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La Prensa de Táchira: El nuevo éxodo de venezolanos tomó otro giro y es Arauca

En las últimas semanas, el curso del nuevo éxodo de venezolanos tomó otro giro, porque las oleadas de migrantes que huyen a la crisis desatada desde hace varios años en el país, han trazado otro camino.

La ruta es menos complicada, sin tantos obstáculos, aunque igual hay que pagar en pesos o dólares, para poder llegar hasta territorio colombiano por la vía que va a Guasdualito y que tiene como último punto El Amparo, antes de cruzar la línea limítrofe y pisar Arauca, ya terreno colombiano.

Y es que además de recorrer la empinada topografía cuando se adentraban en territorio tachirense, los migrantes debían sortear las decenas de alcabalas que al son de “la matraca” les arrebataba los pocos recursos con los que emprendían la aventura de salir de Venezuela.

Y es aquí donde, se ha formado una especie de “Sindicato” donde figuran choferes de unidades de transporte, carros piratas, de todo los estilos, hasta las llamadas “jaulas ganaderas” que acarrean a personas y las conducen por esa solitaria vía antes de llegar a La Pedrera se desvía hacia el estado Apure.

El epicentro de este movimiento inusitado o un terminal ambulante se focaliza en Punta de Piedra, estado Barinas. Es aquí donde son represados los migrantes y donde aparecen las ofertas para hacer más fácil el camino. El que tiene dinero puede encontrar un buen vehículo, hasta con aire acondicionado. A menos de 200 metros del lugar hay un Punto de Control de la GNB y una mini alcabala de la PNB.

Allí no hay listines, ni oficinas, al que se va bajando de las unidades autobuseras o de las “jaulas”, los “coyotes” los rodean para ofrecerles el servicio de transporte. No hay normas de bioseguridad, ni se habla de Covid-19. Solo hay el palabreo para conseguir rebaja y hacer la oferta, eso sí, “El Sindicato” impone las tarifas, los que no pagan, siguen de largo.

John Mijares vendió todo en su natal Valencia, y con su morral a cuesta, salió en compañía de otros muchachos, pero su meta es llegar a Ecuador donde espera encontrarse con su hermano que se radicó en Colombia. “De aquí ya salgó por Arauca, ahí recibo un dinero por remesa para viajar hasta Bogotá y llegar a Rumichaca”.

De sus compañeros de travesía, dice que se dispersaron. Unos siguieron a pie a San Cristóbal, pero como él tenía algo de dinero esperaba turno para viajar en un “5 puestos” por la vía del llano, La Pedrera-Guasdualito-El Amparo.

¿Y dónde queda Punta de Piedra?, es el último pueblo que se consigue antes de pisar el Puente sobre el Río Caparo que divide al Táchira con Barinas. Recién su nombre se hizo notorio, cuando se conoció de la muerte por infarto de Maite Coromoto Hidalgo, oriunda de Lara, que pernoctaba en el porche de una casa, mientras descansaba después de soportar una larga travesía hasta esa localidad llanera y buscaba llegar a Perú

Coyotes en la vía

Como si fuera una copia del éxodo de centroamericanos para alcanzar el sueño americano, se repite en ese punto de la geografía regional donde confluyen los estados Barinas, Táchira y Apure. “Los coyotes” merodean en la zona, tienen “la flecha” como dicen por ahí para superar la alcabala de Punta de Piedra y el Punto de Atención Comunitario de la Policía antes de tomar la ruta por el alto Apure, que en realidad es solo nombre, porque es una vía totalmente plana.

Para una población tan deprimida económicamente, donde el trabajo escasea y el hambrea golpea, esa suerte de “Terminal” la llegada de migrantes a esa zona, es como una bendición porque se activó el comercio.

“Estamos vendiendo mucho. Gracias a Dios la gente se compra algo de comer, refrescos. Aquí le decimos que no vayan por San Cristóbal que es muy fuerte, hay muchas alcabalas, en cambio por Arauca esta más suave”. Agrega una vendedora de chucherías y bebidas a un lado de la carretera.

Con cada oleada de personas que van llegando, muchos en autobús que trabajan bajo cuerda y con el visto bueno de los GNB de algunos puntos de control, también se suman los oferentes, que prometen llevarlos hasta el punto más cercano a Colombia. “A 40 mil pesos hasta El Amparo o en dólares, rápido y seguro” grita un hombre joven.

Las voces que se levantaron ante el desatado y descaro que se ejercía en más de 10 pasos, entre alcabalas y Puntos de Control hasta San Cristóbal, y luego de El Mirador a San Antonio, motivó el cambio de ruta.

Levantan la voz

La iglesia, ONG y medios de comunicación han denuncia y reseñado por las mismas versiones de los migrantes los atropellos que sufren desde robos, matraca y hasta favores sexuales. El Obispo de San Cristóbal, Mario Moronta, fue el primero en levantar su voz ante el atropello que se estaba cometiendo.

“Los migrantes venezolanos son víctimas de maltrato por parte de los funcionarios de seguridad que están en los puntos de control cercanos a la frontera con Colombia, son vejados y robados por estas personas”, denunció Moronta durante una homilía.

“Yo venía con un grupo de quince y en una alcabala que dice La Caramuca nos pararon, luego de detenernos, llamaron a 3 muchachas, por allá las metieron y que para revisión, luego una de ellas comentó que las obligaron a tener relaciones sexuales con esos tipos”. Agregó Carlos de apenas 19 años, proveniente de San Felipe

“FundaRedes ha documentado la perversidad con uniforme, cuando vemos de nuevo a la gente saliendo del país, son venezolanos que huyen de la miseria, del hambre, y en las alcabalas los paran y les quitan el poco dinero que llevan para comer. Les exigen que paguen en dólares o a las mujeres que paguen con el cuerpo. Les quitan dinero, algún objeto de valor, pertenencias básicas”. Dijo Javier Tarazona, representante de la ONG al denunciar el trato denigrante contra los migrantes.

Con las historias de los migrantes se pueden hacer un libro, dice doña Emilia Labrador, quien vive en la Troncal 5. Su ubicación ahora, un tanto privilegiada, por el paso constante de migrantes, le hace entender que “más necesitan estas personas que nosotros que estamos bajo un techo”.

“Es doloroso ver cómo diariamente pasan jóvenes, adultos, madres y lo más doloroso, niños que van ilusionados con encontrar un camino más esperanzador”.
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