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Opinión: El “misterioso” Osmel Sousa!, Por Roberto Alonso (hermano de María Conchita Alonso)



Osmel Sousa nació el 26 de septiembre de 1946.  Hoy, aunque él se quita la edad: ¡está por cumplir 76 añitos!  Dejaré fuera sus “apetencias sexuales”, porque eso es materia que solamente le incumbe a él, siempre y cuando sus “compañeros” tengan la mayoría de edad, de lo contrario sería un pervertido pederasta.

Osmel regresa a la palestra pública al verlo en un “contenido audiovisual” que se ha hecho viral en las redes sociales, para vergüenza de muchos, sobre todos si se trata de sus paisanos cubanos que llegamos a Venezuela durante la primera década de la “revolución”: como fue su caso.


En ese video lo vemos en un connotado y tristemente célebre bacanal llevado a cabo en uno de los tantos tepuys que adornan el sureste de Venezuela, donde participaron, no solamente los “nuevos ricos” (los llamados “enchufados”), sino algunos miembros de la “alta sociedad tradicional venezolana”, lo que no necesariamente signifique que toda la mal-llamada “oligarquía”, tengamos que meterla en el mismo saco.

Sí nos llamó poderosamente la atención, que cuando le dijeron a Osmel que podía compartir su carpa con “compañía”, haya llamado a unos “niñitos”, para que se pusieran a “trabajar”.  ¿Los habrá prostituido este viejo cañengo de 76 años que ni con la ayuda de Viagra podría funcionar?  Estamos presenciando la depravación moral en su máxima expresión.  Cada vez me convenzo más de la veracidad de mi publicación titulada “Poda Severa”.

Su Historia

Osmel Sousa nació en un pueblo DE MIERDA llamado Rodas, en la entonces provincia de Las Villas (hoy Provincia de Cienfuegos).  Según Wikipedia (una plataforma repleta de falsedades), la población hoy de Rodas es de unos 30 mil habitantes, pero cuando Osmel nació, en 1946, tal vez no llegaba a los mil… ¡y no exagero!

Mi tío, el Dr. José Manuel Alonso (hermano de mi padre), ambos ya difuntos, era el ÚNICO notario y abogado de Rodas. En Cuba las notarías eran privadas. Para ser notario había que tener el título de abogado. Había un número limitado de notarías en la isla y para lograrlas había que comprarlas o esperar a que un notario muriera o se retirara, en cuyo caso la notaría se ponía “a la venta” mediante subasta pública.

Mi abuelo, Don José Alonso, al graduarse su hijo mayor, José Manuel, le compró la ÚNICA notaría que había en Rodas, aldea natal de nuestro personaje, Osmel Sousa. Un terruño que distaba 25 kilómetros de Cienfuegos, nuestra ciudad natal en Cuba.

A mi tío José Manuel le nació su último hijo – Ricardo Eugenio – en Rodas y fuimos invitados a su bautizo.  Recuerdo el caserío con una sola “calle central”, sin asfalto y llena de barro. De haber sido poeta entonces, le hubiera dedicado la siguiente poesía: “Rodas, lugar lejano y oscuro.  Si el mundo tuviera nalgas: ¡tú fueras el ojo del culo!”

En Rodas había un solo notario, un solo médico, un solo policía: ¡y un solo zapatero! Justamente, el ÚNICO zapatero de Rodas era el padre de nuestro personaje, Osmel Sousa.

Osmel nació y se crió en lo que en Cuba se conoce como un bohío. Al llegar a Venezuela, años más tarde, solía asegurar que venía de Cienfuegos, el 3er puerto de Cuba, una ciudad pujante. No era cierto. Había nacido y crecido en un chiquero llamado Rodas.

Era un muchacho retraído y con dificultad de aprendizaje, que logró “graduarse” de sexto grado gracias a la “palanca” de mi tío José Manuel que era muy amigo del director de la ÚNICA escuela rural que había en Rodas, donde no había escuela privada. Desde niño mostró su inclinación por “enamorarse de sus compañeritos de colegio”, lo cual hoy es tremendamente aceptado. No tengo nada que objetar al respecto. Decía mi abuela Carmelina, QEPD, que cada quién hace con su culo un papalote. Pero tenía problemas en un pueblo “machista”, a mediados del Siglo XX, donde ser “mariquita” era un pecado mortal… y así lo dictaminó el ÚNICO cura del caserío. Como verán más adelante, “la mariquera” de Osmel en Rodas, casi lo lleva a la tumba.

