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#OPINION Por Antonio José Monagas: Transición política ¿Hacia dónde y cuándo?

La crisis política venezolana, en tanto que resultado de una crisis del Estado, continente de una crisis de acumulación (económica) y otra crisis de dominación (política), devino en serios problemas de todo orden, dirección, sentido y magnitud.

Así fueron encausándose graves problemas, desde el mismo momento en que Venezuela comenzó a sobrellevarla.

La disfrazada falta de un liderazgo asumido con una supuesta legitimidad de origen y de ejercicio a partir de la cual se han lidiado reveses en ambientes políticos contraídos y/o contrariados, es una de las causas que mayormente inciden en tan cuestionada  situación.

En medio de los ahogos originados por dicha razón, se profundizaron complicaciones que ya venían presentándose.

La conflictividad, entre otras razones, se incrementó no sólo por desacuerdos, desorganización y ambigüedad a la hora de precisar fórmulas y mecanismos de gestión y evaluación del desempeño traducido a través de proposiciones y acciones.

También, por conceptos y criterios faltantes en administración de gobierno, tanto como en administración del tiempo ocupado.

Situaciones de esta naturaleza, tuvieron la fuerza fáctica para imponer métodos de intervención en espacios definidos por  contradicciones ocasionadas por enfrentamientos entre actores políticos. Pero sin proyectos de contundente y consistente efecto político, social o económico.

Por tanto, las realidades se atascaron a pesar de las promesas que apuntaron posibilidades en el menor o mediano plazo. El problema se agudizó al volverse tan invisibles, que hasta la magia de Merlín, lució vaga y azarosa

“Diálogos” que inflaman problemas

Una de las motivaciones que más han tendido a fracturar y conculcar realidades, ha sido la progresiva intervención de factores políticos sin capacidad de comunicación para actuar como aporte en la reconstrucción del país. Todos operando a su particular manera. Aun cuando han asegurado lo contrario. Actores éstos que chocan entre si pues la impronta política de sus apuestas políticas, carecen de la debida fuerza de compenetración para vincular razones y proposiciones de distinta factura.

Justamente en ello, radica la razón para que Venezuela se vea sometida por conflagraciones, desencuentros y por la esquiva y desastrosa crisis la cual, además se ha arraigado través del mismo esquema empleado para (des)gobernar en nombre de cada amañada “negociación”.

Cuando  se habla de la obligada transición por la cual habrá de pasearse el país antes de definirse otro modelo de gestión gubernamental, se toca una gruesa imprecisión que sigue sin resolverse. Ello, a consecuencia del divorcio estructural entre propuestas de gobierno y consideraciones del otro lado. Así, cabe preguntarse sobre una cuestionada o dudosa situación de transición política, ¿hacia dónde y cuándo?

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