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Opinión

Una ciudad degradada Opinión por Sociólogo Ender Arenas Barrios

Bancamiga

Okey, no hay gasolina. Lo sabemos hace bastante tiempo. Que también tenemos un racionamiento eléctrico torturador hasta de ocho horas también lo sabemos. Lo mismo con  la telefonía celular y CANTV e Internet que hace bastante tiempo no funcionan, medicinas brillan por su ausencia, hasta el punto que las muertes no registradas por cáncer y de los enfermos renales ya son un escándalo y, la comida, ¡ay comida! incomprable.

Pero lo que hemos visto el día miércoles en medio del aguacero descomunal que cayó en la ciudad parece  el colmo de la desatención  por parte del gobierno de un servicio fundamental: la gente con baldes y cualquier recipiente cogiendo agua de la lluvia para lavar los platos, asearse de alguna manera y si le alcanza lo tomado en las palanganas, que se usaron para recogerla en medio de truenos, para lavar la ropa interior.

En lo personal me dio mucha pena ser testigo de cómo una señora y su marido con dos baldes, allí mismo en el sector Don Bosco, emparamados hasta el último cabello de la cabeza, cogiendo agua y aprovechando el torrencial aguacero con champú y jabón haciendo algo que, según me gritó la señora, tenían cinco días que no podía hacer.

Maracaibo es una ciudad degradada, huérfana de gestión de gobierno y sus ciudadanos vivimos aplastados por una cotidianidad llena de carencias, la segunda ciudad de un país que decidió suicidarse en 1998.

En esta ciudad da pena como sus habitantes, es decir, yo, ud, nosotros, se baten y nos batimos entre ganarse precariamente la vida para poner gasolina a los carros, sufrir los apagones y compartir con tres personas o mas  8 mil litros de agua a 25 dólares cada dos semanas o el célebre tonel por 100 mil bolívares con un agua de mala calidad

Con la pandemia la ciudad ha perdido mas de 80 mil puestos de trabajos. De la antigua alegría de la ciudad hoy nos queda una Maracaibo opaca que se muere a la 1 o  más tardar a las 4 de la tarde. Después no hay más vidas.

Bueno hay sus excepciones, todavía quedan unos personajes, conocidos como “enchufados” que por sus conexiones con el gobierno regional, local o conexiones con el Partido de gobierno, montan sus fiestas ayudados en algunas ocasiones por la policía local para cerrar las calles y facilitarle su acceso a la fiestecita, así pasó con la que celebró un “líder” chavista de un municipio del norte del estado, con motivo de los 15 años de su retoño en un hotel relativamente nuevo de la ciudad.

Hay que agregar que el dueño de la fiesta sabiendo que esta pasando por encima de lo establecido por el confinamiento ordenó que no se llevara a la “fiestecita” teléfonos celulares para evitar fotografías y vídeos.

 Cuando Ud. ve que la fiesta es suspendida, como ocurrió este fin de semana en un reconocido restaurante de la ciudad no es ni por asomo,  producto de la obligada vigilancia que en medio de la pandemia cuida de la salud de la ciudad y de su gente, es que el dueño de la fiesta tiene algún problema con la dirigencia o con el mandón local.

Ahora en la tarde volvió la lluvia y con ella la luz se fue. El aguacero, esta vez, no fue ni fuerte ni duradero. Siento pena por la señora Marina Sáncez que se quedó con su tobo vacío y los platos sucios del almuerzo.

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