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#ANALISIS Argentina se prepara para la llegada arrolladora del “huracán Milei” Por Sebastián Fest

Foto: El candidato a la Presidencia por el partido la Libertad Avanza, Javier Milei. JUAN IGNACIO RONCORONI

EFE

El populista es el favorito para ganar las elecciones presidenciales del próximo mes

El rabino Shimon Axel Wahnish guarda buena parte de las claves de lo que piensa y de cómo es el político del momento en Argentina; las guarda en un templo ubicado en una calle de Buenos Aires que lleva el nombre de Jorge Luis Borges. Si es cierto lo que dicen las encuestas, el rabino controla resortes muy importantes del futuro de la nación andina, porque es quien forma espiritualmente a Javier Milei. Tras Donald Trump y Jair Bolsonaro, si Samuel Beckett viviera hoy podría escribir Esperando a Milei. La diferencia con Godot es que todo indica que él sí llegará.

El populista ultraliberal sigue siendo, a cuatro semanas de las elecciones del 22 de octubre, el favorito para instalarse a partir del 10 de diciembre en la Casa Rosada. Y, aunque nada hay más distante y distinto que Borges y Milei, uno de los templos en los que Wahnish se reúne con el candidato está a apenas 300 metros de la casa en la que vivió el escritor.

“Son discusiones que de repente pueden demandar dos o tres horas y que para mí son muy gratificantes y me ayudan a crecer mucho y a entender las situaciones de una manera mucho más profunda”, dijo meses atrás Milei, cuando se le preguntó por sus encuentros con Wahnish, el rabino jefe de la comunidad sefardí en Argentina.

No está claro si por influencia de este último o de los asesores de campaña de Milei -probablemente una combinación de ambos-, pero el ganador de las primarias de agosto se ha calmado notablemente en las últimas semanas. Habla menos, habla más pausado, habla con más calma. En sus spots de campaña en televisión y redes sociales se le ve como si fuera una copia desgastada de sí mismo, nada que ver con el que hasta hace poco insultaba de arriba a abajo a “los zurdos” y a cualquiera que no pensara como él.

La excepción es el Papa Francisco, que ya hizo saber a través de gente de su más estrecha confianza que no visitará Argentina, Uruguay y el sur de Brasil en la Semana Santa de 2024, tal como tenía previsto. Ser tildado de “el maligno” y de “amigo de las dictaduras sangrientas” por parte de Milei es demasiado para un hombre de 86 años. Aunque ejerza de representante de Dios en la Tierra.

En plena recta final hacia las urnas, todos los candidatos tratan de quebrar el efecto Milei. “El 10 diciembre vamos a gobernar”, dice Patricia Bullrich, la candidata de la coalición social-liberal Juntos por el Cambio (JxC). “Y en las primeras 24 horas vamos a cambiar todo”.

Tras el golpe de las primarias, con resultados que fueron prácticamente un triple empate pero con el ultraliberal como ganador, algo que nadie esperaba, Bullrich fue tomando impulso y confianza. Hoy se la ve más relajada y enérgica, gracias a la serie de triunfos de JxC en provincias gobernadas históricamente por el peronismo, la última de ellas el Chaco. Se liberó incluso del enfado gigantesco que tuvo durante semanas con el ex presidente Mauricio Macri, deslumbrado por Milei.

Macri cree que los votos a Bullrich y a Milei representan lo mismo, cosa que la candidata rechaza. Hay diferencias en las propuestas económicas, sociales, institucionales e internacionales; pero sobre todo en el tono y los énfasis de los discursos, así como en la impugnación general que Milei hace a cuatro décadas de democracia y a políticos a los que etiquetó, exitosamente como “la casta”. Esa es su gran obsesión, junto con el odio al comunismo y al socialismo. En este sentido, Milei ya anticipó a EL MUNDO que si gana y si Pedro Sánchez sigue al frente del Gobierno de España, llevará las relaciones bilaterales al mínimo.

ESCENARIO INCIERTO

¿Sucederá? Lo cierto hoy es que en Argentina nadie se atreve a pronosticar nada, porque, en el fondo, nadie sabe nada. Por eso, de las encuestas, que en otras elecciones eran a estas alturas omnipresentes, casi no se habla. Fallaron demasiadas veces y demasiado groseramente.

El lenguaje es, entonces, críptico: “Un reseteo total. Es otra cosa. Es otro tiempo. Un punto límite. Estudios cualitativos de todo el país, créanme que es impactante. No exagero ni un poquito. Cuidado con minimizar, negar. Cuidado de verdad”. El que escribe es Mario Riorda, un reconocido experto que dirige la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice), y que advierte, con ese tono misterioso, que después de que pasaran Trump y Bolsonaro, lo que Argentina le ofrendará al mundo es Javier Milei.

Así, el debate no pasa tanto por si Milei ganará o no, sino por si logrará hacerlo en las generales del 22 de octubre o si necesitará una segunda vuelta el 19 de noviembre. ¿Es imposible que pierda Milei? No. Pero que gane es hoy lo más probable.

