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Opinión: El chantaje de los influencers: “la caridad y las causas”por Jose Miguel

No todos los influencers son malos y muy pocos son buenos, pero todos tienen algo en común: algún poder sobre la comunidad que los sigue. Todo poder acarrea una responsabilidad y es en esa responsabilidad en donde podemos definir si un influencer es bueno o malo, usando nuestro sentido común y la moral.

Muchos de los influencers que conocemos hoy día son figuras públicas que tenían fama gracias a los medios de comunicación tradicionales, como la televisión, el cine o la radio. Otros simplemente han sabido sacar provecho al alcance que las redes sociales dan, creando contenido que les interesa a comunidades y haciéndose con seguidores y algo de fama.

Ser seguidor no significa que “apoyas a esa persona”, con lo cual no todos los influencers que tienen gran número de seguidores pueden ser considerados “personas con influencia”, porque si la comunidad que los sigue solo lo hace para chismear, reírse, burlarse o divertirse, cuando necesite poner a prueba su “influencia” difícilmente podrá demostrar que la tiene.

Pero hay un riesgo en esto: aún sin apoyo, un influencer puede lavar cerebros, y lo estamos viendo.


El Efecto Netflix

Al igual que pasa con muchas personas que ven películas y -especialmente- series en Netflix, hay muchas personas que “forman” sus “opiniones” a partir de lo que el influencer les dice.

Y utilizo esto de “El Efecto Netflix” para referirme a algo que de seguro a usted también le ha pasado: que un conocido, amigo, familiar o un extraño ha tenido la osadía de emitir una opinión sobre algún hecho actual o histórico, basados en una serie de Netflix.

Pasó con Narcos y Pablo Escobar. Miles de personas se creen expertos en el tema de los Narcos en Colombia y México, y creen que se saben la vida de Pablo Escobar “porque vieron la serie en Netflix”. El letrero que dice que la serie es “basada en hechos reales” lo leyeron hasta ahí, sin profundizar en que luego el texto sigue con “las dramatizaciones y escenas fueron recreadas para efectos de la serie”.

Lo mismo pasa con los influencers y sus seguidores: Ante un acontecimiento, los influencers sienten la necesidad de “crear” “contenido” al respecto, para “demostrar que les importa”, para “tener una opinión”, pero lo hacen principalmente para ganar “vistas”, “me gusta” y más seguidores. ¿El resultado? Algunos seguidores terminan -al igual que los influencers- creyéndose “expertos” en el tema, a partir de una historia de 15 segundos, un video de 2 minutos y 20 segundos, un LIVE o una publicación con no más de 500 palabras.

Es lo mismo que pasa con los titulares de los principales medios, que la gente los lee y -sin leer la noticia ya se sienten “sabelotodos”. Y es así como terminamos en esto: una sociedad desinformada.


El populismo de Pablo Escobar

La cosa no se queda solo en la desinformación, es mucho más grave que eso. Las figuras públicas y los influencers han caído en la hipocresía cuando de “caridad y causas” se trata, chantajeando a sus propios seguidores con cinismo.

A esto lo he llamado: el Populismo de Pablo Escobar. Bien es sabido que el ex-capo del Cartel de Medellín utilizaba su “corazón de pueblo” para comprar a los paisas; hasta un barrio fue bautizado con su nombre. Al igual que pasa en muchos otros lugares y con muchos otros ejemplos, Pablo Escobar practicaba el populismo en sus comunidades, para comprar el apoyo de la gente; lo mismo que hacen los políticos -especialmente los de izquierda- y lo que hacen hoy día las figuras públicas e influencers con “la caridad y las causas”.

Pablo Escobar lograba ganarse “el apoyo de la gente” dándoles lo que por cuenta propia eran incapaces de conseguir. Con esto, el capo lograba comprar -en la mayoría de los casos- el silencio de la gente de su comunidad, junto a una especie de lealtad. Con el chantaje de “preocuparse por el pueblo”, este criminal manipuló a los paisas a través de “la caridad” y “una causa noble”.

Lo mismo hacen hoy día cientos de figuras públicas e influencers, especialmente esos que crean contenido basura.


