Quienes me conocen saben que puedo ser considerado un moderado en términos de la política venezolana. Aunque sé que no lo logro, trato que mis análisis sean lo más equilibrados posibles para maximizar la probabilidad que el lector llegue a su propia conclusión con la menor influencia posible de mi parte. Dicho esto, pienso que los venezolanos debemos proclamar ante el mundo que sufrimos una dictadura feroz y descarnada que no se ocupa siquiera de demostrar un cierto grado de humanismo con al menos los familiares de aquellas personas que han muerto por enfermedades que la desidia gubernamental no ha permitido tratar. Una vez derrotados en las elecciones del 6D, los chavistas junto a sus jefes cubanos comenzaron a urdir la manera de secuestrar la victoria opositora y someter a la mayoría a los intereses de una cúpula corrompida que ve en la pérdida del poder un camino que conduce a muchos de ellos a prisión. Es así como el anti democrático e innombrable ex presidente de la Asamblea Nacional, desconociendo que carecía de todo legitimidad, continua con el nauseabundo proceso de nombramiento de unos jueces del tribunal supremo que sustituirían a aquellos que habían sido obligados a jubilarse por órdenes superiores. He aquí un indicador de clase política dispuesta a romper cualquier regla de juego con tal de garantizar de cualquier forma no salir del poder. Una revisión somera del los historiales de vida de algunos jueces demuestra que no cumplen los requisitos para ocupar esos altos cargos del Estado. Eso los hace rehenes de quienes lo nombraron y los pone en la situación de dictar las decisiones que mejor beneficien a la cúpula gobernante. Jueces que antes ocuparon cargos gubernamentales de confianza del presidente de la república, jueces que fueron diputados del partido de gobierno y que además no tienen las calificaciones requeridas para el ejercicio del cargo. Este elemento, a mi entender, ayuda a explicar la dictadura que estamos sufriendo. Un mediocre diputado que nunca ejerció como abogado, sin las credenciales requeridas, despacha de un plumazo que el mejor sistema electoral del mundo no es tal y suspende la elección de diputados del Estado Amazonas. Caso que duerme el sueño de los justos sin pronunciamiento de los poderes. El Consejo Nacional Electoral, tan peleado por Chávez como necesario para que esa institución no dependiera de los intereses de los partidos políticos terminó en el triste papel de secretaría del PSUV. El CNE y sus funciones han sido expoliados por una camarilla de individuos políticamente corrompidos que solo ven en esa dependencia un mecanismo para dilatar el momento en el que tendrán que rendir cuenta ante la justicia. Volviendo al TSJ y al sistema judicial en su casi totalidad, vemos como las personas son apresadas y privadas de libertad por el tiempo necesario para que se inventen los casos en su contra. Venezuela se ha llenado, tristemente, de presos políticos. De los que el gobierno necesita para justificar ante los poco sensitivos dirigentes de otros países las tropelías que comete en una falsa acción de defensa de la inexistente democracia venezolana. El caso de Maduro es verdaderamente patético. A un individuo sin preparación alguna para el cargo que desempeña y con ausencia total de carisma no le queda otra que usar la vieja quincalla cubana de decir que usará las armas y las fuerzas armadas para defender la paz en Venezuela y combatir la guerra económica. Ni hay paz en nuestro país ni existe tan cacareada guerra económica. Maduro ha recurrido a la artimaña del estado de excepción, en complicidad con el corrompido TSJ, para poder tratar de remendar los entuertos de una administración que convirtió nuestra riqueza en la más atroz pobreza que cualquier persona viva en Venezuela pueda recordar. Con ese estado de excepción sigue manejando nuestros recursos de una forma discrecional. El problema con Maduro es que su mediocridad es tal, que depende un podemista español (Alfredo Serrano Mancilla) que poco entiende de economía para manejar las finanzas del país. El colmo es una cúpula militar al servicio del PSUV que deja en pañales a la promoción que tanto le gustaba a Chávez nombrar y de la que Vielma Mora forma parte. Los castrenses fueron a unos ejercicios que pusieron en evidencia que nuestras fuerzas armadas no entraron todavía al siglo veintiuno. Solo se prestan, a través de la tristemente desprestigiada Guardia Nacional, a la represión del pueblo desarmado y en necesidad de manifestar su disgusto con la peor calidad de vida de los últimos cien años. La Asamblea Nacional, producto de la más reciente manifestación del pueblo venezolano en rechazo a las políticas de Maduro ha sido reducida y maniatada por una no separación de poderes agavillada en contra del venezolano y la Constitución. Esta hora negra que vive Venezuela debe ser denunciada sin ambages y falsas posturas como lo que es: una dictadura desalmada que mediante el hambre y el terror represivo ha reducido a la población a la pobreza y la postración. Administrada por una cúpula de herederos corrompidos hasta los tuétanos, esta dictadura desdeña las necesidades del pueblo para atender con benevolencia y servidumbre a los grandes capitales ante los que no se atreven a proponer una renegociación de la deuda que les haría perder el acceso a los pingües beneficios que estos mecanismos dan ante su permisividad para el lavado de dinero mal habido. Los venezolanos como un todo tenemos que denunciar ante el mundo que en Venezuela se ha instaurado una dictadura y que estamos en nuestro derecho de repudiarla y combatirla hasta conquistar la libertad. @botellazo
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