Ciertamente que ha sido, sin lugar a dudas, una de las narrativas mas exitosas en la historia política del país.
Con Chávez en el poder se estructuró una narrativa discursiva montada sobre el engaño y la mentira, recuerden por ejemplo, una de las entrevista más emblemáticas que se le hizo en tiempos de su candidatura: él, mira de frente a la cámara y, también, a los ojos de década uno de los venezolanos que esta frente a los televisores y les dice: que respetará la propiedad y la empresa privada, la libertad de expresión y sus medios, la libertad sindical y de los partidos, que definitivamente no tiene nada que ver con Cuba donde se ejercita una dictadura, que su propuesta está enmarcada dentro de la llamada tercera vía del laborista Tony Blair en Inglaterra.
Todo terminó en un montón de enormes mentiras. Puede decirse que en ese momento Chávez inaugura un nuevo contrato de veridicción entre el que enuncia (él) y los destinatarios de los enunciados (eso que él llamó “pueblo”), donde la mentira y el engaño, que en su caso adquirieron otra significación política.
Y digamos que no es que los políticos de la llamada cuarta república no mintiera y engañaran a los destinatarios de sus discursos. También, lo hacían solo que la gente nunca suspendió su juicio valorativo sobre las no realizaciones de las ofertas políticas hechas por estos y los castigabas con su voto.
Obviamente Chávez tenía una enorme fuerza carismática para convertir sus palabras en cosas y sus dichos produjeron efectos en sus receptores y sus palabras, ciertamente, modificaron, mas que los hechos, el “ser” de los venezolanos.
Pero Chávez… se murió y le sucedió Maduro que carece de la fuerza perlocutiva de Chávez, y por supuesto de su carisma y en el ejercicio de su gobierno se descubrieron las mentiras del régimen, incluso, las que Chávez había dicho y mantenido durante todo su mandato: sus engaños, su manipulación y de lo que se ha convertido en una marca registrada del régimen: la corrupción.
Y de Maduro, nos enteramos rápidamente de su incompetencia y de lo que ha sido su mayor virtud: la excelente gestión de la corrupción y del enriquecimiento de la nomenclatura que él jefatura, el de su propio enriquecimiento y el de su familia y allegados.
Después de 20 y tantos años de gobierno chavista-madurista, después de haber descubierto que el engaño y la mentira han sido la estrategia fundamental de la narrativa política chavista constatamos hoy que Maduro realiza cínicamente lo que podríamos decir que es una de las peores herencia de Chávez: esto es que la mentira se muestra sin vergüenza, como si no tuviese importancia ni le preocupa ser descubierta ( que le importa que la gente sepa que es falso que Saab es un diplomático del régimen o que la enfermera tesorera se hizo millonaria robando y facilitando que otros robaran el erario publico y otros casos de robo y corrupción que dan cuenta del peor asalto que se le ha hecho a nación alguna). Maduro ha dado paso a la mentira desvelada, desinhibida.
Pero, ¿qué es lo peor de todo esto? Bueno, lo peor, es que el ciudadano hoy lo sabe, que esta consciente de que todo ha sido una mentira desde 1998, y, eso es, precisamente, lo peor que nos ha dejado Hugo Chávez, que el conocimiento de la mentira del proyecto político chavista parece que no es importante para la toma de una decisión política que permita cambiar este estado de cosas.
Así que la cantidad de bandidajes, irregularidades, robo y corrupción, destrucción del país en todas sus dimensiones, violación de los mas elementales derechos humanos y un largo etc que en cualquier país del planeta hubiesen producido una verdadera hecatombe política, en Venezuela no se ha producido ninguna reacción de los ciudadanos al respecto, y miren que se han producido cosas que ha terminado por deshilachar por completo al país, pero todo parece haberse normalizado.
Esperemos ya que todos en el país saben que han sido 20 años de construcción de un simulacro de buen gobierno, de humanitario régimen, y de poder para todos, que finalmente tomemos la decisión de recuperar lo que el chavismo-madurismo nos ha robado: el país
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