El economista de 52 años encarna un fenómeno indescifrable, el de un animal hasta ahora desconocido en la selva política argentina, porque atrae por igual a las clases altas, medias y bajas, a jóvenes y adultos. Son las mujeres las que más se le resisten en términos electorales, y por ahí pasan las esperanzas de Bullrich y de Sergio Massa, el candidato del peronismo que está viviendo el momento de su vida: es ministro de Economía, pero ejerce de facto como presidente ante la difuminación hasta niveles impensados de Alberto Fernández. Solo ante el peligro y la oportunidad, decidió quemar todas las naves.

Massa negoció un año con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con especial intensidad en los últimos meses. En cuanto se aseguró de que el desembolso de 7.500 millones de dólares había llegado al Banco Central, rompió todos los puentes y decidió una rebaja masiva de impuestos y devoluciones del IVA, hasta casi eliminar el impuesto a las ganancias (el IRPF argentino) y se lanzó a una campaña de tono esquizofrénico: se presenta como el hombre que va a bajar la inflación que en sus 13 meses de gestión pasó del 70 al 135% anual. Massa promete arreglar lo que desarregló Massa.

En JcX acusan a Milei de tener muchos vínculos con el massismo y el peronismo, ya que muchos de sus candidatos han pasado por esas corrientes. Es enorme el desafío para el ultraliberal, quien, si gana, tendrá que ocupar 6.000 puestos de primera línea en la Administración pública. Milei, un recién llegado a la política, no tiene ni por asomo esa cantidad de gente preparada en sus filas.

El Milei carnívoro, que sedujo con gritos, insultos y locuras en la televisión a jóvenes deseosos de evitar el fracaso eterno de la economía, es hoy herbívoro. Ya anticipa que no dolarizará de inmediato la economía, que no dinamitará, aunque sí cerrará, el Banco Central y que no modificará el sistema de educación pública. Pero en el imaginario de todos, Milei es el rompedor, ese trabajo ya lo hizo; lo que le toca ahora es no asustar.

UN CANDIDATO QUE ASUSTA

Emilio Ocampo va a ser el presidente del Banco Central. Lo va a cerrar, tiene la misión de cerrarlo”, anunció Milei en la noche del viernes. Ocampo, el cerebro detrás de la dolarización, recibió con emoción el encargo: “Un honor que Javier Milei me haya elegido para cerrar el Banco Central y eliminar la inflación, el impuesto más perverso y arbitrario que existe y que desde hace décadas contribuye al empobrecimiento de los argentinos”.

Hay observadores como la ex senadora y periodista Norma Morandini que, sin embargo, sí se asustan con lo que ven cuando Argentina está a punto de celebrar 40 años de la recuperación de la democracia. “Sobreabundan las descalificaciones personales, los insultos y los adjetivos. Los hechos no importan, nos entretienen las fábulas y los chismes. El decir público, el que se escucha en los medios, circula por las redes, ya sea de los dirigentes o la gente, suena vulgar, altisonante, como si lo único que supiéramos hacer fuera insultar», escribió recientemente en Clarín.

Ese hartazgo se advierte también entre los empresarios. Eduardo Eurnekian, dueño de buena parte de los aeropuertos del país y de una de las mayores fortunas argentinas, tuvo hasta 2021 a Milei como empleado: era un asesor económico al que tenía en alta estima. Ya no. Días atrás, el magnate de origen armenio fue contundente: “Si Milei no se modera, no estamos para aguantar otro dictador”. Y dio su apoyo a Bullrich.

El politólogo Luis Tonelli define a Milei como “una mezcla de Cicciolina, Brexit e ideas liberales; todo imagen, sin sustancia”, en tanto que el analista Jorge Liotti plantea que se sustenta en un “votante Thelma & Louise“: hartos de todo, enfilan conscientes y felices hacia el abismo.

Semanas atrás, un ex compañero de trabajo le preguntó a Milei si estaba disfrutando su gran momento. “La estoy pasando para el culo”, fue la desconcertante respuesta del candidato, que un par de semanas atrás se fue cuatro días de viaje a Miami a encontrarse con amigos de la comunidad judía. Milei, que resume su política exterior en Estados Unidos e Israel como prioridades, desea convertirse al judaísmo, pero duda en hacerlo. El exigente trabajo de un presidente le impediría respetar el Shabat.

Desconcertante Milei y desconcertante Argentina. En la tercera economía de América Latina, cerca de un 43% de la población vive bajo el umbral de pobreza. La desesperación es palpable en muchos barrios. Pero el país es a la vez meca de estudiantes de buena parte del mundo, que llegan a Buenos Aires, Rosario o Córdoba por la calidad de la universidad pública y gratuita. La Facultad de Medicina parece, por momentos, una sucursal de Brasil.

A eso se suman los centros turísticos repletos, al igual que los restaurantes, bares y conciertos en las grandes ciudades. Es la fiebre de la inflación: una manera de ahorrar es gastar, desprenderse de pesos cuyo valor se evapora y, al menos, disfrutar. Se baila en la cubierta del Titanic, advierten observadores. En el horizonte, antes o después, la amenaza cierta de la tercera hiperinflación en 34 años.

Fuente: Diario ElMundo.es

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