Los dominios de Cabello se han quedado en el área partidista. Se atiene a la militancia y sus espacios de poder son cada vez más reducidos.
Tras la consumación del fraude electoral el 6 de diciembre, el chavismo se apoderó del Parlamento venezolano. Sin embargo, hubo un nuevo cambio en las fichas que siempre usa el régimen de Nicolás Maduro. Esto fue evidente con la posición que asumió este martes el exministro de Comunicación y exvicepresidente Jorge Rodríguez como presidente de la Asamblea chavista.
El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, tuvo que proponer también como vicepresidenta de la AN a la exministra para el Servicio Penitenciario Iris Varela y como segundo vicepresidente a Didalco Bolívar, quien ha sido señalado por presuntamente estar vinculado a varios casos de corrupción.
Cabello también alcanzó un puesto en estos enroques típicos del chavismo, aunque la diferencia de jerarquía es obvia y considerando el poder que ostentó quien una vez fuese la mano derecha de Chávez, su designación parece una burla.
De acuerdo con EFE, durante una alocución previa a la juramentación de la Asamblea Nacional, Nicolás Maduro propuso a Cabello como líder del llamado Gran Polo Patriótico (GPP). Será el encargado de ser la imagen de la coalición chavista en este Parlamento instalado, a todas luces, de manera fraudulenta, donde la tiranía venezolana obtuvo 256 de los 277 legisladores en unas elecciones viciadas y que no han sido reconocidas por la comunidad internacional.
Lo curioso salta a la vista. La designación de Jorge Rodríguez en uno de los puestos de mayor poder en el país, en consonancia a la confianza que deposita en él Nicolás Maduro, así como el traslado de Diosdado Cabello a un puesto de carácter partidista, evidencia una vez más un distanciamiento del militar, quien fuera compañero de Hugo Chávez en el fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992.
Rodríguez se ha convertido en una pieza fundamental para Maduro. Fue jefe de campaña del GPP y ha encabezado al chavismo en las fallidas negociaciones con la oposición. Es uno de los dirigentes que se ha movido a sus anchas en cualquier puesto que se le asigna, desde la Alcaldía de Caracas hasta el Ministerio de Comunicaciones.
Los dominios de Cabello se han quedado en el área partidista. Se atiene a la militancia y sus espacios son cada vez más reducidos. Su poder se limita a la policía política del Sebín y el Seniat, que dirige su hermano José David Cabello, asegura la periodista Sebastiana Barráez. Al menos, eso es lo que proyecta. Hoy es un diputado más.
Esto no solo se muestra con la instalación que se hiciera de este Parlamento, por demás viciado. Es algo recurrente. El ejemplo más palpable —en su faceta legislativa— estuvo en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), en julio de 2017.
En este evento era de esperarse que Cabello tomara las riendas de esta institución a la medida del chavismo. Sin embargo, la sorpresa fue otra. Maduro impuso a Delcy Rodríguez. El militar de la promoción de Chávez decidió sencillamente no ocupar cualquier otro cargo.
No obstante, cuando la ANC se convirtió en escueto rincón de vocería —carente de reconocimiento y legitimidad— sin importancia para Maduro, Cabello llega a la presidencia, hasta que en diciembre es disuelta, sin pena ni gloria. Un tétrico premio de consolación.
Diosdado Cabello no se amilana ante estas muestras de poder hecha por Maduro que lo relegan cada vez más. Insiste e insistirá en abonar el terreno ideológico y alzarse como uno de los baluartes del chavismo. Ya sea a través de sus redes, de sus alocuciones en actos del partido o simplemente desde su programa de televisión semanal donde despliega esa típica verborrea que cada vez tiene menos televidentes. De su bando y también del otro.
Comment here