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Richard Casanova: El Maduro-virus y la militarización del país

Que el Corona-virus es una amenaza real no está en discusión, tampoco la necesidad de tomar con absoluta rigurosidad las indispensables medidas preventivas para reducir los riesgos de contagio. Sin embargo, si existen dudas con relación a la implementación de algunas políticas y la intención subyacente en algunos sectores de la política nacional.

En los medios y en las redes sociales la dinámica es intensa y tiende a generar cierta paranoia, la cual se incrementa por una campaña subliminal, sustentada en el miedo e impulsada desde el gobierno. Así las cosas, lo primero que debemos hacer entonces es llamar a la calma.

El gobierno sabe que toda forma de miedo lo beneficia en tanto que es paralizante e impide pensar con claridad, la ciudadanía centra la atención en sus temores y puede tener cierta condescendencia con este régimen irresponsable que ha devastado el sistema de salud pública, lo cual constituye la principal razón de nuestras angustias.

Quienes ejercen el poder real en Venezuela –los cubanos- son unos verdaderos genios en guerra psicológica y manipulación, lo han demostrado. Así que a nadie sorprenderá que esta amenaza de pandemia sea aprovechada para mantener a la población aterrorizada, en estado catatónico, aislada a sí misma y lógicamente socialmente desmovilizada. No es la primera vez que el gobierno manipula las más sentidas necesidades de nuestro pueblo para incrementar el control social a partir de una mayor dependencia del ciudadano, ahora incluso para salir de su casa.

El liderazgo democrático tiene que enviar un mensaje claro, no necesariamente confrontando al gobierno pero si diferenciándose de él. Hay que dejar en evidencia la pretensión del régimen de aprovechar la coyuntura para instalar un estado panóptico y por fin militarizar al país, prácticamente con el consenso de diversos sectores que se sienten aterrados por la amenaza.

La oposición debe orientar y promover el estricto cumplimiento de las medidas preventivas pero al mismo tiempo, alertar sobre esta absurda militarización que en nada resuelve el problema. Hay que denunciar enérgicamente el disparate de designar a Delcy Rodríguez al frente de la Comisión contra el Corona-virus, mientras se margina a la comunidad científica que realmente tienen criterios técnicos para enfrentar la pandemia.

Los partidos políticos no pueden limitarse a la campaña #QuedateEnTuCasa con tal ingenuidad que deje el campo libre a un régimen indolente, manipulador e inescrupuloso para ganar una inmerecida indulgencia e implantar un modelo totalitario de control. Nada nuevo, por cierto, si revisamos a autores como Antonin Artaud (El Teatro y la Peste), Albert Camus (La Peste) y Michel Foucault (Vigilar y Castigar).

Además de reivindicar el rol de la comunidad científica, la oposición democrática está obligada a cuestionar -antes de que sea tarde- el abordaje de esta potencial pandemia desde la visión militarista y más bien, promover soluciones a partir del ejercicio de la ciudadanía, donde todos somos protagonistas. Es decir, plantear soluciones desde la organización social que nos convierte a todos en actores responsables y no desde el control militar que nos reduce a víctimas y subalternos del régimen.

El liderazgo democrático debe articular con diversas Organizaciones No Gubernamentales y la sociedad en general, en un esfuerzo conjunto para enfrentar al Corona-virus, sin desestimar otra amenaza igualmente real y quizás más mortífera: el Maduro-virus, cuyo saldo en muerte, violencia, hambre y miseria es significativamente mayor al de su colega con corona. Tenemos que elevar al máximo la conciencia colectiva para enfrentar simultáneamente a ambos virus que azotan al país.

¡Dios bendiga a Venezuela!

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