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Opinión

El Síndrome Dory y los venezolanos Por el Soc. Ender Arenas Barrios

En Venezuela, la mayoría de sus pobladores somos hijos, hermanos, primos, sobrinos, tal vez padres, en fin algún parentesco directo debemos tener, estoy seguro de ello, con Dory, la pececito de la especie “cirujano azul” que se hizo celebre en la película de Disney y en la que la pececito no recuerda nada pasado el segundo  de los hechos vividos.

Me he preguntado, sino es necesario un enorme examen de nuestras conductas pasadas y presentes, reconocer los errores cometidos, de toda naturaleza, que nos han metido en esta situación vergonzosa, que hasta ahora parece morir de cansancio e indiferencia. Creo que nos hemos olvidado de lo que hemos sido.

 Ahora, me asomo al país a través de los medios y de la internet, allí se cuenta lo mismo que había antes de salir del país: la implantación de una dictadura que dijo ser una revolución,  la conversión  del concepto de nación y de patria en un acto de fe, no ha habido cambio en la implementación de malas política públicas que arruinaron y siguen arruinando el aparato productivo y que ha dado lugar a la inflación que fagocita los salarios, el  Estado y sus políticas es, hoy la mayor fábrica de pobreza y ruindad que ha producido la emigración de un tercio de la población, la persecución y las amenazas de encarcelar, torturar y /o desparecer a los que piensan distintos se utiliza y se ha utilizado para hacer que la gente se inmovilice. En fin, estamos ante el triunfo de la brutalidad, hasta tal punto que parece que al país lo han golpeado “todos los corceles del apocalipsis” como dice Stephan Zweig en su autobiografía “El mundo de ayer”.

Dado este contexto yo abogo por que los venezolanos, debemos recordar, siempre, que alguna vez, a pesar de los vicios sobrevenidos, fuimos un país que desde la primera noche de la democracia había apostado por conjugar un tiempo futuro mejor y que hoy el chavismo lo ha convertido en un país humillado, en una sociedad ofendida.

No debemos olvidar que durante mas de cuarenta años fuimos un país democrático; que ésta fue imperfecta, que se hipersecularizó y se olvido de estrechar de manera mas orgánica la relación con sus representados, es verdad, pero, siempre tuvo respeto por los procedimientos formalmente democráticos y esto debemos recordarlo, también siempre, y que lo aprendimos de ese proceso que se inició en 1958 y terminó en 1998: no hay democracia sin formalidad democrática y que el invento chavista de democracia protagónica es eso: un invento demagógico.

En fin, no debemos olvidar que el país que teníamos no existe, ha sido destruido y que con el chavismo en el poder no hay modo de reparar lo destruido. Eso debe estar presente en cada acto cotidiano del venezolano hoy.

No estamos buscando a Nemo, estamos buscando al país que alguna vez tuvimos y debemos tener presente que la memoria tiene dos funciones: recordar lo que nos ha pasado y “anticipar lo que nos viene”.

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