Debemos en primer lugar enviar nuestras sentidas condolencias a los familiares y amigos de los 19 venezolanos que fallecieron en un lamentable naufragio en las costas de Güiria, estado Sucre, luego de que su embarcación fuese obligada a regresar a Venezuela por órdenes de las autoridades costeras de Trinidad y Tobago. Rezaremos por el descanso eterno de sus almas.
Ciertamente, no es bueno para el estómago lanzar consignas políticas luego de que un grupo de compatriotas padezca situaciones de esta naturaleza. Mucho menos si son consignas deshonestas. La muerte debe respetarse profundamente y abrir paso a un tiempo de luto en sana paz.
La realidad tiene muchas formas de manifestarse aunque la distorsionen. Lo que es verdadero siempre se impone al final. La lamentable tragedia de los balseros ocurre en un momento de gran consternación y desvergüenza en Venezuela. Precisamente el día en que culminan dos costosos procesos nacionales que estafaron al país de forma inescrupulosa, la verdad estalla de forma violenta en nuestras caras. Una sucesión de acontecimientos para el recuerdo.
Hay baldes de agua fría que aparecen cuando más se necesitan. Venezuela no se va a salvar de la noche a la mañana, antes que nada necesita que la despierten. Costará sacrificio, esfuerzo, entrega, no va a ser una fiesta. La verdad se revela para que cambiemos nuestra actitud.
En primer lugar, para nuestra misión necesaria, debemos comportarnos en todo momento como ejemplo vivo de la Venezuela de bien, practicando en todo momento la rectitud, honestidad, disciplina y camaradería propia del hombre virtuoso que rescata lo mejor del gentilicio.
El segundo golpe es que de una vez por todas dejemos atrás a eunucos extraviados, fugitivos y farsantes que no representan los intereses de la mayoría. Venezuela solo puede ser recuperada por personas con decencia y determinación, alejadas de enanismos mentales, que conozcan al país. Personas que no les tiemble el pulso para garantizar la paz y la prosperidad.
Es una tarea difícil, pero no habrá mayor gratificación en la vida o en el Cielo. Los venezolanos ya no estamos solos en las turbulencias de estos tiempos históricos. Los cinco continentes atraviesan escenarios sin precedentes en todas las dimensiones. Los venezolanos tenemos una responsabilidad mayor, y debemos asumirla en honor a los 19 compatriotas que perdieron la vida terrenal y todos nuestros hermanos que naufragan en el extranjero.
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