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Sino, si no, electo, elegido y sufragar, Por David Figueroa Díaz



La semana pasada, por razones ajenas a mi voluntad, no pude escribir y menos aun enviar el acostumbrado comentario sabatino sobre las impropiedades lingüísticas frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana.

Múltiples ocupaciones de último momento, aunadas a fallas en la electricidad e Internet, motivaron la ausencia, por lo que una vez más pido disculpas y reitero el compromiso de continuar este trabajo de divulgación periodística, a pesar de las dificultades.

Mi amigo Luis Colina, quien fue mi compañero de labores en la siempre recordada empresa estatal Cadafe, hace pocos días me pidió que le explicara la diferencia entre «sino» y «si no», en función de poder diferenciar el uso adecuado de ambas formas.

Luis es un aficionado del buen decir, con quien suelo hablar de los vicios que se han arraigado en los medios de comunicación, que por el inmenso poder inductivo que estos ejercen, el daño se ha extendido al común de los hablantes, al punto de que muchos se han tornado casi indesarraigables.

Cadafe, para los que no lo saben, es el acrónimo con el que se identificó a la administradora y distribuidora del servicio de electricidad en Venezuela, hoy conocida como Corpoelec, culpable de que en muchas ocasiones me haya privado del placer de hacer mi aporte semanal en este importante medio de comunicación.

La inquietud de Luis es la misma de muchas personas que se esmeran por escribir bien, y cuya ocupación habitual es la redacción. Por eso estimé conveniente volver sobre este asunto, en virtud de aclarar las dudas que aún subsisten. Como en Venezuela se aproximan los comicios para escoger gobernadores, legisladores, alcaldes y concejales, no está demás darle un repaso a algunos términos del lenguaje electoral.

Por definición, sino (una sola palabra) es una conjunción adversativa que se usa para contraponer un concepto a otro, como por ejemplo: «No estudia, sino que trabaja»; «No fue él, sino ella»; «No quiero ese libro, sino aquel».

Por otro lado está si no (en dos palabras), usada para introducir una oración condicional: «Si no prestas la debida atención, no podrás aclarar tus dudas»; «Si no se lo cuentas a nadie, te diré un secreto»; «Si no llueve, nos marcharemos temprano»; «Si no tienes el número de teléfono, podrás encontrarlo en la guía»; etc. Son múltiples y variados los ejemplos con los que podrá adquirirse facilidad para saber cuándo usar uno y cuándo usar el otro. Es cuestión de querer, y «querer es poder».

La confusión entre sino y si no es muy frecuente, tanto en el lenguaje periodístico como en otros ámbitos. Por eso, nunca estará demás darle un repaso al tema de cuando en cuando, a sabiendas de que las redes sociales están plagadas de impropiedades lingüísticas que conviene conocer para evitarlas.

En cuanto a las palabras electo y elegido, usadas comúnmente en el argot electoral, el asunto es sumamente sencillo, para lo cual será indispensable el sentido común, fundamental para entender muchas cosas.

Electo, de acuerdo con la Fundéu, es un adjetivo que se aplica a la persona que ha sido favorecida con una elección, antes de tomar posesión. De allí que sea frecuente leer u oír frases como «presidente electo», «gobernador electo», «alcalde electo», etc. El mismo criterio es utilizado para mencionar a alguien que ha sido el ganador en una reelección, y en consecuencia será reelecto: «El alcalde reelecto se reunirá con su equipo asesor, con el fin de reestructurar su gabinete de gestión».

Del mismo tenor es el vocablo «sufragar», que por lo general, en Venezuela es utilizado de forma inadecuada, en las publicaciones de algunos comunicadores sociales que no se han convencido de que su rol ante la sociedad les impone la obligación de escribir medianamente aceptable y hablar de la mejor manera.

Es frecuente leer u oír enunciados como: «En las elecciones del 21 de noviembre del presente año, los venezolanos en el exterior no podrán sufragar el voto», lo cual es inadecuado, pues sufragar y votar, en ese contexto, son sinónimos.

Ello ocurre porque muchos periodistas y otros no periodistas, con la intención de «adornar» su prosa, no se percatan de que incurren en una impropiedad que se pone de moda antes, durante y después de cada proceso electoral.

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