Pero mi tío, José Manuel, se hizo muy amigo del ÚNICO zapatero de Rodas, el padre de Osmel y éste le pidió ayuda. Su único hijo se había “graduado” (con la ayuda de mi tío) de primaria y su padre quería que estudiara bachillerato. El único problema radicaba en que en Rodas NO HABÍA bachillerato. El liceo (instituto de 2da enseñanza, como se le llamaba en Cuba), estaba en Cienfuegos.

Entonces mi tío le aseguró al zapatero, padre de Osmel, que sería bien atendido y bien “recomendado”.  El hermano de mi tío, mi padre, vivía en Cienfuegos y su esposa (mi madre) era miembro de la facultad del ÚNICO liceo público (instituto) de nuestra ciudad. De hecho, mi padre era uno de los financistas del “Instituto de Segunda Enseñanza de Cienfuegos”.  Con esto en mente, Osmel fue enviado a nuestra ciudad y fue instalado en casa de uno de los empleados de mi padre, de apellido Castiñeyra, a expensa de mi tío José Manuel.

Osmel era retraído.  Luego, con los años, resultó que sufría de ese mal en donde los muchachos no captan, no retienen: ¡no aprenden!  Pero mi madre lo apañó.  Ella fue su profesora de educación física y a pesar de que no podía ni saltar, lo aprobó para que se pudiera graduar de bachillerato.

Llegó la “revolución” y Osmel no se pudo graduar de bachiller.  Al regresar a Rodas, a pesar de que todavía NO ERA MAYOR DE EDAD, fue acusado de “enamorar” a un niño de unos 10 años y el caso llegó al ÚNICO policía del pueblucho (por cierto, apodado “Rolo”), quien – coincidencialmente – era el cuñado de Milagros, la segunda esposa de mi tío José Manuel.  Todo quedó en familia.  Mi tío le recomendó al zapatero padre de Osmel que lo sacara de Cuba y, de paso, evitar así que fuese reclutado para que cumpliera el servicio militar obligatorio, algo que a Osmel tal vez le hubiera encantado.  En tal sentido, el zapatero decidió enviarlo a Maracaibo, donde residía un hermano que llevaba “siglos” sin ver.

Una vez en Maracaibo, Osmel sufrió los vejámenes de su familia paterna.  Su tío no aprobaba “las mariqueras” de su sobrino y “lo invitó” a que se fuera a la ciudad capital de Caracas, donde la gente era más “permisiva” en materia sexual.

Una vez en Caracas, donde tuvo que dormir en la calle durante muchas noches, logró contactar a mi familia.  Mi madre, más permisiva, le pidió a mi padre que lo ayudara económicamente.   Así lo hizo.   Ya llevábamos unos años en Venezuela y nuestra familia había logrado cierto estatus económico y, sobre todo: social.

Osmel no sabía hacer absolutamente nada.  No sabía escribir una nota de felicitaciones por cumpleaños.  Mi padre le recomendó que tratara de convertirse en “periodista” y lo invitaba a las fiestas sociales para que escribiera sobre ellas.  Así logró “asociarse” a un periodista social de apellido Castillo, no recuerdo su primer nombre, que tenía una columna social en El Mundo.

Mi padre le tiraba el dato a Osmel cada vez que había una fiesta relacionada con cubanos exiliados, muchos de los cuales ya habían logrado una posición en la sociedad venezolana, como los Lindenfeld, dueños de Trajes Montecristo, etc.  Como Osmel no sabía escribir, Castillo le enmendaba la plana.

El “golpe de suerte” de Osmel fue cuando mi padre lo conectó con Jorge Félix, cuyo verdadero nombre era Gastón Colón.

Jorge Félix (Gastón Colón) había nacido en Santa Clara, frente por frente a donde nació mi padre.  Ya era una figura famosa en Venezuela: ¡en Venevisión! Junto a América Alonso tenía un muy-exitoso programa llamado “Casos y Cosas de Casas”.  Jorge Félix era muy amigo de mi padre: ¡desde la infancia!

Mi padre le habló a Felix de Osmel y le pidió que ayudara a Osmel.  En efecto, Jorge Félix lo ayudó y ahí comenzó “EL Milagro Sousa”.

