El candidato opositor venezolano pasó cinco años en prisión, acusado de planificar un atentado contra Maduro. Cree que hay que participar en las elecciones para “minar” al chavismo
Lo que corre por la calle en esta nueva víspera electoral en Venezuela son preguntas y desconfianza. Responde Juan Requesens a estas inquietudes con claridad.
El chavismo ha convocado apresuradamente para el 25 de mayo los comicios regionales y parlamentarios. El objetivo es terminar de pasar la página del 28 de julio.
Esa enorme grieta se abrió en la crisis política venezolana. Entonces la oposición denunció que más del 80% de las actas le otorgaban un triunfo rotundo.
Sin embargo, Nicolás Maduro se proclamó ganador sin mostrar las pruebas. Con estas premisas, las encuestadoras estiman una de las participaciones más bajas de la historia reciente. La afluencia apenas rondaría el 30%.
La Plataforma Unitaria y los sectores que orbitan en torno a María Corina Machado tienen un liderazgo respaldado en primarias y con peso propio.
Ellos han llamado a la abstención. Otro grupo de dirigentes, encabezado por Henrique Capriles —habilitado para participar, de forma sorpresiva, asegura— y Manuel Rosales insisten en desafiar al chavismo con los votos.
Pese a que coinciden con el otro sector en el diagnóstico sobre lo que pasó en las presidenciales el año pasado.
“Si votamos, nada nos asegura que no nos vuelvan a robar, pero si no votamos seguro se vana quedar con todo”. Así responde Juan Requesens, candidato a la Gobernación de Miranda, un territorio clave que incluye parte del área metropolitana de Caracas. El político va repartiendo por la calle volantes con su foto los recursos mínimos de un candidato. Pero la gente lo reconoce, sobre todo, porque estuvo dos años preso en la cárcel del Helicoide y otros tres en arresto domiciliario.
Requesens está haciendo un recorrido por Colinas de Bello Monte, en el municipio Baruta de Caracas.
Este es un sector opositor de clase media donde en otros años se libraron violentas batallas de manifestantes en contra del Gobierno de Nicolás Maduro. Las batallas fueron severamente reprimidas por los cuerpos de seguridad. Esas mismas calles hoy tienen poco movimiento. No queda huella de las barricadas y los perdigones. Hay gente en las panaderías tomando café al final de la tarde. En la conversación no estaba el tema de las elecciones hasta que entra enérgico Requesens.
“¿Qué es lo que hay que hacer entonces?”.
La pregunta de un vecino hace argumentar Requesens por enésima vez sobre “la importancia de recuperar para la oposición la gobernación de Miranda”. Esta gobernación hace una década la encabezó Capriles.
En otra carta para convencer a la gente, dibuja la versión “apocalíptica”.
Según esta versión, la abstención haría que en las futuras elecciones de alcaldes, este municipio termine en manos del PSUV. Sería la primera vez en su historia.
“¿Qué garantías hay de que si ganas te entreguen la gobernación?”, se oye en medio de la charla de vecinos que ha interrumpido la presencia de Requesens. “Ninguna”, dice. “Vivir en Venezuela es vivir sin garantías. Mientras se pueda pelear lo voy a hacer”. Casi todos terminan asintiendo.
“¿Pero eso no es lo dice María Corina?”. Después de avanzar unidos a las presidenciales del 28 de julio, los distintos grupos de la oposición han vuelto a dividirse. Los que participan lo hacen en peores condiciones. A los candidatos se les va la campaña en explicar por qué hay que votar, poco importan sus propuestas que tengan.
“Nosotros somos la misma gente que votó por Edmundo [González],pero tenemos diferencias sobre lo que hay que hacer en estas elecciones. Creemos que hay que buscar otros mecanismos para minar las instituciones y promover el cambio”.
Así responde a las suspicacias. A algunos parece haber convencido esta semana en la que Machado también habló con los ciudadanos por sus redes sociales. La dirigente hizo un nuevo llamado expreso ano votar el 25 de mayo para boicotear los planes del chavismo.
Por su lado, desde el Gobierno, el ministro de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, ha acusado a la dirigente que está en la clandestinidad desde hace nueve meses.
