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Otra de la exorcista: “La 26 de julio, bajo el Control del Pranato”

Durante años, a San Juan de los Morros capital de la entidad llanera del Guárico, se le consideró la ciudad universitaria, por la cantidad de estudiantes que acudían a realizar estudios superiores.

Un chiste cruel ha cambiado esa acepción, de ciudad universitaria a ciudad penitenciaria a la cárcel ubicada a las faldas del parque natural Arístides Rojas es una de las más grandes de país, el lugar es un foco de perturbación.

Desde adentro, los pranes manejan grupos de secuestro y delincuencia organizada. Diversos diarios refieren que los crímenes que se comenten en San Juan, destacan por el nivel de organización y brutalidad, gran parte de ellos planificados por mentes criminales que gozan de total impunidad en la actualidad, pese a que la ministra de servicios carcelarios, pregona de un “nuevo régimen penitenciario”, la verdad es que el pranato es la empresa comercial que mueve los centros de reclusión en el país.

Los nombres de “Franklin Masacre”, “El Picure”, son una pequeña muestra del cómo la bazofia carcelaria ha estado y, está llena de cómplices y redes que promueven la impunidad de los delincuentes desde cualquier espacio en donde existan presos.

El poder que tienen los llamados pranes es la prueba de la prostitución y sodomía carcelaria, las cuales llegan al éxtasis del corrompido placer, cuando compran las conciencias de funcionarios, policías, militares, fiscales y jueces, para que les retrasen o aceleren sus procedimientos administrativos o jurídicos con el propósito de satisfacer sus necesidades de industria criminal.

Decenas de reportajes revelan como la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, negociaba con pranes el traslado de determinados presos a sitios de reclusión específicos, igualmente como a través de sus beneficios estos pranes gozaban de total impunidad. Es un hecho publico y notorio que la entidad llanera son protegidas y coordinadas por los “pranes” de los del centro de reclusión “26 de julio” mejor conocido con la Penitenciaría General de Venezuela. Detrás de los barrotes, la violencia se ha desatado hacia afuera y todo ocurre bajo la égida de un ministerio creado, bajo la administración de Iris Valera, además el pranato cuenta con el apoyo irrestricto del gobernador de Guárico, José Vázquez; de la Presidenta del Consejo Legislativo, Migdalia Hurtado, íntima amiga de su socia de fechorías, la Fiscal Superior Jenny Díaz Ortiz, protegida del Fiscal General de la República Tarek William Saad. Esta fiscal es solo una ficha del grupo de funcionarios corruptos del Guárico, encabezados por Beatriz Alicia Zamora, máxima jefa del poder judicial, Presidenta del Circuito Penal, Presidenta de las Corte de Apelación y Jueza Rectora del Estado Guárico, y que sería el mayor rostro de la maldad, la corrupción y el soborno del ámbito judicial en la región llanera.

Dentro del centro reclusorio es común las practicas como el pago de dinero a cambio de vivir en mejores condiciones, en dos hojas pegadas con cinta adhesiva en la pared junto a la entrada a este complejo penitenciario, se indican ciertas prohibiciones, los familiares que se alistan para visitar a los internos no pueden entrar con gorras, cuchillos, correas y celulares. En un segundo listado se indican los 14 medicamentos que no pasarán de la entrada, sin embargo los controles para ingresar a la cárcel no son tan rigurosos. “Si uno quisiera podría meter cualquier cosa. Solo es cuestión de coquetear para despistar”, así lo comentan las féminas que regularmente visitan el lugar. Internos del complejo también hablan de la vulnerabilidad de la seguridad. Ellos dan cuenta del tráfico de armas en el interior. Los reos ofrecen a otros desde un celular que se cotiza en $ ya que los bolívares no tienen valor alguno, desde una pistola con un valor que alcanza los $ 100 o un cuchillo que vale $ 40.

En cada una de las puertas de ingreso, un custodio exige la cédula y pregunta el nombre del reo por visitar. Las funcionarias femeninas con guantes desechables revisan a las mujeres y tantean sus partes íntimas, cuentan los internos, que en la época del “Franklin masacre” descubrieron a dos mujeres que pretendieron ingresar dos granadas fragmentarias.

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