La gran mayoría de los venezolanos presentan en la actualidad, unos niveles de desnutrición elevados debido a la falta de acceso a los alimentos y por los altos costos en el mercado, ya que no se cumple la resolución oficial de un verdadero precio justo.
Aunque la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019”, indica que hay 6,8 millones de personas que padecen hambre en Venezuela, no se ajusta a la realidad durante este confinamiento obligado.
En estos tiempos de coronavirus, según estas estadísticas que maneja la FAO, creemos que en estos momentos casi se duplica en todo el territorio nacional, pues la situación alimentaria, ha empeorado en por lo menos más de 10 millones de compatriotas, quienes han visto sus ingresos provenientes de la economía informal, reducidos por la cuarentena y por ahora, solo cuentan con la Caja del Clap, que provee el gobierno nacional, que llega de manera irregular y no sirve sino para pasar hambre.
Si bien el impacto del coronavirus en sí mismo todavía parece modesto, los venezolanos sufrimos cada vez más por la economía paralizada y crecientes retrasos en la distribución del CLAP, que desde su creación en 2016, ha sido una fuente de alimentos para muchos.
Para varias familias, incluso, esa es la única porción de comida durante algunos días, según nutricionistas y beneficiarios de esos alimentos, que aunque es una ayuda para mucha gente pobre, hay productos que vienen vencidos. Ojalá que los alimentos mejoren en calidad y cantidad.
El retraso en la distribución de las cajas y bolsas afecta más a las regiones porque el despacho se inclina hacia las principales ciudades, incluida Caracas, según el grupo no gubernamental Ciudadanía en Acción, que estudia la distribución y contenidos de las CLAP.
Por ejemplo, el régimen de Nicolás Maduro, en Caracas, solo el el 26,5% de las familias recibieron en abril, las cajas CLAP, en comparación con solo 4% de las familias en áreas como Apure, Barinas, Cojedes, Portuguesa y Guárico, de acuerdo con los datos de Ciudadanía en Acción.
Los vecinos se quejan de que los 12 productos, que trae la caja del Clap, es puro carbohidrato, y lo que produce es anemia crónica por las deficiencias nutricionales, que reflejan estos individuos.
Y aunado al hambre, existe una larga lista de necesidades como en las comunidades como son la precariedad de las viviendas con la ausencia de gas doméstico, falta de agua, los constantes apagones, sin teléfono, ni internet, sin efectivo, ni dólares y pare de contar, que hacen de esta cuarentena de una cámara de tortura. que los ponen a pasar más trabajo del que ya atraviesan.
Es que para la gente, en definitiva el Sistema Clap, no es más que un mecanismo de chantaje y control social caracterizado por la corrupción, la baja calidad de los productos y retraso en la distribución.
Las familias venezolanas sólo piden un poco de atención por parte de los entes gubernamentales, para que lleguen hasta ellos los beneficios que tanto necesitan, que los ayuden a preservar la salud y la vida, sobre todo en esta época de cuarentena.
Enrique López Alfonzo
Periodista Venezolano Independiente
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elopez0333@gmail.com
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