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Antonio Ferreira, el obispo portugués exiliado por la dictadura, Por Jesús Cabaleiro Larrán

La localidad de Penafiel, en el norte de Portugal, celebra este año su 250 aniversario. Fue en el mes de marzo cuando en 1770 fue nombrada como ciudad por el rey José primero (1714-1777) para que se estableciera una nueva sede del Obispado separada de Oporto.

Precisamente, ese origen episcopal sirve para recordar a uno de sus hijos más notables,  la importancia que tuvo en la historia contemporánea de Portugal, el obispo de Oporto, Antonio Ferreira Gomes (1906-1989), quien vivió exiliado diez años durante la dictadura de Salazar.

Portugal vive en 1958 en el llamado Estado Novo, el régimen de Antonio de Oliveira Salazar (1889-1970). El entonces obispo de Oporto, Antonio Ferreira escribe ese año Pró-Memoria, que pasó a ser conocida como  ‘Carta a Salazar’. No se trataba de una carta en el sentido literal sino de un resumen de notas y cuatro preguntas, escritas en julio de 1958, que el obispo iba a hacer en un eventual encuentro, que nunca se llevó a cabo, con el dictador.

El obispo era un defensor de la doctrina social de la iglesia y de los derechos humanos y simpatizaba con el candidato opositor en las manipuladas elecciones de junio de 1958, el general ‘sin miedo’, Humberto Delgado (1906-1965) posteriormente asesinado en España por la policía política del régimen, conocida oficialmente como Policía Internacional de Defensa del Estado (PIDE).

La carta del obispo, que pretendía ser privada, criticaba la política social del régimen, señalando que era promotora de la pobreza y la desigualdad social; además estaba en contra de algunos de los principios básicos reconocidos en la doctrina social católica, como la libre expresión de pensamiento y del derecho a la asociación política.

Acusó a Salazar de que, en lugar de luchar contra el comunismo, su política reaccionaria lo estaba impulsando, ya que daban razón a muchas de las justas demandas de los comunistas. Gomes sugirió que el régimen debería iniciar reformas políticas, que eventualmente conducirían a una verdadera democracia en Portugal, que estaba en línea con la doctrina social de la Iglesia. La carta solicitaba una reunión privada para debatir estos temas.

Salazar se indignó con la carta, de la que se filtró su contenido, ya que rompía el molde tradicional de la jerarquía de la Iglesia católica portuguesa como una mera herramienta del régimen. De hecho, se consideraba a algunos obispos, como el de Braga y Beja, «más salazaristas que el mismo Salazar». El dictador se negó a responder, pero no pudo actuar contra el obispo porque no había cometido ningún delito punible dentro de la legislación de entonces.

El obispo Antonio Ferreira ante la tumba de su madre, tras regresar del exilio
El obispo Antonio Ferreira ante la tumba de su madre, tras regresar del exilio

Salazar decidió actuar de forma sibilina: cuando el obispo regresaba a Portugal en 1959, después de un viaje a Italia, se le negó la entrada en Valença do Minho. En una carta a António Leite de Faria (1904-1999), embajador de Portugal en el Vaticano en 1962, el dictador calificó al obispo de «enfermo», añadiendo que «el mayor mal fue haberlo hecho obispo». Se le negó la entrada a Portugal, incluso cuando murió su madre, lo que le impidió despedirse de ella.

Su exilio duró una década, lo pasó en España, inicialmente en Vigo, siguiendo por Santiago de Compostela y Valencia, Lourdes en Francia, Bonn en Alemania, terminando otra vez en España, en tierras salmantinas, Ciudad Rodrigo y Alba de Tormes. También tuvo una importante participación en el Concilio Vaticano II. «Estoy exiliado, civilmente exiliado», llegó a declarar sobre este periodo

Durante todos esos años siguió siendo obispo de Oporto, recibiendo el apoyo de su diócesis y sus amigos en la ciudad invicta a pesar de presiones de todo tipo, que incluso llegaron al Vaticano, para que renunciara al puesto. Salazar intentó varias veces obligar a Ferreira Gomes a renunciar, pero él se negó repetidamente.

El exilio duraría hasta que el nuevo presidente del Consejo, Marcelo Caetano (1906-1980), permitiera su regreso en junio de 1969.

Luego de vuelta del exilio llamó la atención sobre las consecuencias dramáticas de la guerra colonial y así se recuerdan sus homilías del Día Mundial de la Paz en 1973 y 1974 antes del inicio de la revolución de los claveles. A partir de entonces, el diálogo con la cultura moderna y las llamadas a la tolerancia fueron su guía en este periodo manteniendo sus ideas sociales

El papa Juan Pablo segundo (1920-2005), cuando lo conoció, exclamó en portugués: «¡Ah, o famoso bispo do Porto!» Ejerció como obispo durante tres décadas hasta 1982 en que, cuando cumplió la edad de jubilación, se retiró a Ermesinde, donde falleció en 1989, dejando su legado a la Fundación Spes con fines benéficos, educativos y culturales, creada en 1977 y que regenta su sobrino, José Ferreira Gomes.

Publicó obras de reflexión y ensayo. Del mismo modo, escribió el prólogo, en 1969, a la tercera edición del libro ‘Cuentos ejemplares’ de la poeta y escritora Sophia de Mello Breyner (1919-2004). El obispo señalaba que la autora, natural de Oporto, llegaba a la verdad no por la vía platónica griega, sino por la pasión que invoca el misterio y la trascendencia del ser humano, como los católicos.

Sophia de Mello Breyner, quien le dedicó un poema al obispo tras su fallecimiento, fue  Premio Camoes en 1999 y Premio Reina Sofía de Poesía en 2003.

En 1980 el religioso recibió la Gran Cruz de la orden de la Libertad, creada desde 1976, que distingue relevantes servicios por la democracia y la libertad. Asimismo, recibió la medalla de Honor de la ciudad de Oporto y la medalla de Oro de su ciudad natal de Penafiel, localidad que fue la primera que visitó cuando fue nombrado obispo de Oporto en 1952.

Además, su ciudad natal le distinguió con un monumento diseñado en 1999 por Irene Vilar (1931-2008), quien también hizo una figura alegórica en su tumba –antes, en 1991, se erigió otra estatua en Oporto, obra de Arlindo Rocha (1921-1989), en unos jardines enfrente de la Torre dos Clérigos- además de una calle y dar nombre a una escuela

DON Antonio Ferreira Gomes ASA

El pasado mes de marzo (2020) coincidiendo con las celebraciones del 250 aniversario del nombramiento como ciudad de Penafiel, se presentó una obra ‘A descoberta de Antonio Ferreira Gomes’ (El descubrimiento de Antonio Ferreira Gomes) escrito por María José Ferreira Gomes, sobrina del Obispo, y María Adelaide Galhardo. Coincidía además con el veinticinco aniversario de la biblioteca municipal

Ya en  2006, con motivo del año de su nacimiento se presentó la fotobiografía ‘António Ferreira Gomes: Bispo do Porto ao serviço da Liberdade’ (Antonio Ferreira Gomes: Obispo de Oporto al servicio de la libertad)

Recientemente se inició un proceso para su posible beatificación.

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