Más allá de la diatriba sobre si la delegación de la Unión Europea fue a Caracas debidamente autorizada, o clandestinamente, lo importante es que al final de su misión hagan públicos sus hallazgos y conclusiones, los cuales son bastante predecibles: Maduro no pospondrá las elecciones, ni hará concesiones tangibles en cuanto a garantías electorales.
Cada vez que Maduro niega condiciones electorales mínimas a la oposición y a la comunidad internacional, se ratifica que tienen razón el liderazgo opositor, y los países democráticos que han denunciado esa misma falta de condiciones, y que -por ello- rechazan participar en la farsa electoral, al igual que millones de venezolanos.
Pero es bueno que las delegaciones viajen a Caracas y lo comprueben, porque a veces no nos creen. No será un viaje perdido, no. Será muy útil. Servirá como otra prueba más de que en Venezuela -lamentablemente- está cerrada la vía electoral.
¡Que vengan muchas delegaciones más! Una por semana de aquí al 6D. Y que cada una publique un informe de su visita. No resolverán el problema, pero seguirán alimentando y engordando el expediente-prontuario de Maduro.
Por cierto, ¿Cuál será el mínimo aceptable que exige esta delegación europea a Maduro? ¿Que devuelva los partidos políticos que se robó? ¿Que se elija un CNE imparcial y de la forma establecida en la Constitución? ¿Que revoque las inhabilitaciones que impuso sobre miles de dirigentes opositores, incluyendo a los jefes de los partidos y del gobierno interino? ¿Que Padrino retracte aquello de que la oposición más nunca ganará una elección? ¿Qué será lo mínimo que le pide Europa a Maduro?.
Coromoto Díaz
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