El panorama político venezolano, caracterizado por su intrincada dinámica, ha presenciado un giro notable en la estrategia de la oposición, particularmente en lo concerniente a la participación electoral de cara a los comicios municipales del 27 de julio.
El contundente llamado a la abstención, que en su momento fue una bandera enarbolada por figuras como María Corina Machado, ha experimentado una disolución progresiva, cediendo terreno a una nueva orientación hacia el voto.
Esta transición, aunque no exenta de cuestionamientos, refleja una reinterpretación por parte de diversos actores partidistas sobre la eficacia de la no participación en los procesos electorales.
En criollo, en el ajedrez político, la silla vacía no suma, no resta, y sobre todo, no cuenta.
Y es que, mis amigos, la realidad, esa señora terca y tozuda, les pasó factura: en las elecciones regionales, la abstención solo sirvió para demostrar que gana quien mueva electores.
Esta realidad ineludible parece haber impulsado a diversos representantes de partidos políticos, que en un inicio respaldaron la abstención, a reconsiderar su postura y abogar por la participación.
¡Ah, la flexibilidad política!
Este cambio estratégico sugiere un reconocimiento tácito de que la inacción electoral resultaba contraproducente para los intereses de la oposición.
La evolución del discurso, de la abstención al fomento del voto, subraya una adaptación pragmática ante los resultados obtenidos.
En el ámbito local, específicamente en Maracaibo, el escenario político se dinamiza con movimientos que reflejan esta reconfiguración nacional.
La candidatura de Gian Carlo Di Martino ha logrado una acumulación de apoyos, un fenómeno que en el contexto político se interpreta consistentemente como una demostración de fuerza. La capacidad de Di Martino para aglutinar diversas facciones y sectores se erige como un indicador de su potencial electoral y de la percepción de solidez de su proyecto político.
Paralelamente, la figura de Adrián Romero emerge con una estrategia diferenciada.
El actual Alcalde busca capitalizar el cese del llamado a la abstención y la subsiguiente «libertad de voto» que ha surgido, implícitamente, del silencio de la líder María Corina Machado. Esta ausencia de directriz abstencionista ha generado un espacio de maniobra que Romero parece dispuesto a aprovechar.
Su estrategia se centra en atraer a aquellos electores que, liberados de la consigna de la abstención, buscan una opción electoral viable dentro del espectro opositor.
El silencio en este contexto, lejos de ser una ausencia, se convierte en un factor estratégico que permite a actores como Romero -y otros del sector opositor- posicionarse y buscar el respaldo de un electorado que ahora se siente más inclinado a ejercer su derecho al voto por la cercanía del poder a elegir.
En síntesis, el panorama político actual evidencia una transición desde la inacción hacia la participación activa, impulsada por un análisis retrospectivo de las consecuencias de la abstención.
Esta mutación estratégica se manifiesta tanto en el discurso nacional como en las dinámicas locales, donde las candidaturas ajustan sus tácticas para capitalizar el nuevo clima de apertura hacia el voto.
Nos vemos el 27 en la cola para elegir con nuestro voto el destino de nuestra ciudad. ¡Te espero!
Sandy Ulacio
Periodista / Analista político
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