Vacas descuartizadas, cueros y restos abandonados, son escenas habituales en los llanos, la región ganadera por excelencia de Venezuela, donde el robo de reses, las invasiones, expropiaciones y controles gubernamentales tienen en jaque a los productores.
Ni las reses se salvan de la violencia en la Venezuela bolivariana.
Si solían contar con el beneficio del sacrificio industrial para servir al mercado de la carne, desde hace más de cuatro años están a merced de bandas de maleantes que armados con cuchillos y machetes se meten a las fincas y a veces en el mismo sitio le dan muerte para llevarse sus mejores partes.
El abigeato de convierte en un descuartizamiento primitivo; sino preguntenle al ganadero Jose Ruiz Parra exdirectivo de Fedenaga.
El sector agropecuario languidece tras una serie de problemas y contracciones económicas…
Una vez que los cuatreros capturan el animal ,lo tumban enlazan y matan dentro de la propia finca con frecuencia lo empiezan a despresar allí mismo para llevarse la mejor parte en sacos de plástico.
Si van a caballo pueden cargar con mayor peso, si van a pie pueden cargar entre unos 20 a 30 kilos por persona.
El destino de las presas son las ventas a orillas de carretera, o la venta ambulante de parrilladas.
Así están las cosas en el ocaso de la Quinta República.
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