Editorial Versión Final viernes 3 de diciembre 2021
En la política se construyen sueños e ideales. Es el arte para hacer posible lo utópico. Esto es lo hermoso en la gestión del ejercicio se las funciones de Estado.
El país ha estado inmerso en dos realidades que han mantenido a su gente polarizada con consecuencias que han repercutido en la calidad de vida de nuestra gente.
Dos presidentes, dos gobierno, dos Estados, dos chequeras, dos administradores de bienes uno sobre los nacionales y el otro fuera de nuestra Nación. ¿Y la gente qué? ¿Quién se ocupó de ellas para mejorar sus condiciones de vida, s salud, su alimentación, sus ingresos, empleos, su vida digna?
Se pudo hacer más por la gente dentro del país pero nada se hizo con la migración venezolana.
Se gobierna para la gente. Esa es la democracia, “el gobierno del pueblo y para el pueblo”.
Partidos con militantes ficticios y líderes eternos, una a sociedad civil opacada por los partidos así como movimientos y líderes emergentes que son enfrentados con todas las mañas y subterfugios incluso utilizando de forma mal sana y sin ética las instituciones cada día más débiles del Estado que pierden su autonomía ante ella.
¿Y la gente qué? Vamos a permitir que el venezolano siga migrando ante un planeta que le está poniendo una cerca de la migración
Es la hora que se rescaten valores perdidos, entre ellos la de la ética y el apego a la verdad. Que se castigue el delito y vayamos juntos al rescate de una Nación que es la más hermosa del mundo, la de mayor riqueza posible y con la mejor gente.
Vamos juntos, sin divisiones políticas ni económicas ni sociales a reconstruir el País.
Ya no se trata de un problema de Maduro o de su gobierno. Se trata de un problema de Estado y en este escenario todos hacemos falta.
El Revocatorio no es acaso un mecanismo que se debe estudiar con profundidad, sin pasiones y romanticismo puesto que se trata de un tema legal, constitucional y netamente de los venezolanos para no tener que recibir injerencias externas que tanto dinero nos cuesta; pero igualmente legitimar a los líderes de los partidos y de la sociedad es urgente. Parte de la crisis institucional del país pasa por esto. Vamos a atenderlos y vamos a reencontrarnos en la paz, en la unión con el debate sano, necesario y propio de la Política con P mayúscula.
Vamos a poner los pies en la tierra y acabemos esta dualidad entre el idealismo y el realismo político.
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