De cara a la próxima Cumbre de Venezuela en Bogotá, prevista para el 25 de abril, presentamos un repaso de cómo ha sido la relación de la oposición venezolana con distintos gobiernos colombianos. Aunque históricamente ha habido cercanías, la generación de confianza con la actual administración es un desafío.
Para el régimen de Nicolás Maduro, el intento de ingreso de “ayuda humanitaria” en febrero de 2019 y toda la puesta en escena, tanto el concierto en la zona de frontera como la reunión de los presidentes de Chile, Paraguay y Colombia, en la que reconocieron a Juan Guaidó como su homólogo, fueron interpretados como un intento de desestabilización e invasión al Estado venezolano y la peor afrenta de Colombia contra la Revolución Bolivariana.
No son pocos los desacuerdos de Colombia con el proyecto chavista: el reconocimiento a Pedro Carmona Estanga en el marco del golpe de Estado contra Chávez en 2002, quien después se asiló en Colombia; el secuestro en Caracas y posterior captura en la frontera de alias Rodrigo Granda, conocido como el canciller de las FARC; la finalización unilateral de la gestión adelantada por Chávez para la liberación de secuestrados en noviembre de 2007, las negociaciones entre Colombia y los Estados Unidos para ampliar la presencia de militares norteamericanos en bases colombianas, entre otras.
Para Maduro y la camarilla chavista, Colombia genera desconfianza, sobre todo por su cercanía con la oposición a lo largo de estos casi 25 años, lo que llena de suspicacias la relación bilateral, no solo por el papel que han jugado los expresidentes Andrés Pastrana, Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque, quienes siempre han tenido un discurso en contra del proyecto político de Chávez y una condena al gobierno de Maduro. La cercanía del Centro Democrático a Voluntad Popular, partido de Leopoldo López, así como la cercanía de María Corina Machado al Partido Conservador, tanto a Pastrana como a la exvicepresidenta Ramírez, llevaría a pensar que la oposición venezolana tiene fuertes vínculos con la política colombiana, pero eso es relativo.
En el caso del expresidente César Gaviria, varios sectores de la oposición venezolana lo responsabilizan de dar continuidad al chavismo, por el papel que jugó desde la Secretaría General de la OEA durante el referendo revocatorio de 2004. Los sectores más radicales de dicha oposición critican a Gaviria porque, según ellos, se dejó utilizar para legitimar un proceso que consideran llenó de vicios, empezando por la regularización exprés de colombianos para que votaran por Chávez.
En el caso del expresidente Juan Manuel Santos, quien en su momento recibió a Henrique Capriles en el Palacio de Nariño, desatando la furia de Nicolás Maduro, y años después no reconoció la elección presidencial de 2018 por considerarla ilegítima, la oposición venezolana le cuestiona que siempre dio prioridad al proceso de paz antes que denunciar lo que sucedía en Venezuela, y considera que las fallidas negociaciones entre la oposición y el Gobierno en las que participó Colombia, junto a Brasil, Ecuador y el Vaticano, dieron oxígeno al débil Maduro de 2014.
A Iván Duque lo aprecia toda la oposición venezolana, tanto radicales como moderados. Los últimos reconocen la voluntad política del expresidente para promover el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (EPTV), la mayor medida de regularización de la diáspora venezolana en el mundo. Para los radicales, Duque fue su socio más valioso, al convertirse “casi que en un activista en la causa contra Maduro”, aunque algunos de ellos le cuestionan que no hubiese dado un último paso más contundente. Es importante recordar que un sector delirante de la oposición venezolana quería que Colombia entrara en guerra con Venezuela, con tal de salir de Maduro, e incluso promovió acciones violentas desde territorio colombiano contra el régimen chavista.
Bogotá se convirtió en uno de los centros de operaciones de la oposición venezolana, sobre todo porque en Colombia se encuentran más del 40 % de los migrantes venezolanos. No obstante, la oposición venezolana ha resultado bastante torpe en su acercamiento al sistema político y con los políticos colombianos: sus principales aliados son sectores del Centro Democrático, pero han sido incapaces de tender puentes efectivos con los partidos de centro o de izquierda. Incluso, la forma como relativizan la compleja situación colombiana a lo ocurrido en Venezuela resulta muchas veces molesta. Colombia no se va a convertir en Venezuela.
En el caso de la relación de la oposición con el presidente Petro, se puede llegar a decir que no es buena. En 2018, una de las causas de la derrota de Petro fue la situación en Venezuela y su instrumentalización política en Colombia, y si bien eso disminuyó para la elección de 2022, tanto petristas como opositores venezolanos se profesan profunda desconfianza. Para los militantes de la Colombia Humana, la oposición venezolana es uribista y para la oposición venezolana, Petro es el Chávez de los primeros años. Lo malo de todo eso es que afecta la comprensión de unos y otros sobre la situación política del vecino país, anteponiendo dinámicas ideológicas y narrativas sobre la atención a problemas concretos, como la migración venezolana.
Del autor: Vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, y coordinador del Radar Colombia Venezuela, en alianza con la Fundación Konrad Adenauer.
Tomado de ElEspectador,co
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