Quienes aún defienden la tesis electoral para salir del chavismo, a pesar de su dramático fracaso, insisten en atribuir a la elección primaria de la oposición como el evento decisivo que condujo al 28 de julio.
La elección primaria de la falsa oposición cumplió efectivamente dos propósitos: 1) Confirmar la transferencia de poder interno en el bloque de la falsa oposición a las manos de María Corina Machado; y 2) Convencer a la gente que por razones que aún no estaban claras ahora si era posible disputar electoralmente el poder al chavismo, ganarle y que este mansamente entregase el poder.
Ante el descaro y el oportunismo de la jugada algunos optamos por mantenernos en una posición de realismo escéptico retomando las viejas banderas contra la vía electoral que la María Corina Machado de la nueva etapa había decidido tirar al pantano sin ni siquiera explicar por qué. Pero era evidente que ante una renovada ilusión electoral, esta vez bendecida por las promesas de María Corina, la gran mayoría de los venezolanos decidieron regresar y apostar nuevamente por la salida electoral, esta vez llevados de la mano de un nuevo mesías.
Pero aun los más entusiastas de la tesis del voto mostraban un escepticismo que no era gratuito sino madurado a lo largo de estos 25 años de farsas electorales. Ante la duda racional que se preguntaba si el chavismo sería capaz de entregar el poder al perder las elecciones el majestuoso e impetuoso discurso de María Corina se descendía en forma apabullante para disipar el escepticismo e imponer certezas. En este acto de prestidigitación política María Corina tuvo un extraordinario éxito porque efectivamente logró convencer a millones de venezolanos que era posible vencer electoralmente al chavismo y cobrar, esto es lograr que este aceptara el resultado y entregará el poder. Sin esa convicción muy pocos habrían ido a votar.
Pasado el 28 de Julio y conocida la forma como el chavismo se robó una vez más las elecciones los venezolanos volvemos a tener otra cita con la realidad. No es posible sacar al chavismo con votos como María Corina Machado nos ofreció. La tesis electoral ha vuelto a fracasar, no por falta de voluntad de los venezolanos sino por su intrínseca inviabilidad para enfrentar a un régimen fascista.
Sin embargo, aún hay millones de venezolanos que creen en María Corina y se niegan a aceptar la brutal realidad. Es a ellos a quienes María Corina les habla cuando con un discurso ambiguo, ambivalente y melifluo dice “cosas grandes van a pasar”, “ya la transición comenzó”, “vamos bien, pero no podemos revelar la estrategia”, “el régimen está más débil que nunca”, etc.
Con el paso de los días las ilusiones de un cambio por la vía electoral-institucional se desvanecen y mucha gente comienza a reactivar sus planes para emigrar. La promesa de que Edmundo Gonzalez podría juramentarse como presidente e iniciar formalmente un gobierno con el apoyo de la difusa comunidad internacional no es más que una quimera o alimento para los ilusos.
Las realidades marchan a paso firme y brutal por otros senderos distintos a los que María Corina Machado nos ha prometido. La realidad es que no hay forma de sacar al chavismo con votos y que este entregue el poder en forma pacífica. La realidad es que Edmundo González sólo podrá ser juramentado simbólicamente como presidente en alguna plaza de España, pero mientras el régimen chavista controle el poder en Venezuela no podrá ser presidente en ejercicio.
La desilusión y el desengaño ante la dramática realidad son tan grandes que han movido a la propia María Corina a matizar su discurso y emprender una delicada y sofisticada maroma para hacerle concesiones a la realidad con la esperanza de que la gente, que hasta ahora la ha acompañado ciegamente, no se dé cuenta del engaño o la contradicción.
La expresiones de Machado “ya los venezolanos hicimos nuestra parte (votamos), ahora le toca a la comunidad internacional actuar (intervenir)” fueron ya un primer intento de reconciliarse con la realidad y matizar sus promesas originales. Luego vendría el desahogo desde la impotencia para cambiar las cosas en una entrevista con la periodista Carla Angola cuando con una voz asfixiada y angustiada finalmente admite “no sé cuántos días faltan, c… no sé”. Ha podido agregar, ya basta no me preguntan más por lo mismo. Víctima de las expectativas que ella mismo creó, María Corina ahora comienza a aceptar la realidad aunque para proteger la fragilidad de nueva maroma tenga que usar el popular coloquialismo venezolano como armadura.
Dependiendo si se es religioso o no, se podría decir que solo Dios sabe cuándo nos libraremos del chavismo, o ni Dios lo sabe. La realidad es que más allá de las promesas majestuosas y las fantasías pretenciosas ni siquiera María Corina Machado, al igual que el resto de los mortales, sabe cuándo y cómo saldremos del chavismo en Venezuela.- @humbertotweets
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