Todavía, en 1974, Osmel Sousa era un perfecto desconocido, viviendo “casi” de la caridad de mi padre y pasando más hambre que ratón en ferretería.  Aquí lo vemos invitado a la celebración de nuestra boda, en octubre de 1974, íngrimo y solo sentado en el bar de nuestra Qta. Aurache, de la Av. Santa María de El Bosque… como cucaracha en baile de gallina.

Resultó que Osmel se sabía “colar”.  En la Organización Diego Cisneros (que luego le quitaron el nombre de “Diego”), surgió.  Como solía decir mi abuela Carmelina: “en el país de los ciegos… ¡el tuerto es rey!”  Poco a poco Osmel fue logrando posiciones hasta llegar a la presidencia del Miss Venezuela: ¡desde donde hizo desastres!

Apenas un año después, ya Osmel era “el dueño” (por así decirlo) del Miss Venezuela.  De ahí en adelante comenzó su carrera de “martillero” y logró amasar una impresionante fortuna a punta de meter embustes y de extorsionar a Dios y al Diablo.

Cuando en 1975 mi hermana se lanzó al Miss Venezuela, a instancias de Osmel, éste le prometió que ganaría.  ¿Qué ganaría?  ¿Cómo sabía Osmel que mi hermana podría superar a las demás candidatas?  Ya por ahí podemos ver los miles de chanchullos con respecto a estos concursos de bellezas.  Osmel le garantizó a Maria Conchita que sería Miss Venezuela 1975.  ¡Palabras mayores!

Nuestro padre jamás estuvo de acuerdo con la carrera artística de mi hermana, la cual – al final del camino – nos trajo muchos sinsabores.  Fue nuestra madre quien hizo todo lo posible por lanzarla a la palestra nacional y luego a la internacional.   Todavía no entiendo por qué.

Cuando mi hermana acepta, a instancias de Osmel, participar en el Miss Venezuela (1975), éste le ASEGURÓ que ganaría, porque ÉL controlaba el certamen.  Le dijo que una vez Miss Venezuela sería una gran actriz… ganaría “millones” (que para entonces no le hacía falta) y se haría famosa mundialmente.  Mi hermanita, con su mente llena de aserrín mojado: ¡tenía 20 añitos!  Osmel, entonces, estaba por cumplir los 30 años y había aprendido cómo se batia el cobre en Venezuela.

Mi hermana cayó en la trampa de Osmel.  Éste contactó a mi padre y le pidió “unos reales” para que mi hermana fuese Miss Venezuela.  Mi padre, quien no quería que su hija fuese Miss Venezuela, se negó a darle un medio: ¡una locha!  De hecho, quien terminó ganando el Miss Venezuela, tenía más atributos que mi propia hermana y merecía el título: Maritza Pineda… ¡nacida en Colombia!

Entonces se dijo que mi hermana había perdido porque el vestido, diseñado por Osmel, era terrible. Se dijo esto y lo otro.  Pero la verdad-verdadera – aunque mi hermana nunca lo supo – fue que mi padre se negó a pagarle a Osmel lo que él le estaba pidiendo.

Luego el escándalo se prendió – por un ratico, como sucedía siempre en Venezuela hasta que reventara el próximo escándalo – y los comentarios sobraban.   Unos lectores creían una cosa y los otros creían otras cosas.  Total que nadie salía con la verdad-verdadera, como solía decir Luis Herrera.

La historia VERDADERA de cómo Osmel quiso martillar a la familia que tanto lo ayudó en su vida, es inmaterial.  Lo importante aquí es como se manipula a la opinión pública.

Hoy Osmel, una “víctima” de la “revolución castrista”, ha salido favorecido de la mayor traición sufrida por su patria natal.  Como solía asegurar mi padre, QEPD: “Osmel Sousa es un cubano de Gracias-Fidel”. Logró sacarle provecho a la desgracia nacional de millones de cubanos. Osmel Sousa es un ejemplo de los favorecidos por la “Industria de la Contra-revolución”.

Una vez que los Castro se apoderaron de Venezuela, sin la necesidad de hacer sonar un solo triki-traki, los amos de Osmel (los Cisneros), se “enchufaron” en la pachanga y con los Cisneros: ¡se enchufó Osmel!  Siendo un ser humano total y absolutamente AMORAL, no tuvo problemas en declararse chavista-madurista y ahora lo vemos, “haciendo historia” sobre uno de los tepuyes venezolanos.

Así se escribe la historia

Miami, 10 de febrero de 2022

Robert Alonso

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