso PDVSA-cripto.

La cuestión ha terminado por no funcionarle, porque el trabajo de investigación realizado por los denunciados recoge en una cantidad considerable de trabajos que señalan abiertamente al poderoso El Aissami en la descomunal corrupción cometida en la industria petrolera.

Algunas veces, justamente, cuando ocurre que nadie se come los cuentos de sus acusaciones entonces, se afana por parecer “un fiscal de verdad” y se aventura a ir a casos cotidianos, que se alejan de sus actuaciones políticas.

Entonces, descansa de perseguir a opositores, solo por un rato, y, se dedica, por ejemplo, a perseguir a quienes acusa de violar los derechos de los animales.

En este sentido, hay un número significativos de casos, de personas enviadas a prisión por haber dado una patada a un perro o “jalado el rabo a un gato”.

Aunque en su descargo, aún cuando “los derechos humanos” son un constructo socialmente producido para los humanos, nadie tiene porque ir por la calle dándole patadas a cuanto animal encuentre en su camino o causándole dolor o muerte

Pero, estas acciones no le eximen de las cochinadas que ha cometido con la gran cantidad de gente inocente a quien le ha arruinado la vida. La mayoría de ellas hoy en el exilio, esa cosa de las que a veces significa morir un poco.

No sé en qué momento, Tarek W. Saab, dejó de ser el defensor de los derechos humanos para convertirse en el violador de los mismos que es hoy.

No sé si en algún momento de su vida pensará en lo lejos que ha quedado su pasado, no sé si tendrá el valor para reconocer lo que se ha alejado de este.

Tal vez lo mejor de él, es su poemita: “Llueve…Escampa”, Porque, no es gran cosa, pero, por lo menos, no le hace daño a nadie.

@enderbarrios

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