El apóstol Pablo, recibió revelación, más allá de la que otros recibieron y presentó a la Iglesia en una dimensión correcta, para que todo miembro de ella la viviese, aunque no es fácil de entender.
El término PLENITUD la usa Pablo, en Colosenses 1:19 expresando: «por cuanto agradó al Padre que en él (en Jesucristo) habitase toda plenitud. También en la segunda carta a los Colosenses escribió en el capítulo 2:9-10: «Porque en él (en Jesucristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, [10]y vosotros estáis completos en él, (en Jesucristo) que es la cabeza de todo principado y potestad».
En Efesios 1:23 leemos que somos como Iglesia, la plenitud de él. «la cual es su cuerpo, (cuerpo de Cristo que es la Iglesia), la plenitud de Aquel (Aquel está mencionado en los textos mencionados en Colosenses), que todo lo llena en todo».
En el evangelio de Juan se menciona: Juan 1:16 «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia».
Si somos la Plenitud de Aquel, porque solo esperamos que él, que Aquel, que la cabeza sea que lo llené todo y no nosotros, el Cuerpo de Aquel, en esta tierra, que lo llenemos todo? Porque él, Aquel, está sentado a la diestra del Padre, y nosotros también estamos sentados con él, con Aquel, en esos lugares celestiales, para que traigamos el cielo a la tierra, para que establezcamos el reino de Dios, el reino de los cielos en esta tierra, para que los hijos de Dios manifiesten UNO como Aquel es. Para que se manifiesten o nos manifestemos en UNO.
Claro está, que hay un ingrediente que es el Amor de Dios, como lo dice la misma escritura en Efesios 3:19 diciendo: «y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios»
Puede analizar sobre lo escrito, sobre la dimensión de la plenitud, sobre la posición en el cual estamos ubicados y en la tarea que como cuerpo se nos delegó. O llenamos al mundo de todo lo celestial, o seguiremos llenos o llenándonos del mundo terrenal.
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