No sé porqué, lo intuía. No lo quería ver. Porque uno tiene sus cariños y durante un año compartimos con Vladimir Villegas una sección del programa que conducía junto a Francisco Rojas, “Unas son de rojas y otras son de Arenas”. Pero terco como siempre, encendí el televisor, el día martes, y me dispuse ver “La Entrevista” un programa de una televisora venezolana en Miami, conducido por Miguel Ángel Rodríguez.
Y allí estaba Vladimir Villegas siendo entrevistado por Rodríguez. Entonces, vi y escuché, con cierto asombro, la posición sobre el referéndum de Vladimir Villegas. Confieso que el asombro no era causado por su decisión de participar en dicho evento votando por el SI ( cada quien vota por lo que quiere) sino por los argumentos utilizados para justificar su participación.
Y confieso que Vladimir al que siempre he considerado una persona inteligente y culta, manejo chapuceramente el manido argumento del patriotismo y de esa penosa enfermedad que es el nacionalismo manejado en clave estatal-nacional, es decir, reaccionaria y autoritaria.
No quise seguir viéndolo, así que terminé por cambiar de canal con cierto malestar. Me cuesta enfrentarme a imágenes de amigos que contravienen la que la amistad y el cariño me ha hecho formar de ellos y ahora tengo la sensación de que Vladimir, simula no ser lo que es y disimula ser lo que no es, de allí que, de tantas peripecias de querer pasar por un hombre sin partido, tengo la sospecha, cosas de estos tiempos chavistas, que en realidad Vladimir se ha convertido en un hombre que, a diferencia de Brito, Parra, Gutiérrez y otros, él esconde su aguijón.
La noche no pudo terminar peor. El canal que había sintonizado era el canal donde daban el certamen Miss Universo, justo en el momento, en el que hacía su entrada, al evento, el presidente Bukele.
La gente pareció enloquecer, aplaudió ruidosamente, todos a una, un solo y sonoro aplauso, gritos de: “Viva Bukele”, “Bukele te amo”, “Arriba Bukele” “A los Maras dale duro”, “Bukele regálame tu corbata”. Entonces, pensé que cuando una cuestión como esa ocurre, me refiero a semejante aplauso de los admiradores de Bukele, los hurras y las lágrimas en los ojos de los “fan” de Bukele o de otro líder con las mismas características, de la cual la “republica latinoamericana” está llena, es porque algo falla, algo nos está hablando de que vivimos una crisis global de sociedad, que los populismos realmente existentes (ya son muchos) lograron hacerse cargo del resentimiento de la gente, de sus ansiedades e insatisfacciones y el resultado ha sido que ese liderazgo populista que invoca al pueblo se cargó a la democracia.
Esto, que podríamos llamar un fenómeno, no es nuevo, nos ha pasado mucho, por ejemplo, en 1998 con un Chávez que reintrodujo de nuevo la dramatización de la política fue elegido por un país al que el dramatismo del líder no podía fallar, pues, el venezolano siempre ha habitado en el mundo de la telenovela. Paso el fin de semana pasada en Argentina, otro país en el que nos parecemos en el dramatismo y en el que un populista le ganó a…. un populista. Pero, bueno, como que no tenían los argentinos mucha opción así que en lugar de “la bala eligieron el cuchillo”
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