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#OPINION Por José Luis Centeno: Certeza en política

Los matices y contradicciones de la certeza en el contexto político-electoral venezolano.

La certeza en el ámbito político es fundamental para garantizar la legitimidad de los gobiernos y los órganos de representación. En el contexto electoral, implica dotar a las autoridades de facultades expresas, de modo que todos los participantes conozcan previamente las reglas a las que están sujetos, designio que se desnaturalizaría por estos lares.

En Venezuela, la certeza en el ámbito político y electoral ha sido un tema de debate y preocupación constante en los últimos años. La falta de transparencia y claridad en las reglas electorales ha generado desconfianza y ha socavado la legitimidad del gobierno y los órganos de representación.

Consecuencia de los anterior, los casos de falta de certeza se han extendido a otros ámbitos, como el de la justicia, en el cual se ha señalado la falta de certeza en el sistema penal y la necesidad de reformas legislativas para garantizar un proceso más justo y transparente. Esto es solo un ejemplo de los desafíos relacionados con la falta de certeza en Venezuela.

De vuelta al tema político-electoral, la legitimidad de los gobiernos y los órganos de representación, es proporcional a la certeza que exista en el ámbito político. Esto implica que las autoridades electorales deben estar facultadas con poderes explícitos y contar con la capacidad para hacer cumplir las reglas electorales de manera imparcial y justa, una quimera puesta de manifiesto en los tiempos que corren con tendencia a desvanecerse.

En el contexto electoral, esa certeza ha sido cuestionada debido a la falta de transparencia en los procesos electorales. Ha habido denuncias y controversias sobre la manipulación de los resultados electorales, la descalificación de candidatos opositores y la falta de acceso equitativo a los medios de comunicación por parte de todos los participantes políticos.

Además, la falta de claridad en las reglas electorales ha generado confusión y descontento entre los ciudadanos venezolanos. En muchas ocasiones, las reglas han sido modificadas o interpretadas de manera arbitraria, lo que ha generado desconfianza en el sistema electoral y ha llevado a la polarización política en el país.

Para garantizar la certeza en el ámbito político electoral en Venezuela, es necesario adecentar la institución encargada de organizar y supervisar los procesos electorales, es decir, el Consejo Nacional Electoral (CNE). Esto implica garantizar su independencia y dotarla de los recursos necesarios para llevar a cabo su labor de manera imparcial y transparente.

Además, es fundamental que las reglas electorales sean claras y conocidas por todos los participantes políticos de antemano. Esto implica que las reglas deben ser establecidas de manera consensuada y transparente, evitando cambios de último momento que puedan generar desconfianza en el proceso. Lo contrario, es la falta de transparencia y claridad en las reglas electorales que han prevalecido hasta el día de hoy.

Sin duda, la certeza es una palabra poderosa que evoca seguridad y confianza. En el contexto de las elecciones, la certeza es fundamental para que el proceso democrático cumpla su función más básica y esencial: permitir la renovación del poder político a través del voto ciudadano libremente emitido y sin violencia.

Esta noción de certeza ejerce un profundo impacto en la cotidianidad de la campaña electoral. Ya sea debido a la opacidad del CNE o a la expresión ferviente de multitudes de ciudadanos que se cruzan con María Corina Machado, decididos a ejercer su derecho al voto el 28J.

Desde esta perspectiva, la certeza se convierte en una herramienta poderosa para el ciudadano común que busca un cambio de gobierno, convencido de la valía de las propuestas, las políticas y las acciones desarrolladas por la líder opositora que recorre el país causando emociones poco antes vistas en el electorado venezolano,

En un país en el que la incertidumbre política desalentaba a muchos, la certeza sobrevenida con la dama aludida actúa como un motor de cambio. El primer cambio, el de actitud, de una apatía reinante en el país se pasó al entusiasmo y la determinación de tomar parte en el proceso electoral, tanto para ejercer el derecho al sufragio como para defender el voto y ganar.

La certeza de la posibilidad de un cambio de gobierno, que traiga consigo mejoras en la calidad de vida, en la economía y en la estabilidad social, impulsa a los ciudadanos a sumarse al esfuerzo desplegado para lograrlo. Es así, como la certeza sobrevenida ha desempeñado un papel crucial en la búsqueda de sentido en medio de la incertidumbre y el caos que volcaron sobre este proceso electoral.

La certeza de que su participación y sus acciones pueden marcar la diferencia, le ha dado al ciudadano la motivación necesaria para superar los obstáculos junto a esa líder y perseverar en la búsqueda de un gobierno que realmente represente sus intereses.

Mediante esta certeza, expresada multitudinariamente, con llantos o risas, oraciones, bendiciones o cánticos, solidaridad o humanidad, el ciudadano puede ejercer su derecho al voto de manera consciente, impulsar el cambio y luchar por un futuro mejor, como desde ya lo hace, contribuyendo activamente al tejido político de nuestra nación.

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