El venezolano Wilkerson Slyke Hernández Sánchez, señalado de asesinar con una bala en el rostro al patrullero colombiano Edwin Cano, en Bogotá, no quiso aceptar los cargos y en cambio preguntó que si lo iban a enviar a Venezuela.
Lo anterior representa una burla del presunto delincuente, y a eso se le suma que entró al despacho del juez con una sonrisa en la cara, por lo que el togado le hizo el reclamo: “Quitarle la vida a una persona no es un hecho risible y usted se está burlando de la justicia”, le dijo, antes de enviarlo a prisión.

Twitter – @PoliciaColombia
Este caso fue especialmente impactante por varias razones: primero, por la frialdad con la que Hernández Sánchez dispara a quemarropa contra Edwin Cano; segundo, que haya ocurrido en un lujoso sector de la ciudad, lo que da cuenta de los insostenibles niveles de inseguridad de la capital colombiana; y tercero, la reacción del otro policía, que en milésimas de segundo respondió al ataque contra su compañero, abatió a uno de los delincuentes, hirió al otro (Hernández Sánchez), se devolvió a atender a su compañero caído, y finalmente atrapó al señalado asesino.
Este caso, más otra balacera que ocurrió casi al mismo tiempo en otro lugar de la ciudad, y otra al día siguiente, demuestran que la inseguridad no es cuestión de percepción sino de realidad y la que está llamada a ponerle freno es la alcaldesa Claudia López, más allá de solo prohibir el parrillero en motos de domicilios.
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