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#OPINION Por Rafael Diaz Blanco: Alzando la voz, Querer es poder

Cuando escribo, poco me refiero a los míos, a mi familia, al entorno en que crecí que, como a todos ocurre, va configurando nuestra personalidad y forma de ser.

Mi madre, personaje fundamental que siempre alimentó mis sueños, me decía “querer es poder”. Así, fue moldeando nuestro carácter y estimulando el esfuerzo propio, nuestra capacidad individual, como llave de asegurado éxito.

Con el tiempo y a medida que mi vista ampliaba el horizonte y recibía otras influencias, particularmente de maestros y preceptores, entre los que destaco a mi padre, fui dándome cuenta que las tesis voluntaristas de mi progenitora, como tantas otras de sus enseñanzas y amor recibidos, eran muy valiosas, muy útiles, pero no del todo ciertas.

No lo eran para todos los asuntos a los que me proponía con dedicación y responsabilidad. Mucho menos, para todas las personas que iba conociendo, que llenas de virtudes y esfuerzo cotidiano, no lograban sus metas. Con frecuencia, apenas sobrevivían, gracias al concurso de otros.

Unas veces, a cuenta de ayudas que no podía hacerse permanente. Muchas otras, con mejores resultados, por la generosa solidaridad de sus más cercanos.

De tal manera que, poco a poco, fui cambiando de opinión. Al lado de valorar la importancia del esfuerzo individual que me enseñó mí madre, fui dándole lugar prominente al concurso solidario de los demás en la búsqueda del bien común.

Descubrí que el bien de todos es mucho más que la suma de los logros individuales y cómo ésta, tantas otras valiosas cosas.

Claro, practicar la solidaridad no era fácil, exigía del corazón generoso con el que todos nacemos, gracias a Dios. Lamentablemente, no todos lo conservamos, más bien, muchas veces lo atrofiamos. No obstante, podemos recuperarlo, si con dedicación y voluntad abierta hacia el otro somos consecuentes con la búsqueda del bien común.

En estos días navideños, embargado por la nostalgia, mi pensamiento vuela hacia Venezuela, hacia quiénes en la tierra de nuestros padres, que es la nuestra, sufren.

Nuestra mirada se detiene sobre todo en los presos y perseguidos políticos a los que siempre debemos tener presentes en la lucha por la libertad.

También recordamos a quienes hemos perdido y por supuesto, a nuestra madre con quién, muchas veces, ya adulto, para podernos entender, discutía sus apreciaciones. Decirle que Venezuela no se merece la tiranía que nos agobia, que no es culpable de su desgracia, que nuestro bravo pueblo ha asumido responsablemente sus deberes ciudadanos para conquistar la libertad, pero no ha sido suficiente. Necesitamos para alcanzar la libertad que el concurso solidario de todos nuestros compatriotas de recto proceder continúe ampliándose y, sobre todo, requerimos la solidaridad del mundo democrático, y muy especialmente de nuestra América.

No basta nuestro deseo y quehacer, es necesario la solidaridad plena de los hombres de buena voluntad. Así, con voluntad y solidaridad alcanzaremos la libertad, base indispensable para la reconstrucción de una Venezuela democrática y solidaria, donde el destino de cada uno de nosotros esté indisolublemente ligado al destino de todos. Si así ocurre, con la ayuda del creador, seguro lo alcanzaremos.

¡Feliz Navidad!

Valencia, diciembre de 2024.

Rafael Díaz Blanco @rafidiaz rafidiaz2000@yahoo.com

alzandolavoz.wixsite.com/rafidiaz

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