La lucha es contra la opresión hobbesiana, pues el gobierno se convirtió en el lobo.
La teoría de Thomas Hobbes, en la que “el hombre es un lobo para el hombre”, encuentra un paralelismo inquietante en la situación actual de persecución política que enfrentan María Corina, Edmundo, su equipo de trabajo o cualquiera que se le ocurra tenderles la mano. Usted o yo, por el simple hecho de anhelar una transición democrática en el país, estamos expuestos a ese crimen de lesa humanidad.
Según Thomas Hobbes, el estado natural del hombre lo lleva a una lucha continua contra su prójimo, ya que “el hombre es un lobo para el hombre” (homo homini lupus). Esta frase, extraída de la obra dramática Asinaria del comediógrafo latino Plauto, se convierte en la metáfora del animal salvaje que el hombre lleva por dentro, siendo capaz de realizar grandes atrocidades y barbaridades contra sujetos de su propia especie.
Al igual que Hobbes plantea que el contrato social es necesario para limitar esa conducta depredadora, la oposición venezolana ha buscado establecer acuerdos y diálogos con el gobierno para encontrar una salida a la crisis. Sin embargo, estas iniciativas han sido sistemáticamente obstruidas y desestimadas por el poder ejecutivo, que se regodea de utilizar el aparato del Estado para perseguir, encarcelar y silenciar a sus opositores políticos.
La frase de Hobbes se convierte en una metáfora perturbadora de la realidad que viven particularmente María Corina, Edmundo y su equipo, quienes se enfrentan a un Estado que, en lugar de protegerlos, se ha convertido en su principal amenaza. La persecución política, tipificada como crimen de lesa humanidad en el artículo 7.h del Estatuto de Roma, al igual que “la encarcelación u otra privación grave de la libertad física”, son algunas de las garras del “lobo” que devora a sus opositores en Venezuela, utilizando la fuerza y la coerción para mantenerse en el poder.
Alguien puede decir, “Hobbes defiende la autoridad absoluta del Estado”. Cierto, argumentando que es necesaria para mantener el orden y la paz. También es cierto que, respecto a María Corina, Edmundo y su equipo, el régimen venezolano ha abusado de su autoridad para reprimir, extendiendo ese abuso, selectiva e incisivamente a gran cantidad de ciudadanos. Ello evidencia que esa autoridad absoluta lleva a la tiranía y la opresión.
En esta analogía, la teoría de Hobbes cobra vida: el régimen, en su lucha por el poder y la supervivencia, se ha convertido en un depredador feroz contra sus semejantes. Al igual que los lobos persiguen a sus presas, incluso a las de su misma especie, el régimen también persigue a quienes se atreven a alzar la voz, respondiéndole con un rotundo “¡No!”, tal como lo hicieron con Vicente Emparan el 19 de abril de 1810.
Dicho de otro modo, los perseguidores políticos, entiéndase, los lobos, en la búsqueda del control del proceso electoral y su pretensión de conservar el poder per secula seculorum, actúan de manera agresiva y violenta hacia aquellos que consideran una amenaza para sus intereses. Sencillo, por sentirse amenazados o buscar mantenerse y ampliar su control sobre la sociedad venezolana.
Así las cosas, esta analogía nos permite comprender la naturaleza humana en situaciones extremas de poder y conflicto político, como el que se vive en esta tierra de gracia, donde la lucha del régimen por la supervivencia y el deseo de mantener el poder ha devenido en actos de opresión y violencia. Es obvio, los perseguidores políticos actúan de manera depredadora y cruel hacia sus semejantes. Ergo, persisten en perpetrar crímenes de lesa humanidad.
Privación arbitraria de libertad, desaparición o secuestro, refugio en embajadas o exilio, negocios cerrados o desmantelados, las consecuencias son diversas, pero todas igual de bochornosas y corroboran lo dicho por Hobbes, que, extrapolado a nuestra realidad, sería: el régimen se comporta como un depredador feroz que devora a sus semejantes.
Esta analogía captura la gravedad de la situación y la valentía de quienes enfrentan la persecución política en Venezuela. En el caso de María Corina, Edmundo y su equipo, se enfrentan a un entorno hostil y peligroso donde no solo sus derechos y libertades sino los de cualquier ciudadano son violados en un contexto de absoluta impunidad.
Hobbes menciona la importancia de la confianza y la estabilidad para mantener el orden y la paz. La líder y el candidato presidencial opositores enfatizan la necesidad de lograr confianza y estabilidad en el país, ya que la situación actual es muy complicada y requiere de un liderazgo fuerte y comprometido con la democracia y la libertad.
El enfoque de la lucha de Edmundo, María Corina y su equipo por hacer frente a esta opresión “hobbesiana” del Estado, desafiando la visión de un poder estatal absoluto y abusivo, denota el liderazgo antes aludido, máxime cuando buscan establecer un orden económico y político que permita a Venezuela recuperarse de la crisis y la destrucción causada por el socialismo.
La persecución política es la sombra que acecha constantemente, como los ojos brillantes de los lobos en la oscuridad. En este contexto, la lucha de cada uno de nosotros por la democracia y la libertad adquiere una relevancia aún mayor. Es un desafío a la visión hobbesiana de un Estado todopoderoso que somete a sus ciudadanos, y un llamado a reconstruir el contrato social sobre la base del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales.
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