Leo un extracto de lo dicho por el relator independiente de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Michel Fakri, después de su visita a Venezuela, especialmente, al Distrito Capital, Miranda, Zulia, Sucre y Anzoátegui: “aún hay hambre y desnutrición en Venezuela debido a la merma del poder adquisitivo de la población…” Acto seguido puso en evidencia la situación de niños, mujeres, adultos mayores, población indígena y Lgbti, quienes se enfrentan a dificultades en el acceso a alimentos, no tienen recursos para comprarlos o mantener una dieta adecuada e incluso recurren al sexo transaccional para poder garantizar un plato de comida en su mesa.
Esa es la realidad.
Más tarde, leo las reseñas sobre la presentación de Luis Miguel, llamado “El Sol de México”. El tipo entra al escenario, sin decir el usual: “Bueeeenas noooches Venezuela. Los amo muuuuucho”. La esposa de Maikel Moreno, (ex presidente del TSJ, ahora solo magistrado de la misma y antes, mucho antes, de la llegada del chavismo propietario de un amplio prontuario policial), que está en la zona “Diamante Fans” que cuesta mil dólares, aunque esta encandilada por “El sol de México”, hace un mohín propio de una ex miss enchufada y dice a sus acompañantes “que mal educado, ni Nacho, hubiese obviado gritar “Buenas Noches”. Pero, allí, está el español, que es el “Sol de México”, cantando “Cuando calienta el sol aquí en la playa/Siento tu cuerpo vibrar cerca de mi/Es tu palpitar/Es tu cara/Es tu pelo/Son tus besos/Me estremezco, oh, oh, oh!
El concierto estaba full. Dicen, como suele hacerlo el venezolano, “que todo el mundo” estaba allí. Las entradas iban desde los 1000 dólares, de la “Suite Diamante fans”, 800 dólares de la “Suite Platinum” hasta llegar a la popular zona bronce de 50 dólares.
Esta es la fantasía.
Bueno, presumo que la expresión de “Allí estaba todo el mundo” es propio de la Venezuela de estos tiempos: la misma gente en los mismos lugares siempre: los que siempre han tenido y los que ahora tienen por sus contactos con el régimen (se les conoce popularmente como “enchufados”), que son los realmente habituales, se les ha agregado los que no tienen pero que reciben una modesta ayuda del familiar que esta fuera del país, y los que no tienen, pero la verdad es que yo no sé cómo lo hacen, pero allí están…. en la zona bronce.
Así que se ven las mismas caras, las mismas chequeras en los restaurantes de lujos, en las zonas “diamantes, Platinum, esmeraldas y zafiros” de los conciertos etc. Me imagino que la gente que asistió a la zona bronce con los últimos 50 dólares de la remesa que le envío el familiar migrante que trabaja duro en cualquier parte del mundo donde han ido a parar nuestros huesos dicen para sus adentro: “un gusto bien vale un día sin desayuno”
Leo ahora, sobre la desaparición forzada de la activista por los derechos humanos y especialista en el área militar, Rocío San Miguel y la desaparición forzada “breve” de algunos de sus familiares, en esa especie de castigo nazi-fascista conocido como Sippenhaft que es una forma de tortura, que consiste en el castigo al entorno del perseguido, por responsabilidad familiar. El régimen en estos días, ha estallado en excesos criminales.
Esta vez, veo, el video que hizo un señor que tuvo la ocurrencia de grabar a Alex Saab de compras en una tienda en Margarita. No faltaba más, cómo pudo ocurrírsele grabar a semejante prócer de la pulcritud y la moral, así que el señor en cuestión fue desaparecido y ha reaparecido días después en el DGICIM. Esta demás decir, que ambos casos califican, como tantos otros, en los anales de “la historia universal de la infamia”.
He leído notas de preocupación por lo que sucede en el país, especialmente, en los últimos días. La detención de la señora San Miguel, ha causado alarma de instituciones y de gobiernos que han roto el silencio irrazonable que han mantenido desde hace rato sobre la situación venezolana. A última hora, en el momento de escribir estas líneas, el régimen ha expulsado del país a funcionarios del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, porque al régimen le molesta que lo pillen violando los derechos humanos.
Pero créanme, y esto es solo una opinión personalísima y tal vez construida por una falsa percepción, no sé si esta preocupación está siendo vivida por el venezolano de a pie. Ese que todos sabemos que sufre en un país apolillado y a los que, a veces, me da la impresión de que son víctimas voluntarias del decorado artificioso de las burbujas construidas por el régimen para dar la impresión de que hemos vuelto a ser el país que alguna vez fuimos.
Quiero creer que el venezolano es un gran actor colectivo, que finge estar cantando “Cuando calienta el sol” para lo que ha pagado 50 dólares de la compra de alimentos de los siguientes dos días. Que solo espera el momento para volcarse a las urnas cuando se produzcan las elecciones y un 80% le haga la señal de costumbre al chavismo y le expulse de Miraflores.
Quiero creer, que está actuando para confundir al régimen, que no ha olvidado a la gente que se pudre en las cárceles, que desaparecen en casas clandestinas de torturas. Que no ha olvidado que hay gente que solo come una vez al día.
Quiero creer, que la gente que suele ir a la “zona bronce” de los conciertos que ya hace economías para ir a ver a Karol G o Maluma, solo lo hace para disimular. Que la fiesta perpetua anunciada por un tal Omar Enrique un empresario que dice ser cantante es una verdadera ofensa sin sentido.
Quiero creer eso, aunque veo a demasiadas Yubiribisaidas, Winkelmans, y también, a muchas Carolyn Patricia, esperando el gran concierto de un cantante llamado Morat…. Espero que estén haciendo la actuación de su vida.
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