No es procedente considerar a los chinos metidos en un solo saco. Primero, porque no caben y luego que no es justo acusar a 1.400 millones de seres humanos de una política criminal de la cual son ellos las principales víctimas.
Virus aparte, en algún momento conoceremos el verdadero origen y las responsabilidades de infectar al mundo, gracias a la principal acción que caracteriza al comunismo: el secretismo Imperante.
El régimen unipartidista afianzando desde el año 1949, bajo la hegemonía del partido comunista, no permiten ni un dibujo borroso del estado de derecho y la democracia.
La vida humana para el comité central, no significa nada.
El garrote es la insignia del poder político imperante, para callar ayer Timmerman y hoy Hong Kong. Taiwan vive bajo las groseras asechanzas de estos perseguidores vitalicios.
El secretismo contumaz arriba señalado, se pasea por el mundo occidental, bajo una política de regalías y baratijas a los gobiernos, que después se convierten en una cadena para amarrar solidaridades, que pueden costar caro al mundo libre en poco tiempo.
Su estrategia se basa en confundir las obligaciones financieras con el interés público, sin que nunca se sepa cuanto deben los países, ni cuales son las cláusulas de esa deuda. La exigencia china es que la ciudadanía no sea informada y los gobernantes por recibir donaciones, no les importa ocultar los términos abusivos que posteriormente hundirán a sus países.
Reestructurar las deudas, que es el peldaño que viene después de esta situación, debería ser oportunidad para desentrañar los negocios chinos e informar cuales son las condiciones que le certifican. La llamada “Ruta de la seda”, es un camino de trampas comunistas chinas, que no solo implica aspectos económicos y comerciales. También tiene que ver con lo ideológico y militar. Occidente debe abrir los ojos.
La intervención de la tiranía china, genera desequilibrios estructurales, con el objetivo de abrir “cabezas de playa” para la penetración roja en el hemisferio occidental. Lo más grave aún, es que el partido comunista chino esta creando una base de datos centralizada para teledirigir el comportamiento de todos los chinos, y luego extrapolarlo al mundo.
El uso de las redes sociales y la inteligencia artificial, otorga un poder nunca visto a una tiranía. Lo grave es que occidente está mirando para otro lado. Si nos descuidamos, llegará el día en que un poderoso partido comunista será el dueño del globo.
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