El ministro la acusa de planificar acciones violentas para el día de las elecciones.
Ese es el ambiente en el que se votará el próximo domingo. Para el candidato opositor, la diferencia de agendas no debe ser usada para hacer acusaciones de traición. Esta es una de las narrativas que ha calado contra el sector que está participando. Según dicha narrativa, la concurrencia a las urnas da estabilidad al chavismo. “En Venezuela no hay nada normalizable”, dice a EL PAÍS. Mientras camina cuadras arriba y abajo, pide votos.
En la calle se ha cruzado con gente que le envió comida y libros cuando estaba preso. De esto habla poco en su campaña. “Nosotros no podemos dejar de pelear el 28. Pero no podemos paralizar todo por el 28”, señala en referencia a los resultados de las presidenciales del 28 de julio.
“Creo que el mayor reto es entender que estamos en un entorno complejo. Toca dar peleas institucionales para conquistar espacios institucionales. Cuando nos hemos retirado de todo hemos perdido vasos comunicantes. Perderlos nos separa de esos actores con los que hay que negociar la transición”, continúa.
Prioridad en la transición
Requesens tiene 36 años. Empezó en la política con la beligerancia de la dirigencia estudiantil universitaria. Finalmente terminó de formarse en la Fundación Pablo Iglesias del PSOE.
Así se hizo diputado de la Asamblea Nacional de 2015, conquistada por la oposición y luego descabezada por el Gobierno y su control absoluto de los poderes.
Este episodio ahora lo interpreta de una forma distinta:
“Reconozco que es muy fácil postanalizar. Pero en 2015 el problema fue pensar que si ganábamos la elección, podíamos ir contra todo”, dice.
“El Gobierno se atrincheró y usó los mecanismos institucionales para violar la Constitución. Por eso su lógica no es democrática. Ellos entienden que su supervivencia vale más que los principios democráticos”.
En su opinión, pese a los antecedentes, los diputados opositores que puedan resultar electos ahora tienen una oportunidad de oro. Según él, ellos pueden “pararse en el estrado y decirle las verdades al Gobierno”.
“Desde ahí se puede minar al poder y consolidar una fuerza”, insiste.
El 7 de agosto de 2018 los servicios de inteligencia lo fueron a buscar en la casa de su madre. Se lo llevaron preso y lo acusaron de ser parte de un plan frustrado. El plan era asesinar a Maduro en un atentado con drones durante un desfile militar. Fue torturado y expuesto en condiciones denigrantes en un video filtrado por las autoridades. C
on grandes retrasos e irregularidades tuvo un juicio en el que lo condenaron a ocho años de cárcel. Mientras estuvo preso, dice ahora, siempre pensó que saldría en libertad con un cambio de Gobierno.
El 18 de octubre de 2023, en medio de las negociaciones entre Venezuela y Estados Unidos que desembocaron en los acuerdos de Barbados, se le concedió una libertad sin mayores explicaciones y Maduro seguía —sigue— en el poder.
“Me dieron un indulto por las negociaciones de Barbados. Pero eso es tan frágil como con qué pie se levante el Gobierno un día. Todos los días salgo con miedo, con pánico, pero tengo que insistir”. Requesens asegura que, por el momento, ha puesto la reconciliación y la transición política en Venezuela por encima de la justicia.
“Pasé cinco años preso, cuatro años sin ver a mis hijos y no salí queriendo ir a por la cabeza de los que me hicieron eso. El que me agarró, el que me torturó, el que me vejó, el que me grabó no son mi problema. Y no se trata de perdonar. Pero mis prioridades ahora son la reconciliación y que logremos una transición”.
Para el próximo domingo se plantea cuatro escenarios y una tarea para el día después.
“El 25 de mayo me pueden volver a agarrar preso o inhabilitar. También puedo ganar y que no me reconozcan. Además, puedo ganar y que me lo reconozcan. Finalmente, puedo perder por la abstención. Pero mi rol es salir al día siguiente a volver a repetir todo lo que he dicho ahora”.
Tomado de EL PAÍS DE ESPAÑA
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