En la Venezuela de hoy, se ha puesto de moda en forma adjetiva el vocablo «colaboracionista», para señalar a grupos disidentes de la mayoría opositora al gobierno nacional.
Estas camarillas detractores han llegado a diferentes acuerdos con el P. S. U. V., a fin de sostener este gobierno y darle legitimidad y legalidad a un régimen, cuestionado por la inmensa mayoría de los venezolanos y desconocido por más de cincuenta naciones del mundo.
El diccionario de la Real Academia define la palabra «colaboraciónista», como «persona que presta su colaboración a un régimen político que la mayoría de los ciudadanos considera antipatriótico.»

Dicho término proviene de la palabra «COLLABORATIONNISTE», de la lengua francesa y se le atribuye a todo aquello que tiende a auxiliar o cooperar con el enemigo, considerándose una forma de traición.
Los motivos a que lleva a esta conducta política son variados y podemos señalar como los principales: Afinidad ideológica, simpatía con el enemigo, diferencias con el aliado opositor, coincidencias en los objetivos con el contrario, por coacción o miedo al aparato de gobierno, para obtener ganancias, enriquecimiento rápido y por último para hacerse de favores o posiciones políticas.
«El colaboracionismo» puede ser por acción o por omisión. El primero se materializa en alianzas locales o regionales y aún nacionales con el gobernante de turno conservado el «colaboracionista «, una simulada independencia de acción y una aparente soberanía.
En estos casos los «colaboracionistas», haciendo públicas críticas al gobierno de turno pero atacando en múltiples formas a los opositores al oficialismo.
En segundo lugar aparece el » colaboracionista» por omisión, el cual resulta mucha de las veces tan peligroso como el primero, porque a pesar de no tener acuerdos con el partido de gobierno, por su conducta o por las acciones erróneas que emprende, beneficia al sector oficial. Esta clase de «colaboracionista», muchas de las veces incurre en ofertas engañosas, a la población que representa, la cual frustra con resultados inesperados que desarman su moral.
En otras oportunidades incurren en acciones políticas ilógicas o aventureras que terminan en verdaderos desastres ante la opinión pública; situaciones que el gobierno aprovecha para convertirlas en cortinas de humo y desprestigio para el movimiento opositor.
A pesar que el «colaboracionismo» ha estado presente en la historia de la humanidad, es a partir de la segunda guerra mundial que se registra oficialmente como lo contrario a la fidelidad y lealtad a los ideales y principios de la soberanía nacional, considerándose entonces está forma de hacer política como traición a la patria.
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