Probablemente, en un balance temprano de lo ocurrido en esta nueva convocatoria a marchar por el señor Juan Guaidó y sus asesores, nadie quede bien. Tras bastidores es presumible oír las discusiones, tras otra jornada que en nada se asemeja a la marea humana que inundo las calles de Caracas en enero del 2019. Parecen toda una élite errática que se echa la culpa, unos a otros, sin demasiados argumentos ni lucidez. Sobran las palabras grandes. Los discursos se desinflan. La apelación a la libertad, a la patria, a la soberanía… parece fatua. Todo son solo errores de cálculo. La improvisación le da envestidura a un líder inmaduro e inexperto fabricado en un laboratorio mediático, que para su desgracia se niega a oír las voces disidentes que con argumentos claros y coherentes le señalan los errores.
Queda muy claro para la oposición de que no tiene las herramientas necesarias para imponer su estrategia dominante sobre el régimen de Maduro. Como si se tratara de un desquite infantil, insisten en convocar a la sociedad sin un objetivo claro coherente y transparente. Una cosa es protestar y exigir el cese de la dictadura, arengando a la sociedad civil desarmada a que ‘salga a la calle a ver qué pasa’, exponiéndola a la maquinaria criminal y represora del Estado, lo que al final del día va a producir más frustración a la gente. Y otra es manipular con lemas de conceptualizados como: “Ahora la lucha contra la tiranía se centra en un PLIEGO DE CONFLICTOS, un lenguaje prestado de los sindicatos, en lugar de tomar el de la Constitución. Así actúan los improvisados y arribistas, que solo buscan cohabitar para seguir repartiéndose los despojos de una nación.
Pero este es un día para reflexionar sobre el ejercicio del periodismo. El periodismo en Venezuela tiene retos sin precedentes: “adaptarse a los cambios tecnológicos, sobrevivir a la crisis económica y resistir a la dictadura…” Y en estas líneas hago una reflexión como periodista…
“Nosotros tenemos un triple problema. Uno, el mundial: que son las formas de hacer periodismo, pues globalmente el ejercicio del periodismo está en crisis,
De tal suerte, ejercer el periodismo independiente en medio de un sistema opresor como el venezolano es casi una utopía. En la mayoría de los casos, aquellos comunicadores valientes que se resisten a doblegarse terminan desaparecidos o con órdenes de detención. En otras palabras, un periodista que no trabaje para los intereses del tirano es un enemigo que debe ser acallado el silencio y la oscuridad se perpetúan.
Sin embargo, el heroísmo de los anónimos, los que desde la independencia y con sus propios recursos comenzaron a abrir espacios para la libertad, creando bajo pulso y bajo la mirada opresora, páginas y portales informativos en las redes que se convirtieron en su voz, en su verdad, en su identidad y en su esperanza para devolverle el derecho a una ciudadanía de estar informado.
“En un régimen de dictadura como en el que vivimos, con las libertades democráticas y los derechos humanos conculcados, la prensa independiente es no sólo el legítimo derecho de los periodistas, sino es su deber para con la sociedad.”
Pese a las dificultades, son muchos los periodistas que sortean los obstáculos de la censura y la represión de la dictadura e informaron de las violaciones a los derechos humanos que se acumulaban en el país y que el resto de los medios calla, periodistas que, poniendo en riesgo su vida y contra todas las dificultades, optan por informar de manera independiente lo que pasa en una Venezuela dictatorial, ausente en las pantallas de televisión.
Por tal razón
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