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Opinión

#OPINION Los colectivos: Pandillas chavistas Por Luis Velázquez Alvaray

Dando vueltas en su bunker, rodeado de incondicionales, mercenarios y faroleros del erario público.

Dando vueltas calamitosas, presos de su propia conciencia: criminal, dantesca, insaciable; cubana, rusa, canalla. Soñar con sus propios monstruos: Fidel, Putin, Ortega. El propio tren de Aragua, devenido en flecha roja. Es el supersónico asesino de Miraflores.

Dando vueltas, para que el aire frío no se le metan en los huesos, ordena borrar los videos de manifestantes voluntarios, como colmenas de abejas, que pacíficamente muestran su afecto y su deseo de apoyar un giro democrático, que nos devuelva el país, el trabajo, las escuelas, la ciudadanía, que estos pandilleros nos han quitado.

Dando vueltas al saber que el 80% de la gente quiere que se marche. Que se detenga ese tren infernal que destruyó la economía, las instituciones, las familias, la amistad. Se robó los valores. La mala fe se refleja en el chaleco voluminoso de la ingratitud.

Dando vueltas en las noches eternas, donde todo el país le mueve el piso de sus falsedades. Son los pueblos del Llano, de Oriente, de Los Andes, de Caracas. Grita desesperado:

“despierten colectivos tienen todo para sabotear, para eso se les paga y se les regala motos, celular y pistolas”.

Añadida la bolsa hambrienta del CLAP.

El muro de Berlín venezolano se desmorona, mientras que permanece el gorila “en la sala de espera de otro tiempo”.

Ante un solo rumor que ella viene, la gente llena las calles con simbolismo de cambio, con pancartas caseras, desbordantes y eso asusta al que debe, al que ultrajó a un país, al que entregó una isla todo lo que tanto costó. Es el pandillerismo de Sao Paulo. Los “Corleones” tropicales que no pueden ni llenar una cuadra.  Nervioso porque saben que es cierto, que son millones de votos contra millones de dólares mal habidos. Esas olas imparables, eso es lo que lo tiene dando vueltas. Vueltas sobre sí mismo.

El Alcalde de Petare, presente en el último atentado, es un colectivo con eterno disfraz de farsante. Una astilla de nefasto recordatorio.

Dando vueltas, no queda otra que lanzar el bandidaje, expertos en sabotajes, encapuchados al acecho bajo la impunidad del poder mal habido. Son perversos rotativos. Van a Managua, Colombia, a Ecuador, son terroristas internacionales, llamados de urgencia, porque la calle ha despertado y se está comprobando que puede más el pueblo que la maldad. Ha regresado la fe. De repente todo se precipita como los narra Pasternak en el Doctor Zhivago: existe la sensación que el tirano “está perdiendo el control sobre su propio destino”. El olor de su derrota se olfatea.

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