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¿El Tigre de Colombia? Por Robert Alvarado

“Un buen gobierno solamente puede existir cuando hay buenos ciudadanos”. Francisco I. Madero

Se calientan los motores electorales en la hermana nación colombiana, con agitación, movilización y disposición de los partidos políticos y precandidatos para las elecciones presidenciales, previstas para mayo de 2026, en su primera vuelta, que prometen ser altamente competitivas. Posibles precandidatos, en este escenario electoral: Se oyen Iván Cepeda, Gustavo Bolívar, María José Pizarro, Daniel Quintero, Carolina Corcho, Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Juan Carlos Pinzón, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Londoño entre otros. Vale decir, es un escenario electoral marcado por una intensa polarización, especialmente impulsada por las decisiones del gobierno de Petro sobre reformas laborales y consultas populares. Además, es notoria la manera en que se desinflan muchos candidatos, con tendencia a desaparecer de la contienda, eso sí, surgen otros, como Abelardo de la Espriella:

“El Tigre”, una figura fresca en la política colombiana, pero ampliamente conocido por su trayectoria en el derecho penal y su influencia en el ámbito empresarial. En Venezuela, ocurrió algo similar, Eduardo Fernández emergió como “El Tigre” en su candidatura presidencial en 1988, abanderado por el partido COPEI. El apodo fue acuñado para proyectarlo como un líder “rápido, sagaz y decidido”.  Ese seudónimo: “El Tigre”, fue una invención del asesor de campaña Luis Alberto Machado, basándose en la banda sonora de la película Rocky Balboa 3: “Eye of the Tiger”.

Abelardo de la Espriella, “El Tigre” colombiano, personificaría audacia y valentía. Ese mote, endosado a su persona, está orientado a generar la percepción de una personalidad combativa, representando su disposición a enfrentar a quienes considera injustos o corruptos, especialmente en el sistema judicial y político. El impacto no se ha hecho esperar: Este apelativo, unido a su estilo, han resonado en medios y redes sociales, donde a menudo comparte sus puntos de vista sobre la justicia, la política y la situación del país, como el “mejor” candidato de tendencia democrática, enfatizando la importancia de la justicia social y el respeto a las instituciones democráticas. De hecho, a lo largo de su ejercicio profesional, ha abogado por una Colombia más equitativa, apoyando reformas que promuevan la inclusión y los derechos de todos los ciudadanos.

De la Espriella, con frecuencia emite críticas contundentes hacia las instituciones y actores políticos que, a su juicio, actúan en contra del bienestar de la sociedad. De ahí, que se haya posicionado como un defensor de los derechos de los ciudadanos, especialmente en casos donde la colectividad percibe que se ha hecho una injusticia. Para nadie es un secreto, en el mundo jurídico su postura ante el sistema judicial y la política refleja su compromiso con una Colombia más justa. Su llamado a la responsabilidad y a la integridad dentro del sistema judicial invita a una reflexión sobre la necesidad de reformar y revitalizar las instituciones para garantizar una verdadera democracia. Este enfoque resuena con muchas preocupaciones actuales sobre la corrupción y la impunidad en Colombia. En un discurso ante el Congreso de Colombia, afirmó:

“El peor de todos los delincuentes es el funcionario judicial que desconoce la ley para fabricar pruebas y perseguir a un inocente. Ese es el peor bandido, peor que los narcotraficantes, los paramilitares o la guerrilla. Porque el funcionario judicial está obligado a acatar la ley. Representa el espíritu de la nación y la democracia. Estos políticos de pacotilla que nos gobiernan pueden enloquecer, pero los jueces no pueden hacerlo, porque son nuestra conciencia, el alma de nuestra sociedad.”

Al calificar a un funcionario judicial corrupto como un “bandido”, peor que narcotraficantes y grupos armados, enfatiza la gravedad de sus acciones. Para él, la traición a la justicia es una ofensa mayor, porque compromete las bases de la democracia. Estas palabras nos motivan a reflexionar sobre la importancia de la justicia imparcial y la responsabilidad de quienes la administran y esa reflexión, constante y decidida, ha permeado en la sociedad colombiana, particularmente en el grueso de la población con mayor propensión a ser víctima o presa de los funcionarios judiciales caracterizados por De la Espriella como bandidos.

Las propuestas del Tigre de Colombia son claras y poderosas: quiere una justicia que no se haga esperar, fortaleciendo el sistema para ser rápida y eficaz; apuesta por una educación pública con más inversión y acceso real para quienes más lo necesitan; impulsa políticas económicas que realmente ayuden a los sectores vulnerables; y no se olvida de la salud, proponiendo mejorarla para que cada colombiano tenga atención médica digna y de calidad. En cuanto a su visión sobre el Conflicto con Trump y Petro, Abelardo de la Espriella ha expresado su preocupación por la relación entre Colombia y Estados Unidos, especialmente en el contexto de la administración Trump. Ha abogado por un enfoque diplomático que respete la soberanía nacional, argumentando que la cooperación debe ser en términos de respeto mutuo.

En relación con el presidente Gustavo Petro, De La Espriella ha manifestado estar dispuesto a trabajar en conjunto para buscar soluciones a los problemas que enfrenta el país, pero también ha criticado algunas de las políticas del huésped del Palacio de Nariño, indicando la necesidad de un balance entre el desarrollo social y la seguridad.

Así las cosas, Abelardo de la Espriella se posiciona como un candidato con una sólida trayectoria, enfocado en la democracia y la justicia.  Como para decir: donde ronca Tigre, no hay burro con reumatismo, porque sus  propuestas demuestran un compromiso genuino con el bienestar de la ciudadanía y una firme disposición para enfrentar los desafíos actuales de Colombia. Su capacidad para captar la atención y generar debate, tanto en tribunales como en plataformas políticas, lo convierte en una figura destacada del panorama político nacional. Esperamos, con fe, que nuestros hermanos colombianos reconozcan en él a un candidato fresco y auténtico, tal como lo mencionó la cantante Blanca Caldas Méndez, conocida artísticamente como Claudia de Colombia. Hoy, muchos ven en Abelardo, mejor conocido como El Tigre de Colombia, un posible futuro habitante de la Casa de Nariño.

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