Los influencers populistas

Parece que buena parte de las figuras públicas y los influencers se vieron la serie de Pablo Escobar en Netflix y lo quieren copiar, especialmente los que crean contenido basura.

Vamos con un ejemplo.

Hay un “comediante” (prefiero llamarlo “chistoso”) venezolanos que vive en Miami y que suele disfrazarse de mujer en su red social para “hacer reír”. Su contenido es ofensivo, falta de respeto y un mal ejemplo. No me extraña que hasta a las feministas les guste, porque el contenido podría catalogarse como vulgar y a estas les encantan las vulgaridades.

Ni hablar de sus opiniones políticas, que son -además de progres- zurdas, socialistas y totalmente carentes de información sólida y confiable. Él hace contenido para ganar “vistas” y “me gusta”, más nada. Mucha gente, en un chispazo de sentido común, se han atrevido a criticar y condenar su contenido basura y -ojo- no se trata de prohibirle que lo haga, solo de no apoyarlo.

Pero ¿qué pasa? Que el influencer sabe muy bien como practicar “El populismo de Pablo Escobar”, entonces la gente se siente mal al criticarlo porque “él manda cajas con comida, medicinas y ayuda a Venezuela”; tal cual como Pablo Escobar hacía en Medellín. ¿Que Pablo Escobar lo hacía con droga y violencia? Los influencers hoy día lo hacen con lavado de cerebros y desinformación; muy grave.

Y así como él hay cientos: cantantes de reggaeton que insultan a las mujeres, pero “tienen causas” o “apoyan caridades”. Artistas de TV, locutores de radio, modelos, jugadores profesionales y actores de cine que crean contenido basura, pero que “tienen una causa o caridad muy bonita”.

Señores, si este es el bus “hacia el futuro”, mejor pidamos “la parada” y nos bajamos, porque se va estrellar.


Reflexionando ando…

Si estos son “los referentes” de millones de personas, de todas las generaciones, ¿Cómo es posible que vivamos en una sociedad inteligente, racional y civilizada? Se nos pone cuesta arriba.

Algunos nos quieren hacer creer que “solo se trata de los millennials o la generación Z”, pero no. Este problemita no tiene generación, porque todas han caído en el chantaje de “la caridad y las causas” de los influencers populistas y también en su desinformación.

Cuando los medios le hicieron creer al mundo que “el Amazonas estaba por desaparecer por los incendios” y que “estos eran en Brasil”, ¿Qué hicieron las figuras públicas y los influencers? Crear contenido basura, hablando de “la causa del Amazonas” y de “cómo Brasil no hacía nada”, cuando el problema había sido originado y era en Bolivia. ¡Desinformaron!

¿Qué han hecho las figuras públicas e influencers hoy día con el famoso “Black Lives Matter”? Crear contenido basura, con ellos arrodillándose, besando los pies de la comunidad negra, publicando fotos de estos con una pancarta en la mitad de una protesta con sendas pintas y -en muchos casos- humillando a sus hijos de rodillas para que pidan perdón y se sientan “culpables” por haber nacido con la piel de un color que no eligieron y que no es la base del problema.

Lo que mató a George Floyd no fue “un color de piel”; fue brutalidad policial y abuso de poder. ¿Han visto los números de negros matando a blancos y de hispanos y blancos matandose entre sí? ¡Búsquenlos! ¡Infórmense!

Por si fuera poco, ahora vemos a cientos de esos creadores de contenido basura, “financiar causas” y “apoyar caridades” porque “BlackLivesMatter”, cuando los mismos negros les dicen que el problema más grave está en sus propios barrios y es entre ellos mismos.

¿Qué hacer? Si quieres ser influencer, lo eres o estás en camino a ser uno, asegúrate que no eres otros más de este paquete de populistas y estafadores; enemigos de occidente. Y si simplemente eres un “follower”, empieza a limpiar tus “Timelines”, porque de seguro alguno puede estar queriendo lavarte el cerebro.

Eso de “los sigo solo para saber lo que hacen, no porque influyan en mí” es como jugar a la ruleta rusa. En algún momento te tocará a ti el “balazo” con una idea basura, que se instala en tu cabeza para volverte uno más del montón.

¡No lo permitas!

Por: José Miguel 

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