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#OPINION Por Luis Velázquez Alvaray: Cuento Chino

Se trata de la referencia que marca la RAE:

“es un embuste, es decir una mentira disfrazada de artificios, elaborada y adornada para resultar más creíble”.

Errabundo, con un costoso circo para demostrar poderío, apareció el tirano en las calles confusas del milenario país, en manos del comunismo, encargado de sepultarle lentamente.

Millones de dólares le cuesta a Venezuela la pompa del tirano y sus más de trecientos acompañantes. Cada uno en sus diligencias, desde hace dos meses, cuando partieron los primeros tres aviones: unos lavando, los soles transportando, los enchufados negociando, los arroceros gozando, y la corte del tirano una semana paseando.

Si el tirano supiera leer, le hubiera interesado un corto relato chino sobre la avaricia, que se titula, “la piedra del deseo”. Ante la disputa de una herencia de tres hermanos, el más grotesco, vio volar sus pertenencias. Moraleja: la avaricia quitará la felicidad. 

Mientras se creía un jeque tropical por las calles de Beijing, fue llevado en un tour de compras, al flamante distrito de Sanlitum. Buscaba las mejores marcas, famosos restaurantes y bares. Degustando las delicias chinas, daba tiempo a la interminable espera de cumplimiento obligatoria, para que lo recibiera el presidente; -el hombre que ofreció milagros y hoy está llevando a la quiebra la debilitada potencia- cuyas volteretas económicas, son ya imposibles de ocultar.

Allí se sentía tranquilo porque nadie se atrevería a gritarle la famosa frase que el noventa por ciento de los venezolanos, repite a todo pulmón, hasta cuando ven un retrato del arruinador.

Llegado el día, la diplomacia china cuidaba los detalles, pero no demostraba ningún interés superior ante la incomoda visita. Ya conocen al mentiroso y no se necesita tanta pompa para llevarse la riqueza y mantener una deuda silenciosa, barrera suficiente para no entregar ni un yuan más a tan destemplado irresponsable.

Allí comenzaron los cuentos chinos:

Elevar las relaciones entre ambos países. Frase milenaria que encabeza cualquier visita cuyo documento sabe a basurero.

Sin saber lo que significa el grupo de los BRICS, solicitó la inclusión del destruido país. De reojo, Xi  Jimping, lo pasó a la carpeta de asuntos varios.

Le informó que “siempre ha visto las relaciones con Caracas, desde una perspectiva estratégica y a largo plazo”. Visto. Sentenció el jerarca, cuya boca inmediatamente tapió, semejando la gran muralla.

Presuroso, pronunció cuatro palabras sobre treinta y un documentos, donde destaca el de “felicidad social”. En 22 años se han firmado más de mil. Hasta la fecha ni se saben cuales son y ni uno solo puede ofrecer un resultado exitoso. Todo a favor de los anfitriones, destacando el desmantelamiento del país y sus riquezas. La oficina aeroespacial ofreció llevar un astronauta a la luna. Probablemente Nicolasíto, sea escogido por su extraordinaria capacidad para dominar todos los campos del saber.

Un edecán “del tren de Aragua”, recogió las valijas, mientras el general bajo un sol relumbrante, dirigía la gran marcha hacia Cuba, donde los verdaderos jefes les esperan, sin saber que las redes de la pesca regresaban vacías.

Kuáilé de lüchén. Feliz Viaje.

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